El PP acentuará sus diferencias con Vox en campaña para diluir el goteo de pactos

Los colores de la bandera LGTBI iluminando la fachada de Génova. Una "vicepresidenta" del Gobierno. El compromiso de no derogar la ley de violencia de género. Las competencias de Igualdad englobadas en Presidencia. Y la frase, repetida hasta la saciedad, de que "no somos Vox". El PP intenta diluir el goteo de pactos que ha firmado con los ultraconservadores tras el 28-M, y quitarse responsabilidad por los gestos y declaraciones polémicas de sus aliados en multitud de puntos de España, como la retirada de símbolos del colectivo homosexual o los discursos que niegan la violencia machista. El mensaje será una constante en la campaña de Feijóo: acentuar sus diferencias ideológicas con Vox y reforzar la idea de que "el voto útil" es el antídoto a las políticas de los de Abascal.

"Yo garantizo un cambio en España si gobierna el PP, y si me votan lo suficiente", advirtió Feijóo el pasado jueves en El Hormiguero, "lo haré en exclusiva". El PP pretende dar la vuelta a una de las armas electorales de la izquierda y utilizar el miedo a Vox para aglutinar el voto en torno a la candidatura que encabeza Alberto Núñez Feijóo, y que por el momento lidera las encuestas. Con la campaña electoral a punto de comenzar, y con la salvedad del "objetivo común" de "expulsar a Sánchez de la Moncloa", el líder popular se centrará en exhibir en las próximas semanas la distancia que le separa de Vox, especialmente en las cuestiones sociales.

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Más allá de iluminar la semana pasada la sede nacional del partido con los colores del arcoíris, o de firmar un manifiesto en favor del colectivo y de la fiesta del Orgullo, los populares incluirán varios puntos relativos a la defensa de las mujeres frente a los discursos y la violencia machista como "compromiso inquebrantable" en el programa de gobierno que Feijóo prevé presentar esta semana. Los populares no se plantean rebajar la ley de violencia de género o la normativa que protege al colectivo LGTBi. Tampoco derogarán la ley del aborto —aunque prevén ajustes en el capítulo de menores de edad— o derogar la contrarreforma del solo sí es sí para volver a separar los delitos de abuso y agresión sexual.

Génova trabaja también en la redacción de una nueva ley trans que proteja al colectivo sin contribuir al "borrado de mujeres", el concepto en el que creen que se basa la legislación promovida por Irene Montero desde el Ministerio de Igualdad. Con todo, los planteamientos del PP en materia de género amenazan con provocar el primer gran choque de trenes con Vox si se ratifican los pronósticos de los sondeos y los votos de los de Abascal son imprescindibles para Feijóo. En la dirección del partido, se reafirman en que Feijóo "no dará ni un paso atrás" en este tipo de cuestiones, levantando las primeras líneas rojas a los ultras a menos de un mes de que se abran las urnas.

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Es el mensaje que repetirá el líder popular en campaña. Y se servirá para ello de uno de sus primeros espadas en Génova. Borja Sémper es el dirigente que, hasta la fecha, más se ha esforzado por enjuagar los acuerdos territoriales con Vox. A cada intervención pública, el vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del PP gana más papeletas para erigirse en una especie de bestia negra para los de Abascal. El político vasco ha negado públicamente que Feijóo quiera pactar con partidos "ultra" y se desmarca siempre que tiene ocasión de sus discursos en materias sociales. "No nos importa a quién besan, rezan o votan las personas, y, con independencia de cuál sea su orientación sexual, sus derechos deben estar amparados por los poderes políticos", suscribió la pasada semana.

Como aseveró Santiago Abascal en una entrevista para El Confidencial, Vox tiene justo las prioridades contrarias. El dirigente apuesta por tumbar todas las leyes de género, la ley trans, la ley del aborto o las leyes climáticas. Y lanzó un órdago al programa social de Feijóo: con Vox, el programa del PP en materia de igualdad puede resquebrajarse.

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Pero ese no es un problema para Feijóo. Al menos por ahora, tiene otras prioridades. Según trasladan en su equipo, el líder popular prevé apagar las alusiones a Abascal e ignorar al partido situado a su derecha durante la campaña tras varias semanas en que la agenda la han monopolizado sus affaires con Vox. Génova da por cerrada la crisis extremeña y se prepara para relanzar el perfil gestor del gallego, así como reforzar su imagen de "presidenciable". Extremadura ha sido un "paréntesis", dicen en su entorno. Y ahora solo busca recuperar el control.