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La guerra de reproches devora a la izquierda a las puertas del pacto de Yolanda Díaz
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Negociaciones para conformar Sumar

La guerra de reproches devora a la izquierda a las puertas del pacto de Yolanda Díaz

El choque frontal con los aliados de Sumar aleja a Podemos del acuerdo. La cúpula de Belarra calló ante la acusación de los comunes de que negocian con ERC. Díaz pone tierra de por medio en Doñana

Foto: Las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales y Agenda 2030, Irene Montero y Ione Belarra. (EFE/Zipi Aragón)
Las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales y Agenda 2030, Irene Montero y Ione Belarra. (EFE/Zipi Aragón)
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Podemos vive estos días sus horas más difíciles, por delante de la derrota en las urnas el 28-M. A su extinción en los parlamentos autonómicos se une la presión para pactar con Sumar y las advertencias de sus respectivas direcciones territoriales, más sutiles esta semana, para que su partido asegure confluir con la plataforma de Yolanda Díaz. Y a esto se ha sumado el frente abierto por los comunes de Ada Colau, generando un incendio que los morados ni siquiera han intentado apagar.

La dirección estatal rompió brevemente su silencio este lunes para vender "discreción" en las negociaciones con Sumar. Por la tarde, su líder histórico, Pablo Iglesias, acusó a los tres principales aliados de la vicepresidenta de vetar la presencia de los suyos en listas, para verse desmentido este martes por las tres fuerzas -Mónica García acusó a Iglesias de mentir, a última hora-. Los comunes, pieza fundamental en la construcción del proyecto de Díaz, desvelaron que los morados les habrían presionado con un posible pacto con ERC en Cataluña, de no lograr sus objetivos para concurrir conjuntamente. Esas conversaciones fueron rápidamente negadas por el partido de Oriol Junqueras, mientras la cúpula de Ione Belarra mantenía un silencio sepulcral, solo roto por algunos dirigentes en redes sociales para abordar otras cuestiones. Todo, en mitad de una negociación que debería saldarse entre el miércoles y el jueves, para intentar evitar la imagen de un nuevo acuerdo sobre la bocina, como el que se dio en las elecciones andaluzas de hace un año.

Foto: Ione Belarra y Ada Colau. (EFE/Enric Fontcuberta)

De fondo, sobrevolaba una idea expuesta por alguno de sus dirigentes en la ejecutiva del lunes: acuerdo sí, pero no a cualquier precio. "No nos van a humillar", afirmaron fuentes de Podemos. Hay diferencias significativas en la escena que narran distintos dirigentes presentes. Por un lado, hay quienes afirman que hubo "cero discrepancia" en ir junto a Sumar, sin "integrarse" en el proyecto de Díaz. Es decir, sin disolverse. "Todas las intervenciones señalaban la necesidad de que Podemos sea una estructura sólida y organizada", apuntaron. Hay quienes destacan que tanto Ione Belarra como Irene Montero también defendieron la "unidad", pero "sin humillaciones".

Y hay quienes cuestionan que los más hooligans precisaran que el acuerdo debía ser razonable, frente a los que argumentaron que el pacto es la única opción posible. "Creo que Ione va a estar a la altura del momento y que va a saber gestionar esto para que vayamos todos a una", deseaba otro de los presentes. Públicamente, los morados vendían no haber registrado fisura alguna, pese a los toques de atención desde Baleares —el vicepresidente, Juan Pedro Yllanes, ha pedido dimisiones en la cúpula—, Euskadi o Galicia, y otros más sutiles desde Navarra o Extremadura.

La preocupación en los territorios se convertía en un secreto a voces, mientras distintos aliados de Sumar no daban crédito a las pretensiones trasladadas por los morados en las negociaciones, que han ido rebajando: empezaron reclamando 18 sillones en listas —la mayoría, de salida—, los puestos uno y dos por Barcelona, el dos por Valencia y por Sevilla, y el uno en Murcia para Javier Sánchez, su líder en la región. La situación no es halagüeña, reconocen.

Foto: Enrique Santiago, Irene Montero y Yolanda Díaz. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Más allá de la estrategia "victimista", habitual en los morados, según dirigentes de estos partidos, hay quien afirmaba que el supuesto intento de pacto con ERC era "un farol" —también podía beneficiar a los comunes, al alejar a Podemos—; quien aseguraba creer que finalmente concurrirán juntos, e incluso quien deslizaba que la cúpula de Belarra estaría buscando generar un "relato" para justificar su descuelgue del pacto, después de criticar a Más Madrid y Compromís durante toda la campaña por haber concurrido con sus siglas, por separado.

"Quien rompe, paga", es una máxima repetida por los morados hace meses, a la hora de evaluar una futurible salida de la coalición de gobierno. No verse responsabilizados de una ruptura, en el caso de quedar fuera de Sumar, sería una de sus prioridades, toda vez que las encuestas arrojan que los resultados del 23-J serán peores si la izquierda concurre dividida. De llegar a un acuerdo, Podemos debería consultar a su militancia, algo que los plazos hacen muy difícil, y en la dirección reconocen que esta ratificación podría escenificarse a posteriori.

Díaz pone tierra de por medio

Por su parte, la líder de Sumar viajará durante la mañana a Doñana, acompañada por el flamante portavoz de su partido, Ernest Urtasun, el segundo fichaje estrella de Díaz estos días, tras el de Pablo Bustinduy, exdirigente morado en su día alineado con las tesis de Íñigo Errejón. La vicepresidenta segunda, que también se reunirá con organizaciones ecologistas, acudirá al parque en plena pugna entre el Gobierno y la Junta por la visita fallida del Bundestag alemán a la zona.

Foto: Yolanda Díaz, durante la campaña de las municipales en Sevilla. (EFE / José Manuel Vidal)

Díaz pondrá así tierra de por medio, en una jornada en la que se espera que Más País ratifique públicamente con su militancia el pacto que aspira a sellar con Sumar, y a la espera de que Compromís pueda desarrollar su propio proceso próximamente. Mónica García y Rita Maestre se reunirán con sus simpatizantes, después de que las asambleas de base hayan preguntado —en genérico, sin un detalle sobre la negociación— sobre su unión con Sumar. En la tarde del martes, Proyecto Drago, la plataforma del exnúmero tres de Podemos Alberto Rodríguez, anunció el esperado pacto con la formación de la vicepresidenta, incrementando la presión sobre los morados. El núcleo duro morado, una vez más, guardaba silencio.

Podemos vive estos días sus horas más difíciles, por delante de la derrota en las urnas el 28-M. A su extinción en los parlamentos autonómicos se une la presión para pactar con Sumar y las advertencias de sus respectivas direcciones territoriales, más sutiles esta semana, para que su partido asegure confluir con la plataforma de Yolanda Díaz. Y a esto se ha sumado el frente abierto por los comunes de Ada Colau, generando un incendio que los morados ni siquiera han intentado apagar.

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