Es noticia
¿Condenados a partirnos la cara? El "aprobado raspado" de los españoles en convivencia
  1. España
LA CULTURA DEL ENCUENTRO

¿Condenados a partirnos la cara? El "aprobado raspado" de los españoles en convivencia

El Índice de Cultura del Encuentro (ICE), un indicador elaborado por la Universidad Pontificia Comillas, pone de manifiesto cómo la polarización marca la sociedad con un factor clave: la política

Foto: Una estudiante en un aula. (EFE/Mariscal)
Una estudiante en un aula. (EFE/Mariscal)

El Congreso alcanzó esta semana uno de sus mayores picos de crispación en plena crisis institucional. Sus señorías intercambiaron críticas, insultos, reproches y acusaciones de golpes de Estado en un clima completamente incendiado y polarizado. Y esa atmósfera, lejos de ser un episodio puntual en la arena política, tiene un reflejo en la calle y en los comportamientos de la gente. La sociedad española obtiene una nota del 5,6, un "aprobado raspado", en el Índice de Cultura del Encuentro (ICE), un indicador elaborado por la Universidad Pontificia Comillas a partir de una encuesta ad hoc bianual que mide el grado de convivencia.

¿No es suficientemente bueno este suficiente por los pelos? Los expertos —que han publicado estos resultados en el Informe España 2022— señalan que el país "necesita mejorar". "La fotografía de la realidad española que sale analizando esos valores y factores con respecto a indicadores transversales, como la aceptación de la diversidad, la tolerancia, el respeto, la cultura medioambiental, las relaciones intergeneracionales o la identidad de género, nos da para un aprobado raspado, pero con muchos déficits. Y la realidad social, económica y política de España no ayuda a mejorar esa cultura del encuentro", señala Sebastián Mora, uno de los autores del informe.

Hay un aspecto que incide por encima de los otros a la hora de determinar cómo están nuestros niveles de convivencia: la política

En un momento marcado por la fuerte polarización, existente también a nivel global, esta cultura del encuentro "resulta más necesaria que nunca". "La guerra de Ucrania —con el consiguiente resurgir del mundo de bloques y de confrontación de la Guerra Fría— no es más que el epítome de un mundo que lleva décadas asistiendo a la multiplicación de lo que los politólogos denominan cleavages, de las líneas de ruptura, de los ejes de la diferencia y la desigualdad", sostiene el informe, auspiciado por la Cátedra José María Martín Patino, en recuerdo del que fuera secretario del cardenal Tarancón y fundador, en 1985, de la Fundación Encuentro.

Pero hay, sobre todo, un aspecto que incide por encima de los otros a la hora de determinar cómo están nuestros niveles de convivencia: la política. Un extremo que explica en parte cómo episodios como el vivido en el Congreso calan en la sociedad y trasladan esa división. "Al final, la cultura del encuentro es diálogo, es reconocimiento del otro, es tolerancia, es honestidad, es recepción de la diversidad y aceptación del otro y de sus distintos puntos de vista… Y estamos viendo que, en la política, casi ninguno de estos factores variables o prácticas, son especialmente consistentes: no hay un respeto al otro, no hay un diálogo entrecruzado y, evidentemente, en la política, pero también en el mundo de lo religioso y lo económico, estamos en un mundo tremendamente polarizado. A veces decimos que tenemos la política que tenemos porque los ciudadanos somos como somos, pero también es verdad que, porque tenemos la política que tenemos, los ciudadanos somos como somos. Y ahí hay elementos en los cuales necesitamos una amplia mejoría", certifica el profesor de Comillas.

Para la confección del informe, los investigadores de este centro de la Compañía de Jesús analizan datos secundarios de fuentes nacionales e internacionales con los que, finalmente, chequean la salud de una serie de valores sociales e individuales, pero también de las condiciones estructurales de la sociedad.

La Transición como metáfora

En estos casos, la tentación suele ser mirar al pasado y, al volver la vista, se topa con la Transición, aquella época en la que quien da nombre a la Cátedra, el cura Martín Patino, pero sobre todo su jefe en el Arzobispado de Madrid, el cardenal Tarancón, fueron determinantes para poner a una Iglesia que venía de apoyar a Francisco Franco en la senda del encuentro y que acabaría propiciando algo parecido a la reconciliación. "Sociológicamente hablando, la cultura del encuentro pretende ver qué mediaciones, qué puentes podemos construir para que haya un espacio de reconocimiento y de respeto, de sostenibilidad ambiental, de percepción de la diversidad que no suponga renunciar cada uno a su identidad, pero sí a ponerla cada uno en juego con la de los otros", sostiene Mora.

Foto: La prueba de madurez valdrá menos en la nueva Selectividad. (EFE

Y eso fue exactamente lo que algunas instancias sociales hicieron durante aquellos años, también en el ámbito de la política. "La Transición fue un espacio de encuentro, pero no podemos olvidar que también entonces hubo muchas polarizaciones a nivel socioeconómico y político, aunque el icono de los líderes políticos hablando y encontrándose, llegando a acuerdos, es una metáfora muy fuerte de lo que hoy nos falta", reconoce Mora, aunque tampoco sacraliza aquellos tiempos: "Hoy, sin duda, estamos mucho más avanzados en el respeto a la diversidad de género, en la diversidad cultural, incluso en la intergeneracional, y por supuesto mucho más en la cultura medioambiental que en los tiempos de la Transición. Pero en aquel momento, lo que hubo fue un gran encuentro del mundo político que hoy está fallando. Y aunque no solo por la actitud de los políticos se consigue una alta cultura del encuentro, sin la actitud y la práctica de los políticos, sí que esta no se consigue nunca".

Cansancio de la democracia

Tampoco hay que descartar que algunos de esos niveles que reman a favor del encuentro, como la mayor aceptación de la diversidad sexual, social, de la conciencia ecológica, etc., son, al mismo tiempo, algunos de los factores que, a la vez, más están tensionando en la actualidad el panorama político. "Al ser elementos muy rupturistas, también generan muchos extremos", apunta el doctor en Sociología. "El problema no es que existan extremos, porque siempre han existido; el problema es que se han roto los puentes para que esos extremos se encuentren, lo cual constituye una gran dificultad para el encuentro", añade.

"Lo preocupante no es que existan elementos polares, sino que hayamos roto las institucionalizaciones que hacían de puente"

El profesor, no obstante, intenta quitar hierro a este escenario. "No vivimos en la peor de las sociedades", advierte, tras poner el listón en los años 30 del siglo pasado. Lo que sí le inquieta es que hay puentes que se han roto en la sociedad española. "Uno era la política democrática. Y hoy hay incluso un cierto cansancio de la política democrática. Otro puente eran las religiones como espacio de encuentro y, hoy, en buena medida se han polarizado también. Igualmente, da la sensación de que ha desaparecido del discurso público el humanismo filosófico o, quizás, tenemos que reinventar un nuevo humanismo que sea puente entre ambos extremos. Por eso, lo preocupante no es que existan elementos polares, sino que hayamos roto las institucionalizaciones que hacían de puente. Por eso hay que recrear las instituciones, las políticas, las religiosas, las culturales, la universidad como lugar de encuentro… Porque ese es el espacio donde se pueden poner en común las personas que vienen de los extremos", añade Mora.

Ellas construyen más y mejores puentes

Uno de los descubrimientos del informe es que la mujer genera mayor encuentro que el hombre. "Por la cultura en la que nos hemos desarrollado, la mujer ha jugado un papel fundamental a la hora de construir puentes, ya fuesen educativos o sociales y, desde luego, ahí está toda la cultura del cuidado que provine del mundo femenino, y que la filosofía feminista ha puesto encima de la mesa, de percepción de la vulnerabilidad y de resiliencia. Todos estos elementos son básicos a la hora de construir encuentro", explica el experto que ha participado en el informe.

Y a esa tarea constructora quiere consagrarse el Observatorio de la Cultura del Encuentro, que pondrá en marcha Comillas en 2023, y que bebe "del marco teórico del papa Francisco, que nos dice que lo importante no es construir muros, sino establecer puentes", subraya el especialista. Para ello, cada dos años se hará una encuesta a nivel estatal, se realizarán estudios comparados con países europeos del entorno y se propiciarán encuentros en múltiples ámbitos, desde luego entre políticos, como sucedía en los tiempos de la Transición, pero también, por ejemplo, entre religiones. Se trata, resume el sociólogo, "de poder realmente rescatar esas mediaciones y reconstruir los puentes que nos deben hacer profundizar en nuestra identidad, pero de una manera abierta, acogedora y compasiva".

El Congreso alcanzó esta semana uno de sus mayores picos de crispación en plena crisis institucional. Sus señorías intercambiaron críticas, insultos, reproches y acusaciones de golpes de Estado en un clima completamente incendiado y polarizado. Y esa atmósfera, lejos de ser un episodio puntual en la arena política, tiene un reflejo en la calle y en los comportamientos de la gente. La sociedad española obtiene una nota del 5,6, un "aprobado raspado", en el Índice de Cultura del Encuentro (ICE), un indicador elaborado por la Universidad Pontificia Comillas a partir de una encuesta ad hoc bianual que mide el grado de convivencia.

Universidades Educación
El redactor recomienda