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Sánchez resistirá en Moncloa hasta 2023 pese al choque continuo con sus socios
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La estrategia del presidente

Sánchez resistirá en Moncloa hasta 2023 pese al choque continuo con sus socios

El líder del Ejecutivo no ve riesgo de ruptura con Podemos y fía todo a las medidas que aprobará mañana contra la crisis energética. Busca llegar a 2023 con pactos a derecha e izquierda. Su equipo dice que seguirán "ganando elecciones"

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Moncloa/Fernando Calvo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Moncloa/Fernando Calvo)
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"No habrá adelanto electoral. No creo que esté en la cabeza del presidente ni como una posibilidad". Quien hace esta afirmación tan categórica es un ministro de los que han estado con Pedro Sánchez desde sus comienzos. Esos que le conocen y que se han acostumbrado a mantener la calma cuando parece que todo se pone en contra. El presidente ha logrado contagiar a su equipo de un optimismo patológico, no solo como podemos comprobar por sus declaraciones en público, sino también en privado. El ala socialista de la Moncloa confía en la estrategia de supervivencia de su líder, y donde la oposición y los analistas ven "uno de los peores momentos del Ejecutivo", ellos leen un escenario "difícil, pero lleno de oportunidades para consolidarnos como un Gobierno que resuelve los problemas". El respaldo de Bruselas a las exigencias de Sánchez, para reconocer la peculiaridad de la Península y permitirle desligar el precio del gas de la energía como medida de urgencia para rebajar la factura de la luz, ha contribuido a apuntalar esta creencia de que se podrá agotar la legislatura. Los que trabajan día a día con Sánchez insisten en que el presidente les ha trasladado que "necesita tiempo para aplicar su programa". El argumento es que la pandemia obligó a cambiar toda la hoja de ruta y que ahora la invasión de Ucrania por Rusia es un nuevo reto que descoloca la agenda gubernamental.

Los ministros son conscientes de que una guerra en Europa es un escenario de volatilidad e incertidumbre y que cualquier previsión puede acabar een papel mojado, pero también comparten que les afianza como partido de gobierno. En esta línea se manejan las medidas y los tiempos del decreto ley que se aprobará en el próximo Consejo de Ministros para dar una salida a los sectores más afectados por la subida de precios. Desde el transporte o los agricultores hasta las familias que tienen en la inflación el mayor impuesto en estos momentos. La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, ya ha advertido de que tardará en ponerse en marcha el mecanismo que permita rebajar las tarifas, pero se descarta un aumento de la conflictividad social, como algunos vienen vaticinando. Pese a que el Gobierno ha tenido que rectificar, y finalmente dar soluciones a camioneros y pescadores sin esperar al 29-M, y con los convocantes de los paros que han puesto en jaque a buena parte del país aún en pie de guerra, no hay temor a "un incendio en la calle". El diagnóstico que se hace entre algunos ministros es que lo que ocurre en la calle es fruto de un "cansancio psicológico" de la sociedad tras la pandemia. Hay plena confianza en que el suflé bajará con las medidas dirigidas a las clases medias y las personas que más lo necesitan.

Foto: La portavoz del PP, Cuca Gamarra, interpela al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control. (EFE)

El relato parece demasiado facilón. Al ser preguntados, tanto titulares de las principales carteras afectadas por esta crisis como en el PSOE, se detecta que todo está milimétricamente calculado para aguantar creciendo sobre la adversidad, tanto frente a los socios de investidura como ante el principal partido de la oposición. En el caso de Podemos, hay una metáfora de una ministra que resume bien lo que se vive internamente en la coalición. "Es como cuando antiguamente las monarquías europeas cerraban matrimonios de conveniencia. No había amor, pero era una cuestión de interés mutuo". Las últimas tensiones a cuenta del cambio de postura sobre el Sáhara —que en Moncloa insisten que sí se explicó a la vicepresidenta Yolanda Díaz—, la fractura por la posición ante el conflicto en Ucrania o el aumento del gasto de Defensa no serán suficientes para romper la coalición, aunque "no nos soportamos", admiten los socialistas.

La seguridad al afirmar que la sangre no va a llegar al río estriba en que Podemos necesita mantener sus sillones, al menos hasta pocos meses antes de las elecciones generales, que si se cumple el calendario presidencial serían a finales de 2023. Cada ministerio mueve más de 20 asesores que no tienen cargo público y necesitan los ingresos, explican a este medio desde el PSOE, donde aún hay mucho malestar por las declaraciones de la ministra Belarra tachándoles de partido de guerra: "Ha sido un punto de inflexión y deben pensar sobre lo que supone tener sentido de Estado". El toque de atención es más en cuanto a las relaciones personales que a las políticas. Con Yolanda Díaz hay mayor fluidez en el trato. Ahora, a diferencia de lo que ocurrió con la reforma laboral, forma parte del equipo negociador con los grupos parlamentarios junto con la vicepresidenta Nadia Calviño y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Sirve de pegamento el "pésimo" trato entre Díaz, Montero y Belarra, según constatan los que conviven con ellas, tanto en el Gobierno como en el Congreso. En el socialismo, preocupa cada vez menos la anunciada plataforma de izquierdas de la vicepresidenta: "Yolanda no tiene a nadie, como le pasaba a Carmena". La contienda bélica también la ha perjudicado en sus intereses electorales porque, como miembro del Gobierno, ahora no es el momento de hacer campaña. Y, además, la mano negra de Pablo Iglesias ha conseguido debilitarla.

Ante este panorama en el ala más a la izquierda, el PSOE cuenta con mantener el apoyo de Podemos, tanto en el Consejo de Ministros como en el Congreso. Fuentes socialistas, además, ponen en valor que "el único Gobierno de coalición que se mantiene en el tiempo en nuestro país y con fortaleza es el central", en contraposición con las pugnas que han vivido PP y Ciudadanos, y restan importancia a las diferencias "propias de las coaliciones donde hay programas y partidos diferentes". A partir de aquí, el trabajo irá encaminado a limar asperezas con otros socios de investidura, como ERC o PNV. La pasada semana, tanto Gabriel Rufián como Aitor Esteban fueron especialmente duros con Sánchez. Esto tampoco quita el sueño al presidente. La cercanía de las elecciones municipales condiciona a catalanes y vascos. El freno de la agenda soberanista, que después de verano parecía el eje de Sánchez como 'el pacificador de Cataluña', no ayuda. ¿Qué hará el presidente para recomponer relaciones? La respuesta es ampliar la negociación con otros grupos y demostrar que la geometría variable es posible, además de agitar que todo lo que no sea el PSOE se convertirá en extrema derecha por las alianzas entre PP y Vox. Con Sánchez vivirán mejor: es el mantra.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Horst Wagner)

En este punto, entra en juego la relación con el nuevo PP de Feijóo. En pocos días, los socialistas han pasado de verle como una amenaza por su perfil de Estado a pronosticar que "le esperan muchos dolores de cabeza". El bautismo en la política nacional ha estado lleno de errores, según valoran desde el entorno de Sánchez. Las mismas fuentes ponen el acento en que sigue con la misma dicotomía que Pablo Casado en su relación con el partido de Santiago Abascal. El eterno debate sobre si ir más al centro o a la derecha. El presidente citará a Feijóo cuando sea elegido, el próximo fin de semana y oficialmente, como líder del PP, y a partir de aquí buscará una alianza que le ayude a dar imagen de moderado. Para el gallego, cada paso será una trampa. Por ejemplo, cuenta con el PP para sacar el decreto ley de urgencia para paliar los efectos de la escalada de precios. No le dará las bajadas de impuestos comprometidas en la Conferencia de Presidentes de La Palma, aunque juega con la ventaja de que los populares no pueden votar en contra de algo bueno para los ciudadanos. Si no colaboran, los meterán en el saco de Vox.

Con los naranjas, se ha reforzado la relación. Se esperará a convocar el debate sobre el estado de la nación hasta que la líder Inés Arrimadas esté más recuperada tras su reciente maternidad. El 'pactómetro' es, en estos momentos, el arma principal para acabar la legislatura e ir sacando iniciativas parlamentarias. "Cuando las propuestas son más conservadoras, tenemos los diputados de PP y Ciudadanos; cuando son más de izquierdas, a Podemos y sus socios", calcula en alto una ministra bregada en las negociaciones. Sánchez ha demostrado su capacidad de supervivencia en el Congreso más fraccionado de la historia y sobre ella seguirá pivotando. Ahora, además, se le abre un nuevo escenario que también desde su punto de vista le es favorable. "Si Feijóo respeta su compromiso de que gobierne la lista más votada, nosotros seguimos ganando las elecciones", recalcan los socialistas, que en todas las encuestas se mantienen como primera fuerza. Hoy la consigna es aguantar, mañana ya se verá.

"No habrá adelanto electoral. No creo que esté en la cabeza del presidente ni como una posibilidad". Quien hace esta afirmación tan categórica es un ministro de los que han estado con Pedro Sánchez desde sus comienzos. Esos que le conocen y que se han acostumbrado a mantener la calma cuando parece que todo se pone en contra. El presidente ha logrado contagiar a su equipo de un optimismo patológico, no solo como podemos comprobar por sus declaraciones en público, sino también en privado. El ala socialista de la Moncloa confía en la estrategia de supervivencia de su líder, y donde la oposición y los analistas ven "uno de los peores momentos del Ejecutivo", ellos leen un escenario "difícil, pero lleno de oportunidades para consolidarnos como un Gobierno que resuelve los problemas". El respaldo de Bruselas a las exigencias de Sánchez, para reconocer la peculiaridad de la Península y permitirle desligar el precio del gas de la energía como medida de urgencia para rebajar la factura de la luz, ha contribuido a apuntalar esta creencia de que se podrá agotar la legislatura. Los que trabajan día a día con Sánchez insisten en que el presidente les ha trasladado que "necesita tiempo para aplicar su programa". El argumento es que la pandemia obligó a cambiar toda la hoja de ruta y que ahora la invasión de Ucrania por Rusia es un nuevo reto que descoloca la agenda gubernamental.

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