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'¡Táser, táser, táser!': un 'software' y cámaras inteligentes permiten controlar su uso
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La Policía cuenta con al menos 850 unidades

'¡Táser, táser, táser!': un 'software' y cámaras inteligentes permiten controlar su uso

El uso de este tipo de arma se está extendiendo entre los cuerpos de seguridad por su capacidad para inmovilizar a sujetos violentos, aunque deben seguir un estricto protocolo para hacer un buen uso

Foto: Varios táser adquiridos por la Policía Nacional. (Policía Nacional)
Varios táser adquiridos por la Policía Nacional. (Policía Nacional)

El individuo, fuera de sí, estaba atrincherado en la celda. Había lanzado el colchón y destrozado la cama para impedir que entraran los agentes que custodiaban los calabozos. La situación era tensa y complicada porque el riesgo de que el detenido se autolesionase era alto si decidían reducirlo por la fuerza. Para evitar que finalmente se hiriese, un policía adiestrado para ello desenfundó su pistola eléctrica, apuntó al hombre y, tras requerirle en varias ocasiones que depusiera su actitud, apretó el gatillo.

Las sondas se clavaron y 0,0021 amperios recorrieron su cuerpo interfiriendo con el sistema nervioso hasta desmayarse. Esta fue la primera vez que la Policía Local de Marbella hizo uso de esta arma eléctrica que cada vez es más visible en los cuerpos policiales del país. Un recurso intermedio entre la tradicional defensa y la pistola reglamentaria que presenta multitud de singularidades técnicas y cuyo uso exige un protocolo recogido en una serie de manuales a los que ha tenido acceso El Confidencial.

Foto: Varios táser adquiridos por la Policía Nacional. (Policía Nacional)

La citada policía marbellí, uno de los últimos cuerpos en aumentar su dotación hasta disponer de cerca de una veintena de armas de este tipo, compró en abril del pasado año un total de 15 como “medida de protección para la contención del avance del covid”. Pagó por ellas un importe de 43.669,69 euros.

La adquisición se produjo en los primeros momentos de la pandemia, en los que las dudas superaban a las certezas y las informaciones sobre las formas de transmisión cambiaban constantemente. El ayuntamiento justificó la operación en un decreto en el que señalaba que los agentes se enfrentaban a un virus “altamente contagioso” que “obliga a extremar las condiciones de contacto con la población, en general; y, muy especialmente, con colectivos vulnerables que les hacen, como consecuencia de sus adicciones y estilos de vidas, blancos fáciles a la hora de contraer cualquier tipo de enfermedad”.

El texto insistía en esta línea argumental y apuntaba que “muchos de ellos viven permanente en la calle y con la carencia de las más mínimas condiciones de higiene y sanidad”. Palabras que provocaron los reproches del Colegio Profesional de Trabajo Social de Málaga, que emitió un comunicado en el que lamentaba la “criminalización sobre estos colectivos, que son la población más frágil y excluida socialmente”.

Foto: Un policía italiano con una pistola táser en la presentación pública de este tipo de armas en 2018. (EFE)

¿Pero cuáles son los sistemas de control de este tipo de armas para evitar excesos? Pocos saben que las habitualmente conocidas como táser tienen un 'software' que hace la misma función que la caja negra de un avión y recoge “la fecha y hora del disparo, el tiempo de descarga y la temperatura ambiente”. Este sistema de serie se puede complementar con ‘gadgets’ externos como cámaras inteligentes, como las adquiridas por el consistorio marbellí el pasado mes de marzo con un coste aproximado de 3.600 euros, que registran la escena entre diez y 20 segundos antes de que el agente desenfunde arma.

“De una forma coloquial, es como si fuese grabando constantemente y autodesechando automáticamente para liberar espacio de almacenamiento. Únicamente conserva las imágenes en las que el agente acaba esgrimiendo la pistola eléctrica”, explica a este periódico un policía que ha manipulado este tipo de arma y que sostiene que su capacidad de intimidación es mayor que las de fuego, ya que “el individuo es consciente de que cualquier agente se siente coartado a usarla porque puede acabar con una vida”.

El archivo de video con la escena grabada, “que es inalterable”, debe ser remitido al juzgado junto con las diligencias del caso y el policía deberá realizar un informe interno sobre la intervención en el que debe incluir: “el tipo de uso de la pistola (por disparo, por contacto, por exhibición, si se ha activado pero no utilizado...), el número de serie del táser y los datos de la carga empleada”. También se adjuntarán los testimonios de los testigos oculares y, por ejemplo, grabaciones realizadas por “medios públicos externos”.

No usarlas en azoteas, dónde apuntar y amperaje

Según recogen los distintos manuales policiales, el uso de la pistola eléctrica se acota a una serie de situaciones concretas. La primera es que el sujeto porte un arma blanca o de impacto, otra es que “tenga una fortaleza excepcional” y una tercera es que “muestre o se le conozcan habilidades combativas”. Y, en definitiva, “cualesquiera otras que evidencien un riesgo para la integridad física”.

“Cuando el operador de la pistola eléctrica decida o se le ordene desenfundar deberá gritar: ‘¡táser!’ y deberá dirigirse al sospechoso para indicarle que tiene un inmovilizador electrónico y que obedezca las órdenes". El agente, detallan, debe instar al individuo a que arroje el arma, que no se aproxime y que deje de resistirse. Pero, si persiste en su actitud agresiva y debe hacer uso del arma, deberá gritar '¡táser, táser, táser!' para que los compañeros puedan cogerlo en la caída y no sufrir lesiones por el impacto.

Hay que tener en cuenta que estas armas proporcionan una descarga de 0,0021 amperios que interfiere con el sistema nervioso y altera la capacidad motora, principalmente de brazos y piernas. La corriente máxima que se puede tocar y soltar es de 0,0160 amperios, mientras que una potencia de dos amperios provoca el paro cardíaco y causa daños en órganos internos.

Foto: (Foto: EFE)

Las citadas fuentes precisan que la pistola eléctrica, que tiene un alcance de siete metros, nunca debe emplearse cuando el sujeto se encuentre en un lugar elevado, como balcones, terrazas, o azoteas, ni en gasolineras o espacios con acumulación de gases. Tampoco en personas rociadas con algún tipo de producto inflamable, ni de forma combinada con sprays de defensa que no han sido testados con anterioridad.

“El disparo se realizará, siempre que sea posible, teniendo en cuenta que el primer dardo no deberá alcanzar cerca de la cara”, para lo que los policías cuentan con la referencia del láser guía. “Si es por delante, no más alto de la apófisis xifoides –un apéndice que se ubica en la parte inferior del esternón– y si es por la espalda, no debe superar los hombros”.

Los distintos manuales señalan que el táser "no sustituye el uso de la fuerza letal, es un complemento"


Si alguna de las sondas “impacta en un ojo, en el cuello o los genitales”, se debe inmovilizar al sujeto para “evitar que se las arranque” y, tras separar la carga del arma, “se cortarán o romperán los cables” para trasladarlo a un centro sanitario. Se recomienda llevar a los médicos un modelo de la sonda que tengan que extraer. Los distintos manuales señalan que el táser “no sustituye el uso de la fuerza letal, es un complemento” y advierten que no son infalibles, por eso el resto de policías presentes deben estar prevenidos para actuar y “minimizar riesgos”.

Los últimos datos estadísticos difundidos por un distribuidor de esta arma señalan que los cuerpos policiales españoles cuentan con al menos 850 unidades. Y añade que los táser están presentes en un centenar de países, se han utilizado más de 3,2 millones de ocasiones y “ninguna sentencia judicial los ha considerado causa de muerte alguna”.

El individuo, fuera de sí, estaba atrincherado en la celda. Había lanzado el colchón y destrozado la cama para impedir que entraran los agentes que custodiaban los calabozos. La situación era tensa y complicada porque el riesgo de que el detenido se autolesionase era alto si decidían reducirlo por la fuerza. Para evitar que finalmente se hiriese, un policía adiestrado para ello desenfundó su pistola eléctrica, apuntó al hombre y, tras requerirle en varias ocasiones que depusiera su actitud, apretó el gatillo.

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