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Se acaba la comida en las casas: "Sin bancos de alimentos habría disturbios en seis meses"
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LAS CLASES MEDIAS CAEN EN LA 'NUEVA POBREZA'

Se acaba la comida en las casas: "Sin bancos de alimentos habría disturbios en seis meses"

Días atrás hubo una pelea en un banco de alimentos por la falta de comida. Cada vez más familias están al límite. Los juzgados ya notan la crisis del hambre y aumentan los hurtos

Foto: Reparto de alimentos y artículos de primer necesidad en Fundación Madrina. (EFE)
Reparto de alimentos y artículos de primer necesidad en Fundación Madrina. (EFE)
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Días atrás, en uno de los puntos de entrega de alimentos de la Fundación Madrina se terminaron los víveres ante el incremento de personas que ya no tienen nada para comer. De repente “estallaron fuertes peleas por la comida que no llegaba a todos”, recuerda Conrado Giménez, presidente de la fundación, que ejerce desde marzo como uno de los principales bancos de alimentos de Madrid. Tan agria se puso la situación que la policía tuvo que intervenir para poner orden. “Es una pena que ya lleguemos a pelearnos por la comida como en tiempos de guerra”, suspira Giménez.

La pobreza se extiende entre la sociedad española como una mancha de aceite, lenta pero imparable. Se extinguen los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y los empleados son despedidos, los autónomos se quedan sin ahorros, los trabajadores sin contrato suman otro mes más sin trabajar y son expulsados de sus viviendas tras meses de impagos, forzados a vivir en la calle junto a sus familias, mientras las ayudas públicas prometidas nunca llegan.

Foto: Desinfección de las calles de Ourense durante el presente confinamiento perimetral. (EFE)

“Cada vez hay más personas llegando al límite”, advierte Giménez, que cubre el 70% de la pobreza en la capital. “En septiembre, quien tenía algo de ahorro esperaba que la economía repuntara, pero no lo está haciendo y termina en las colas del hambre. Esta segunda ola es la de la ‘nueva pobreza’, la de familias que nunca se habían visto obligadas a acudir a un banco de alimentos. Estamos entregando comida a azafatas, modelos, empresarias y autónomas con cuatro idiomas, arquitectos, hosteleros, taxistas, albañiles y todos los sectores envueltos en turismo, ocio y eventos, que han sobrevivido de ahorros durante estos meses pero ya no pueden más”.

El presidente de Fundación Madrina es tajante: “En los próximos meses, aumentará el 50% la pobreza infantil. Si los bancos de alimentos dejaran de suministrar provisiones y enseres de bebé, en seis meses habría un estallido social con un aumento de la delincuencia. Estamos haciendo de amortiguador social ante el bloqueo de las ayudas del Gobierno. Se trata de ayudas fantasma que no están llegando a los beneficiarios. Solo los bancos de alimentos están impidiendo que se rompan cristales. Ya hemos percibido un aumento de los robos en tiendas de alimentación y otros comercios”. Según cálculos de la fundación, el 30% de la población se encuentra en riesgo de ‘nueva pobreza’ por la falta de empleo y la no llegada de ayudas sociales como la Renta Mínima de Inserción (RMI) y el Ingreso Mínimo Vital (IMV).

Denunciados que pasan hambre

Los datos de la Comunidad de Madrid confirman un incremento de los hurtos, todavía moderado. Este mes de septiembre han supuesto un 12% sobre el total de delitos sobre el patrimonio, por el 8% del año anterior. El repunte respecto a agosto es claro. Días atrás, el juez de primera instancia Gregorio María Callejo alertaba de un aumento de juicios de delitos leves por hurto de cantidades moderadas de comida en los que el denunciado alega que no tiene para comer. Igual que los datos globales de hurtos, no se trata un incremento notable, pero sí indica una tendencia.

“Los denunciados me están empezando a alegar la necesidad de comida con más frecuencia que anteriormente”, afirma Callejo. “Y se trata en varios casos de testimonios creíbles, porque no es el perfil de la gente que suele robar en los supermercados, se trata de pocas cantidades de productos básicos. No puedo afirmar que esto les esté ocurriendo a más jueces, pero es una percepción. El derecho penal es un termómetro de la sociedad. Si realmente hay problemas de abastecimiento de productos básicos en los hogares es muy alarmante. Sería un trauma para un estado social como el nuestro”.

Un hurto por valor inferior a 400 euros es una infracción leve que conlleva una pena de multa. A estos juicios se permite acudir sin abogado por considerarse una infracción menor. Si el juez considera que el denunciado actuó motivado por una emergencia vital, puede aplicarle el llamado ‘estado de necesidad’ (en concreto el ‘hurto famélico’) y absolverle. Si no, existen atenuantes que dejan la sanción en una cantidad simbólica.

placeholder Cola para recoger alimentos en Fundación Madrina. (EFE)
Cola para recoger alimentos en Fundación Madrina. (EFE)

“La jurisprudencia es muy restrictiva porque no puedes dar carta blanca a robar comida. Pero si el denunciado es una señora que ha robado unas latas de sardinas, bonito y lentejas y que llevaba días alimentándose de agua y harina, como me pasó hace un año, se le puede eximir por completo”, explica el juez. “Hay varios indicios que te permiten saber si una persona ha robado por necesidad vital. El tipo de productos que se ha llevado, si ha sido una cantidad razonable, si ha tenido la torpeza de que suenen las alarmas, señal de que no suele robar… En un hurto se pone una extensión a la multa que va de uno a tres meses, con una cuota diaria que se establece en función de la capacidad económica del denunciado, en una horquilla diaria de 2 a 400 euros. Como se trata de personas casi en la indigencia se les suele aplicar el extremo más bajo y condenarles a una multa de 30 o 60 euros”.

Más robos en supermercados

Los supermercados son las víctimas principales de los hurtos. Según fuentes cercanas a varias cadenas importantes, el número de robos se ha disparado de forma notable. El incremento este mes de octubre supera en un 200% las cifras del año 2019. Las números son altos desde el mes de mayo, y la tendencia es idéntica a la de los hurtos en general. Tras un verano estable, se genera un pico de robos en supermercados entre septiembre y octubre. En 2019 no se produjo esa subida hasta noviembre y luego escaló en diciembre, que son las fechas más calientes en los supermercados por la cercanía de la Navidad. Aunque las incidencias por robo son muy superiores a las de hace un año, muy pocas de ellas acaban denunciadas en un juzgado.

Pero este repunte de robos en los supermercados no se puede aribuir a la pobreza que asola a cada vez más familias. O no exclusivamente. Los productos más robados en los supermercados continúan siendo los de antes de la pandemia: jamón ibérico y embutidos de primer clase, carnes selectas, conservas ‘premium’ como pulpo o bonito y carritos de la compra llenos que tratan de salir impúnemente por la puerta (y muchas veces lo consiguen). Esto sugiere que estos productos no son destinados al consumo en los hogares más necesitados, sino a la reventa ilegal en establecimientos clandestinos y mercadillos. Igual que antes de la pandemia pero con mayor intensidad.

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Sección de frutas y verduras de un supermercado. (EFE)

“Es cierto que hay un repunte de hurtos en los supermercados en las últimas semanas, pero no se trata de los llamados ‘hurtos famélicos’ sino de la actividad de las bandas organizadas que ya venían siendo un problema desde hace años”, afirma Ignacio García Magarzo, director de Asedas, la principal patronal de distribución alimentaria. “Los grupos están más activos porque parte de los delitos que antes se dirigían hacia los turistas ahora se dirigen hacia el comercio. No roban para comer sino para revender y esto nos coge desarmados, porque el Tribunal Supremo aprobó una jurisprudencia muy discutible en 2017”.

El Tribunal Supremo rechazó entonces agravar la pena a multirreincidentes en hurtos leves. Eso significa que si una persona roba una cantidad justamente inferior a 400 euros y repite esa operación multitud de veces el mismo día, solo se expone a una multa por infracción leve por cada caso individual, cuando en muchas ocasiones lo que hace es delinquir de forma profesional.

El director de Asedas es claro sobre los robos de comida por necesidad social: “Los hurtos famélicos nunca han sido un problema real y confiamos en que esto siga siendo así a pesar de la crisis. A día de hoy, no tenemos constancia de que haya un incremento de estos hurtos por necesidad, aunque tenemos mucha preocupación sobre la realidad social a la que se está viendo abocada nuestro país”.

Foto: Javier y Brenda esperando para recoger sus alimentos en una organización de Tetuán. (Carmen Castellón)

La comparación con la crisis de 2010 es todavía lejana, pero ya se están reproduciendo algunos patrones, como hacer la vista gorda o no denunciar a personas que no tienen para comer y tratan de llevarse sin pagar verduras, arroz, patatas o leche para bebés.

Todas las fuentes consultadas subrayan la existencia de bancos de alimentos y el apoyo de los servicios sociales, que todavía funcionan y son una red fundamental para evitar escenas más propias de países en desarrollo. Sin embargo, la sociedad española está justo entrando en los meses más duros de la crisis y ya hay ciertas señales de agotamiento. Así lo advierte el presidente de Fundación Madrina: “Los bancos de alimentos y suministros están ya exhaustos y sin reservas después de ocho meses de abastecimiento extra y continuo desde el inicio de la pandemia”.

Días atrás, en uno de los puntos de entrega de alimentos de la Fundación Madrina se terminaron los víveres ante el incremento de personas que ya no tienen nada para comer. De repente “estallaron fuertes peleas por la comida que no llegaba a todos”, recuerda Conrado Giménez, presidente de la fundación, que ejerce desde marzo como uno de los principales bancos de alimentos de Madrid. Tan agria se puso la situación que la policía tuvo que intervenir para poner orden. “Es una pena que ya lleguemos a pelearnos por la comida como en tiempos de guerra”, suspira Giménez.

Riesgo de pobreza Alimentos
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