Madres, jóvenes y españolas: así fueron las primeras mil víctimas de violencia machista
Un estudio elaborado por el observatorio contra la violencia de género radiografía el perfil de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España desde que se tiene constancia
España registró la muerte número 1.000 por violencia machista el 20 de abril de 2019. En esa fecha, las autoridades tuvieron constancia de que un agente de Policía había asesinado a su pareja en Olot (Girona) y luego había intentado suicidarse sin éxito. La víctima era Irene, una madre de 44 años que coincidía con el perfil más habitual de mujer asesinada a manos de un hombre desde que estos crímenes comenzaron a contabilizarse.
Un estudio elaborado por el observatorio contra la violencia doméstica y de género muestra que entre enero de 2003 y abril de 2019 hubo un asesinato machista cada semana, más de 60 al año. Las víctimas eran, en su mayoría, mujeres jóvenes, de nacionalidad española y con hijos, que convivían con el agresor.
La edad media de las mujeres asesinadas durante el período de estudio fue de 42,2 años, promedio que asciende a 45,6 si sólo se tiene en cuenta a las españolas. Algo más de la mitad tenían entre 26 y 45 años, pese a que esta franja de edad representa apenas un tercio de la población de mujeres mayores de 15 años, mientras que el 12,8% eran menores de 25 años y el 11,9% de ellas tenían 65 o más. La franja de los 56 a los 65 es la que menos muertes por violencia de género registra.
Del total de víctimas computadas, 655 eran españolas y el resto presentaba diversas nacionalidades. Un análisis por áreas geográficas arroja que 159 procedían de América Latina, lo que supone un 46,1% de las asesinadas con pasaporte extranjero; 123 (35,7%) eran de otras partes de Europa; 51 mujeres (14,8%) eran africanas; y 12 (3,5%) habían nacido en Asia.
Nacidas aquí o fuera de las fronteras, una gran parte tenía en común la maternidad. Tres de cada cuatro víctimas eran madres y casi la mitad tenían hijos menores de edad. Ello ha supuesto dejar huérfanos a 765 menores, de los cuales 499 eran hijos del agresor y 266 fruto de relaciones anteriores o posteriores. En un 8% de los casos la víctima estaba a cargo tanto de niños engendrados por el agresor como de otros con distinto padre.
El 60% de las mujeres asesinadas convivía con su agresor y 129 lo hacían pese a estar activa alguna medida de protección a su favor. Poco más de una cuarta parte de las 1.000 había denunciado a su pareja o expareja, pero en muchos casos no les bastó para salvar su vida: en la mitad de los casos para los que se impuso una orden de alejamiento el criminal vulneró la prohibición de acercarse a la víctima.
España está trabajando en la dirección correcta, pero no podemos bajar la guardia
El promedio anual de víctimas mortales ha pasado de 68,3 mujeres asesinadas cada año entre 2003 y 2010 a 54,4 entre 2011 y 2019. "Este dato nos permite albergar cierta esperanza y muestra que en España se está trabajando en la dirección correcta, pero al mismo tiempo nos indica que no podemos bajar la guardia y que debemos seguir mejorando", valora la vocal del Consejo General del Poder Judicial y presidenta del observatorio, Ángeles Carmona.
Perfil del agresor
Las características de los agresores —extraídas de los datos contenidos en los expedientes judiciales— dibujan el perfil de un varón con una edad media de 46,3 años y nacionalidad española. La mitad de ellos usa armas blancas, el 31% se vale de su fuerza bruta y el 13% emplea pistolas o escopetas. Lo habitual es actuar en el propio domicilio o en sus inmediaciones, pues así ocurre en el 78% de casos, si bien un 12% lo hace en la vía pública o en parajes abiertos, el 4% en un vehículo y el 3% en el trabajo.
Tras ello, el 46,42% acaba detenido —en la mayoría de ocasiones tras tratar de huir—, el 21,2% se suicida y otro 11% lo intenta. Un 21% se entrega voluntariamente y un ínfimo 0,4% consigue escapar.
España registró la muerte número 1.000 por violencia machista el 20 de abril de 2019. En esa fecha, las autoridades tuvieron constancia de que un agente de Policía había asesinado a su pareja en Olot (Girona) y luego había intentado suicidarse sin éxito. La víctima era Irene, una madre de 44 años que coincidía con el perfil más habitual de mujer asesinada a manos de un hombre desde que estos crímenes comenzaron a contabilizarse.