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El coronavirus detiene las expulsiones de delincuentes a sus países
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El coronavirus detiene las expulsiones de delincuentes a sus países

El Gobierno quiere expulsar a criminales y 'sin papeles' y sus países se niegan a recibirlos por miedo al contagio de la población de Covid-19

Foto: Foto de archivo. (Policía Nacional)
Foto de archivo. (Policía Nacional)

Existe una unidad de la Policía Nacional que jamás ha ocupado los titulares de ningún periódico, ni tampoco sus actividades han generado noticia alguna. Es un grupo opaco al que jamás se ha querido publicitar. Se llama UCER. Sus siglas significan Unidad Central de Repatriaciones y pertenece a la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Su sede pasa desapercibida al ojo humano. No hay llamativos rótulos que la identifiquen y eso que está en plena terminal 1 del aeropuerto de Barajas. La unidad la componen menos de 100 agentes que están hiperespecializados en la reducción de sujetos peligrosos usando solo sus manos. Su trabajo es de los feos. Escoltan hasta sus países de origen a los delincuentes que han terminado de cumplir condena en España y que por orden judicial deben ser expulsados. Anualmente, realizan entre cuatro y seis mil expulsiones.

¿Cómo las hacen? Hay dos formas: vía marítima o por avión. Cuando es a través del aire, el delincuente, siempre acompañado de dos agentes, puede viajar en un vuelo comercial, en los últimos asientos, aunque esta práctica cada vez está más en desuso. Algunos convictos quieren quedarse en España porque en su país natal les espera otra condena y tratan de evitarlo por todos los medios. Gritan, escupen, patalean, se cortan con cuchillas que esconden en la boca o tratan de lesionar a los policías. Es entonces cuando el comandante del avión, que es Dios dentro del aeroplano, les echa por seguridad y para no perjudicar al resto del pasaje. Así ellos cumplen su propósito de quedarse en España.

Todos los países se niegan a recibir a sus delincuentes por miedo al coronavirus

Por eso se cambió el sistema y ahora lo habitual es que Europa alquile aviones privados para repatriar a los delincuentes. Se los conoce como "vuelos macro". "Imagina que España quiere expulsar a 15 nigerianos en una fecha concreta. Avisa al resto de países europeos y les pregunta si tienen alguno al que enviar", apunta una fuente sindical. "Supongamos que hay tres en Francia, cuatro en Alemania y dos en Bélgica. Los traen a Barajas acompañados de sus escoltas. Se montan todos en el vuelo, van a Nigeria y allí los entregan a las autoridades".

Hay veces que los vuelos macro se hacen parando en varios destinos. "Por ejemplo, con las bandas de albaneses y georgianos que asaltaban chalets en Cataluña, se va hasta Viena. Allí los llevan el resto de países europeos. Se coge un vuelo y se les traslada a sus países de origen. Primero a Tirana y luego a Tiflis. El avión regresa solo con los policías", apunta la misma fuente.

¿Quiénes son susceptibles de ser expulsados?

Hay cuatro posibles candidatos a ser repatriados. Las personas sin documentación que están en los CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros); en casos de delitos menores el juez puede conmutar la pena por la expulsión del individuo a su país; cuando han cumplido un tercio de la condena, su señoría puede también enviarlos de regreso, y donde no queda otra es en los casos en los que el delincuente ha cumplido al 100% su condena. Cuando ocurre esto último la policía espera en la puerta de la cárcel y lo detiene. La ley les da un plazo de 72 horas para sacarlo de España. Si no se cumple hay que dejarlo en libertad.

Colombia se niega a recibir a sus nacionales delincuentes por miedo al coronavirus

"Los vuelos van llenos de delincuentes de todo tipo, violadores, ladrones, narcotraficantes, etc. El problema ha llegado con el coronavirus. El pasado 11 de marzo, cuando la crisis médica estaba en todo su apogeo, se planificó un vuelo macro a Colombia y Ecuador. Imagínate, un avión lleno de deportados y policías viajando durante 16 horas. Si hay uno solo que tengan el coronavirus, contagia a todos. Aun así, sabiendo el riesgo que corrían los agentes, el Gobierno no suspendió el vuelo. Tuvieron que ser las autoridades colombianas las que lo pararon. Exigieron certificados médicos de que ninguno de los viajeros padecía el coronavirus, solo así les dejarían aterrizar. Como no hay test de detección, el vuelo tuvo suspenderse, pero porque lo pararon los colombianos. ¿Qué ocurre con estas personas? Unas reingresan en a cárcel o en el CIES, pero las que han cumplido ya todos los plazos quedan en libertad en nuestro país, para deambular como quieran. De esto no se habla y alguna solución hay que poner".

No ha sido el único traslado suspendido. El pasado 16 de marzo se ordenó que se expulsara a un grupo de argelinos por barco. Todo estaba preparado, pero Argelia se negó a recibir a sus compatriotas por razón del coronavirus. "Es evidente el riesgo de contagio", apunta la misma fuente. "A pesar de ello el Gobierno tiene previsto un curioso vuelo para este próximo lunes destino a Mauritania. Han citado a 50 agentes el próximo lunes en Barajas, diciéndoles que van a participar en un vuelo humanitario. En teoría, el motivo del viaje es recoger allí a entre 50 y 70 nacionales y repatriarlos. Causa humanitaria. Hasta ahí perfecto. Sin embargo, al mismo tiempo les advierten que deben llevar en el viaje chalecos y grilletes. ¿Sabes por qué?", pregunta la fuente. "Porque de ida el Gobierno va a aprovechar el vuelo para expulsar a siete personas. El trayecto dura diez horas, lógicamente los agentes tienen miedo a contagiarse. Es mucho tiempo en un espacio cerrado. Es como jugar a la ruleta rusa. Para protegerse les han invitado a que se cubran los ojos con las gafas de tiro. Los guantes y la mascarilla sí se la dan. Pero lo que está claro es que tanto los que van hasta Mauritania como los que regresan a España se pueden contagiar con suma facilidad. El vuelo no es necesario. Deberían mandar el avión vacío de ida, cargar y regresar. Además, si el gobierno dice que hay que estar confinado en casa, ¿qué sentido tienen estos vuelos?".

Existe una unidad de la Policía Nacional que jamás ha ocupado los titulares de ningún periódico, ni tampoco sus actividades han generado noticia alguna. Es un grupo opaco al que jamás se ha querido publicitar. Se llama UCER. Sus siglas significan Unidad Central de Repatriaciones y pertenece a la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Su sede pasa desapercibida al ojo humano. No hay llamativos rótulos que la identifiquen y eso que está en plena terminal 1 del aeropuerto de Barajas. La unidad la componen menos de 100 agentes que están hiperespecializados en la reducción de sujetos peligrosos usando solo sus manos. Su trabajo es de los feos. Escoltan hasta sus países de origen a los delincuentes que han terminado de cumplir condena en España y que por orden judicial deben ser expulsados. Anualmente, realizan entre cuatro y seis mil expulsiones.

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