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Incertidumbre y a mear donde se pueda: así vive el taxi en tiempos del coronavirus
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Incertidumbre y a mear donde se pueda: así vive el taxi en tiempos del coronavirus

Algunos taxistas y coches VTC colaboran con Sanidad para transportar a los sanitarios cuando tienen que hacer visitas a domicilios de pacientes crónicos o de coronavirus

Foto: Un taxita en la Costa de Adeje, Tenerife. (Reuters)
Un taxita en la Costa de Adeje, Tenerife. (Reuters)

Ni un atasco en la M-30 y las salidas de Madrid despejadas. Coger un taxi a 18 de marzo parecía sencillo y contra todo pronóstico, volver de Pozuleo de Alarcón a Madrid no fue posible. Estadísticamente era difícil, porque los taxistas de la capital han visto reducido su trabajo, según explican ellos mismos, a un 25% del habitual. Ahora es casi imposible captar un cliente por la calle y según relatan, el único trabajo remunerado que les llega es a través de las 'apps' de reserva. Pero ni por estas. La vuelta de Pozuelo a la capital fue en un VTC en el que llevaba guantes y apenas hablaba, dejando así escuchar el silencio de una ciudad a la que las 18:00 de la tarde de un miércoles le estaban sentando como las 04:00 de la madrugada de un día laborable cualquiera. Cuatro coches en la M-30 y prácticamente nadie en las aceras.

Con casi toda España confinada en sus casas y el estado de alarma en vigencia, los taxis y VTC, grandes aportadores al tráfico de la capital, se han visto obligados, vía Real Decreto, a reducir su presencia en las calles al menos la mitad, una cifra que en algunas zonas de país, por decisión de las administraciones públicas o por el propio miedo de los trabajadores al contagio, llega al 80%. "En Barcelona queremos reducir la oferta hasta el 20%", explica el coordinador en Cataluña de la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores UATAE, de la que forman parte Taxi Project y Élite Taxi, Alberto 'Tito' Álvarez, que asegura que el Gobierno ya tiene sobre la mesa esta cifra y que próximamente se podría aprobar.

Para él, lo que resume el día a día de los taxistas hasta ahora es la incertidumbre. La normativa llega con cuentagotas y se va actualizando. "Creemos que los servicios mínimos tienen que ser para cosas urgentes o para trabajadores que no tenga más opción para moverse, porque sino, no estamos arreglando nada", indica. Álvarez reconoce que las administraciones, que a su parecer suelen "ir más lentas que el caballo del malo", "van poniendo las cosas en su sitio" cada día que pasa y "con bastante rapidez. Sin embargo, advierte de la complejidad de la situación. "Cuando estás en la calle todo esto no se palpa. Solo se ve la factura, la gente cree que no va a tener ayuda y le quita importancia a lo que realmente importa, que es no estar en la puta calle. El que quiera un taxi y no sea médico o tenga una urgencia que se pueda considerar de primera necesidad, que se busque la vida", asegura Álvarez.

Foto: Un guardia civil en la frontera entre España y Gibraltar (Reuters)

Desde UATAE están preparando un paquete de medidas para pedir que la moratoria que el Gobierno ha aprobado para las hipotecas se aplique también sobre la letra del coche en el caso de que este sea la herramienta de trabajo, tal y como sucede con los taxis y los VTC, al alquiler y a la licencia de taxi. "Son nuestros tres objetivos a conseguir en el próximo paquete de medidas del Gobierno", indica Álvarez en consonancia con lo que le piden sus compañeros desde la calle.

Para Jordi Ramírez, que trabaja como taxista para una radioemisora en Barcelona, lo que está pasando en la ciudad "es como una película". "Ayer haciendo un servicio pasé por la Via Layetana y estaba vacía. Me quedé alucinando", cuenta el profesional. Para él estos días la recaudación está cayendo entre un 80 y un 90%. "Queda algún servicio de abonado o personas que realmente necesitan el taxi", y según indica, su suerte es trabajar con una radioemisora, porque los que tienen que captar clientes por la calle están teniendo problemas todavía mayores. "Lo único que te queda ahora es irte a un hospital y coger a gente que sale de allí, con el riesgo que eso conlleva", explica.

Ramírez denuncia que están prestando servicios sin apenas protección cuando ahora prácticamente solo se realizan trabajos para personas que van o vuelven de los centros sanitarios. "Nosotros salimos en pelotas como aquel que dice. Yo ya me he espabilado para conseguirme una mascarilla que me va a durar el tiempo que me dure, porque no hay. Me he buscado la vida para conseguir guantes y conseguir alcohol. Eso lo pago yo y se lo pongo a disposición de los clientes, porque nadie nos ha facilitado ningún tipo de material", asegura el taxista. "Todo cae a nuestra cuenta", añade.

Para ir al baño, él y todos los demás, se han tenido que buscar la vida hasta ahora. Algunos acuden a los servicios públicos de las grandes ciudades, otros han tirado de contactos y han convencido a los trabajadores de las gasolineras de las que son asiduos para que les abran los servicios. Los bares están cerrados y eso de aprovechar un descanso para tomar un café y hacer pis hace días que se ha acabado. "Mear, meamos en cualquier sitio, porque en las gasolineras ni nos dejan", explica Gerard Bertomeu, que opera en Jávea, donde comparte la licencia de taxi con su padre. Eso sí, para aguas mayores los seis taxistas que siguen operando en la localidad de la Costa Blanca acuden a una pequeña oficina que tienen. Siempre les quedará eso.

Gerard comparte licencia y coche con su padre y ahora solo sale él a trabajar, su padre está recién operado del corazón y es población de riesgo

Bertomeu suele coger el taxi solo en fin de semana. Entre semana es su padre quien explota la licencia mientras él estudia. Sin embargo, la crisis del coronavirus les ha trastocado los planes. Él ya no tiene clase y su padre debe permanecer en casa. Le han operado recientemente del corazón y ahora mismo es una de las tantas personas consideradas como de 'riesgo' ante el Covid-19. "El otro día murió un taxista y solo tenía diabetes", apunta Bertomeu, que asegura que eso fue determinante para que su padre se alejase de la calle.

En Jávea hasta ahora algunos taxistas han llevado mascarilla y otros no, cuenta Bartomeu, aunque desde este jueves su uso es obligatorio. Desde el Ayuntamiento del Jávea se han puesto en contacto con los 28 taxistas que operan en su circunscripción para informarles de que pase lo que pase deben mantenerse a al menos un metro de distancia de sus clientes y están obligados a desinfectar su coche cada día. Estas normas, previsiblemente, solo las cumplirán seis coches, pues según cuenta el taxista que opera allí este es el número de vehículos con licencia de taxi que se están viendo en los últimos días. "Estamos organizándonos entre los seis, nos hacemos los turnos y nos pasamos los servicios", explica Bertomeu.

"La gente quiere huir, quiere volver a su país"

Lo que generalmente es una zona turística ahora está casi desierta. Los tiempos de espera entre servicio y servicio a medio día se alargan hasta casi las cuatro horas y por la noche, ni un aviso. "La gente quiere huir, quiere volver a su país", indica Bertomeu como explicación a que durante los últimos días han hecho más viajes de lo habitual para estas fechas a los aeropuertos, y eso que son "viajes gordos", por los que los clientes pagan entre 125 y 180 euros, depende de si el viaje es en laborable o festivo y de si es hasta el aeropuerto de Alicante o al de Valencia. "Esta mañana hemos hecho un servicio para ir al Aeropuerto de Alicante con dos coches para llevar a dos personas", explica el taxista.

Al servicio de los sanitarios

Pero no todo son huidas en tiempos del coronavirus. En ciudades como Madrid y Barcelona algunos taxis y VTC, grandes enemigos en las calles, han tomado ahora caminos similares. Además de ofrecer los servicios clásicos a la ciudadanía particular, tanto algunos taxistas como algunas empresas de VTC, según confirman desde UNAUTO, la patronal del sector, colaboran con la sanidad pública para trasladar a médicos y enfermeras que lo necesitan de un punto a otro con el objetivo de facilitar su labor. Eso sí mientras los VTC en su gran mayoría cuentan con mascarillas y guantes proporcionados por parte de su empresa, tal y como asegura el presidente de la patronal Eduardo Martín, los taxistas que trabajan por su cuenta denuncian la falta de los mismos.

placeholder Una mujer con una máscara sanitaria porta una silla de ruedas en los exteriores del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid. (Efe)
Una mujer con una máscara sanitaria porta una silla de ruedas en los exteriores del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid. (Efe)

"Yo llevo mascarilla y guantes porque me los facilitaron en el centro de salud", explica Jose Luis Guinea. Él opera en Madrid y desde hace unos días, de manera gratuita, acompaña al personal sanitario de San Fernando de Henares a hacer sus domicilios. Van a ver a pacientes crónicos y a enfermos de coronavirus. Lo hace en el día que no trabaja, pues la reducción de los taxis permitidos en las calles le ha dado más tiempo libre del que suele disponer a cambio de menos dinero en el bolsillo. "El último día que trabajé hice un 25% del dinero que suelo hacer", atestigua el taxista. Para él lo importante, además de parar la pandemia, es que el Gobierno no abandone a su sector. "Si esto sigue, y va a seguir, y no tenemos ayuda, va a haber gente que estará muy preocupada. Yo tengo que pagar la licencia, el coche, el gasoil, el autónomo, mis facturas, y por suerte yo no tengo hijos… va a ser muy duro", declara el madrileño.

Él también señala a la incertidumbre y al desánimo. Al igual que ve que a los sanitarios que lleva les faltan medios y que tienen baja la moral, para él la vida también ha cambiado a peor. "Mi vida ha dado un giro de 180 grados. Yo salía ir a trabajar, intentaba hacer mi trabajo lo mejor posible y ahora cada día decido una cosa porque las normas están cambiando constantemente", asegura el taxista. “No hay nada claro, a ver qué me encuentro mañana, porque hablando con los compañeros todo el mundo está desesperado porque lo único que llega es a través de la emisora y no hay gente en la calle”, añade.

Si no hay turistas ni congresos, hay ERTE

Pero no solo los turistas faltan en España. El Mobile World Congress dio el pistoletazo de salida a las grandes caídas y le han seguido varios grandes congresos. "Hemos pasado de realizar 500 servicios diarios a 20 o 30", afirma el conductor y jefe de la flota de la compañía de VTC Servicar 25, Rachid Laamarti. En su compañía se dedican generalmente a transportar turistas desde los aeropuertos a los hoteles y a participantes de congresos desde sus alojamientos a las zonas en las que se realizan los eventos, pero ahora, con el coronavirus paseando por España, su trabajo se ha reducido exponencialmente.

placeholder Un taxi de la plataforma FreeNow en Madrid. (Cedida)
Un taxi de la plataforma FreeNow en Madrid. (Cedida)

"He hecho algún servicio. Eso sí, de salida. La gente iba preocupada. Das con gente que lleva mascarilla y con gente que no, pero es que hasta las indicaciones de Sanidad han sido contradictorias", se queja Laamarti. Para él, todo está siendo un "caos". "La gente tiene muchísimo miedo. Es el desconocimiento total de la enfermedad", añade el conductor. Él no perderá su trabajo, al menos eso tiene entendido, pero en su compañía se hará un ERTE. "La empresa no puede soportar esto porque sus ingresos son estos. El turismo, los hoteles, los paquetes turísticos y demás, y a nosotros no nos entra nada de eso", sostiene.

Por el momento, la incertidumbre le acompañará unos días más. Mientras, él acompañará a algunos de los pocos turistas que quedan en Madrid para que, igual que la pareja de estadounidenses a los que llevó en su último viaje, se trasladen hasta el aeropuerto para volver a su país. Aquí, casi toda España está cerrada ya.

Ni un atasco en la M-30 y las salidas de Madrid despejadas. Coger un taxi a 18 de marzo parecía sencillo y contra todo pronóstico, volver de Pozuleo de Alarcón a Madrid no fue posible. Estadísticamente era difícil, porque los taxistas de la capital han visto reducido su trabajo, según explican ellos mismos, a un 25% del habitual. Ahora es casi imposible captar un cliente por la calle y según relatan, el único trabajo remunerado que les llega es a través de las 'apps' de reserva. Pero ni por estas. La vuelta de Pozuelo a la capital fue en un VTC en el que llevaba guantes y apenas hablaba, dejando así escuchar el silencio de una ciudad a la que las 18:00 de la tarde de un miércoles le estaban sentando como las 04:00 de la madrugada de un día laborable cualquiera. Cuatro coches en la M-30 y prácticamente nadie en las aceras.

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