37 años, con una niña y sindicalista: el primer guardia civil que se lleva el coronavirus

Pedro Alameda trabajaba en el servicio de retribuciones de la Guardia Civil. Estaba casado, tenía 37 años y una niña de cinco. Era muy conocido en la institución porque compatibilizaba su labor con la que realizaba en la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), la organización sindical mayoritaria del cuerpo. En concreto, era miembro de la junta directiva de Madrid de la agrupación.

El pasado 6 de marzo, sin embargo, el coronavirus se cruzó en su camino. "Ese día, comenzó a ponerse malo", explica un compañero suyo de AUGC. "Fue al médico, pero primero le dijeron que podía ser laringitis y luego que una infección de orina; le comenzaron a tratar con paracetamol e ibuprofeno, pero no remontaba, se sentía muy cansado, como si fuera un zombi, según decía él mismo", relata el mismo compañero, que apunta que el día 12 ingresó en cuidados intensivos del hospital Quirón de Alcorcón con pronóstico grave.

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Fue ahí cuando las pruebas dieron positivo y confirmaban que los síntomas que había mostrado hasta el momento efectivamente daban cuenta de que el hombre se había contagiado del Covid-19. Conforme pasaba el tiempo, sin embargo, los antirretrovirales inicialmente pensados para combatir el VIH que están dando a los infectados no daban resultado. A los seis días, su compañero de habitación sí que empezó a ponerse mejor, pero él no. Y eso que no tenía patologías previas, como la propia AUGC ha resaltado en el comunicado que ha hecho público.

"Desde la familia de AUGC, queremos expresar nuestra desolación ante esta tragedia, que se une a la de las más de 500 familias en España que han perdido a un ser querido ante esta epidemia", ha mostrado la asociación en un comunicado. "No nos cabe sino mostrar todo nuestro afecto y apoyo a su familia; Pedro siempre fue un guardia civil comprometido con su trabajo, con el servicio a la sociedad y dispuesto a ayudar a sus compañeros siempre que le necesitaron", ha añadido la nota.

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"Estamos recibiendo cientos de llamadas de compañeros que quieren enviarle una corona de flores e incluso asistir al tanatorio, pero no caben todos los que quieren venir", confiesa uno de los miembros de AUGC más cercanos a Pedro, aún visiblemente emocionado. Él se enteró, admite, este mismo miércoles por la mañana, cuando comenzó a recibir "llamadas de gente que no te suele llamar". Telefoneó a la ya viuda y esta le comunicó la trágica noticia.

"Era un hombre muy comprometido con ayudar a los demás", resume este guardia sobre el fallecido, que llevaba una docena de años en el cuerpo. Antes de estar en el servicio de retribuciones, Pedro había pasado unos años en la Unidad de Protección de Edificios Públicos. En concreto, estuvo destinado en la vigilancia de las instalaciones del Ministerio de Agricultura. "Luego hizo unos cursos y ya pasó a retribuciones", recuerda el mismo compañero.