El fracaso de la Autovía del Duero: "Soria estaba mejor conectada en época romana"
Hace 26 años que se aprobó la A-11, una autovía que debía unir Portugal con Zaragoza y convertir Soria en enclave logístico, pero solo se han abierto 18 kilómetros en la provincia
Valdealvillo tiene 22 habitantes censados y la contaminación acústica de una ciudad industrial. El pueblo, diminuto, está cortado a cuchillo por una de las carreteras con más tráfico de mercancías del norte de España, la Nacional 122. Solo existe un paso de peatones, pintado hace unos pocos años por clamor popular. Está justo en la esquina de la iglesia, sin ningún visibilidad. Hay que asomar la cabeza sobre el asfalto para ver si viene un camión. Las primeras veces da algo de vértigo. "Ya se acostumbra uno al ruido y a cruzar con mucho cuidado", dice Asunción, muleta en ristre, toda una vida junto a la carretera. "Muertos aquí no ha habido ninguno, pero accidentes un poco más allá muchísimos. Fíjese en la pared de la iglesia, la raspó un camión y se llevó la ventana. En algunas fachadas hay golpes también de camiones. Pasan rapidísimo y de noche ni frenan. Un día uno se quedó dormido y vino a estamparse a mi casa".
Junto al pueblo hay una gran obra a medio hacer. Es un tramo de la autovía A-11, la denominada Autovía del Duero. La autovía tiene nombre y carteles que la señalizan, pero es apenas una autovía fantasma. Lleva más de diez años parada y los más mayores de Valdealvillo se han resignado a morir sin verla operativa. La previsión es que abra en 2020, pero aquí la gente ya se toma a broma las fechas de ejecución. "Si no nos quitan los camiones, no sé a qué familia le va a apetecer venirse aquí. El día que por fin abran la autovía alomejor ya no queda nadie", suspira Luis, comercial, uno de los pocos jóvenes que se resiste a marchar. A lo largo del pueblo, y en otros lugares como Torralba del Burgo o Blacos, cuelgan varias pancartas con el lema "Autovía YA".
La construcción de la Autovía A-11 fue declarada de interés estratégico por la Junta de Castilla y León en 1993. Estaba llamada a vertebrar la comunidad de este a oeste, sustituyendo a la peligrosa N-122 como vía de conexión de mercancías entre Portugal y Tudela (Zaragoza) y de ahí a Europa o a la costa mediterránea. Una autovía que atraería grandes empresas de logística y multinacionales a Soria, además de cientos de miles de pasajeros que la usarían para cruzar la península por su mitad norte, con el chorro de vida para la zona que eso conlleva. Pero 26 años más tarde, solo hay construidos 18 kilómetros de autovía en la provincia. De estos, 8,5 se abrieron al tráfico el miércoles pasado. Un hecho histórico, pues hasta ese día solo había 9.6 kilómetros operativos de la variante de El Burgo de Osma, inaugurados hace ya 15 años. Desde entonces, toneladas de arcilla y señales de obra forman parte del paisaje junto a pinos y matorrales, mientras los viajeros del oeste de la península se desvían por el Cantábrico para evitar esta ratonera.
"Con esta actuación, la Autovía del Duero A-11 constituirá el eje vertebrador de gran capacidad de la cuenca del Duero, desde el límite oriental de Castilla y León en Soria hasta la conexión con Zamora y el Norte de Portugal", afirmó el Ministerio de Fomento en un comunicado, la misma frase con que hace 26 años se aprobó la construcción de este eje. Estos 8,5 kilómetros han costado 38 millones, es decir, dentro de la media de tres millones por kilómetro de esta vía. De los 387 kilómetros proyectados para la A-11, solo puede denominarse como tal los 72 kilómetros que unen Tordesillas con Zamora, ejecutados en su mayor parte entre 2003 y 2005.
Solo un puñado de empresas resisten en el polígono industrial de El Burgo de Osma, perjudicado por la nefasta comunicación por carretera
El polígono industrial de La Güera, en el Burgo de Osma, ha sufrido como ninguno este retraso de récord. Se construyó hace 16 años al sur de municipio para potenciar el tejido industrial de la comarca de Tierras del Burgo. Solo hay tres kilómetros entre La Güera y la autovía prometida, en una ubicación privilegiada a medio camino entre Soria y Aranda de Duero. El lugar, sin embargo, es un páramo. Naves cerradas y un restaurante abandonado hace años. Silencio y unos pocos coches en movimiento. Solo resiste una gran empresa, Logística y Transportes De Pedro, que lleva 15 años padeciendo retraso tras retraso y solo se mantiene aquí por el apego a de los dueños a su pueblo.
Junto a los enormes tráilers resiste también el distribuidor de hostelería Agustín Aparicio. "Los camioneros siempre me dicen que venir a mi almacén es un martirio. Y lo entiendo. Tienen que hacer cientos de kilómetros por una carretera de un solo carril, peligrosísima porque los coches se lanzan a lo loco a adelantar a los camiones, y con la pérdida de tiempo y de combustible que supone pasar por la nacional", explica. "Cuando traje aquí mi empresa pensaba que tendría buen acceso a la autovía, pero esto no lo conectan con Valladolid ni en cien años. Con voluntad política todo se resuelve, pero esto ya es un cachondeo. Podríamos tener aquí empresas instaladas de todo tipo, pero si tu única comunicación es una carretera de dos carriles atestada de tráfico y con poco arcén, y además no tienes ni fibra óptica ni apartado de correos, pues lo lógico es que aquí no quiera venir nadie".
El Ministerio de Fomento es titular de la N-122 y responsable de la fallida Autovía del Duero. La historia del proyecto es una mezcla de coincidencia fatídicas y dejadez administrativa. El 27 de diciembre de 1997 se publicó en el BOE la licitación de la consultoría y asistencia para la conversión en vía rápida del primer tramo de la N-122 entre Valladolid y el límite con la provincia de Zaragoza. "La fecha tope era el año 2010, pero los retrasos provocados por el entonces ministro Josep Borrell, que se negó a doblar el trazado de la N-122, unido a la crisis económica de 2008 lo dejó todo paralizado. Desde el año 2016 hasta ahora se ha vuelto a activar el proyecto y ojalá abran pronto nuevos tramos”, indica Jesús Alonso, alcalde de El Burgo de Osma y procurador en las Cortes por el Partido Popular. Entre medias, el quiebre de una empresa concesionaria a causa de la crisis y el descubrimiento de la calzada romana que cruzaba la provincia han paralizado 'sine die' este proyecto vital para la región según los afectados.
Las grandes familias vinícolas de la D.O. Ribera del Duero se negaron hace diez años a que la autovía arrancase sus viñas. El proyecto está parado
Casi más enquistado que el trazado de Soria es el que discurre entre Aranda de Duero y Tudela de Duero, donde varios productores de la denominación de origen Ribera de Duero, entre ellos Vega Sicilia, llevan una década litigando para que la administración no les expropie miles de cepas de viñedo para construir la autovía. Y lo han conseguido. La obra está cancelada a la espera de una solución que no perjudique a las grandes familias del vino.
Mejor en el Imperio Romano
Para Toño Palomar, miembro de la plataforma Soria Ya, los míseros 18 kilómetros de autovía en la provincia es "una muestra más del olvido al que nos tienen acostumbrados". "Ahora que vienen elecciones se darán prisa por abrir un par de tramos más y después se volverá a paralizar todo. Lo de siempre", se queja.
Los operarios trabajan a toda máquina para abrir dos nuevos tramos. Uno de ellos es el de La Mallona-Venta Nueva, de 6,7 kilómetros. En el aparcamiento del hostal Venta Nueva, a 30 kilómetros de Soria, Pedro González, propietario del hostal y la gasolinera contigua, observa los trabajos con impaciencia. "Soria estaba mejor conectada en la época de los romanos que ahora. En Oporto viven tres millones de personas que tienen que subir hasta Vitoria o bajar a Madrid para ir al Mediterráneo. Eso es muchísimo dinero en negocios que hemos perdido por la falta de interés de los políticos. Podríamos haber sido una capital logística como Zaragoza y nos abandonaron dejándonos una carretera de otro siglo".
El alto del Temeroso es uno de los puntos negros de la N-122. Una sucesión de curvas en desnivel que termina cada mes con varias salidas de carril de camiones de gran tonelaje, algún vuelco incluido. Los accidentes de turismos, debidos a conductores que se juegan la vida adelantando convoyes desesperados por su lentitud, también son frecuentes. "Siempre hay alguna salida por accidente en la nacional, es parte del trabajo con la que ya contamos", dice resignado José Luis Capilla, conductor de ambulancia en la base de El Burgo de Osma. Una vez recogidos a los accidentados, comienza el peligro para los sanitarios. "El viaje hasta el hospital de Soria es arriesgado. Vas con prisa y al mismo tiempo te encuentras a los coches que te invaden el carril en adelantamientos al límite. Nunca me ha pasado nada pero siempre vas en tensión". Por la noche es el turno de los corzos y la fauna salvaje. Los camioneros arrollan animales como el tráiler que embiste canguros en Australia: a toda velocidad y sin pisar el freno.
Es una incógnita hasta qué punto la Autovía del Duero habría amortiguado el ocaso demográfico y económico de la provincia de Soria. Es posible que aunque todos los tramos se ejecuten en un plazo de cinco o diez años, ya sea tarde. Zaragoza se ha consolidado como capital logística y la población ha iniciado un declive casi imposible de taponar. El mismo Burgo de Osma, una de las principales cabeceras de Soria y referente turístico, bajó de los 5.000 habitantes en el último censo. A lo largo de la obsoleta N-122, hace tiempo que hay más camiones que personas atravesando los pueblos, mientras en paralelo discurren kilómetros de arcillas aplanadas con destino a ninguna parte.
Valdealvillo tiene 22 habitantes censados y la contaminación acústica de una ciudad industrial. El pueblo, diminuto, está cortado a cuchillo por una de las carreteras con más tráfico de mercancías del norte de España, la Nacional 122. Solo existe un paso de peatones, pintado hace unos pocos años por clamor popular. Está justo en la esquina de la iglesia, sin ningún visibilidad. Hay que asomar la cabeza sobre el asfalto para ver si viene un camión. Las primeras veces da algo de vértigo. "Ya se acostumbra uno al ruido y a cruzar con mucho cuidado", dice Asunción, muleta en ristre, toda una vida junto a la carretera. "Muertos aquí no ha habido ninguno, pero accidentes un poco más allá muchísimos. Fíjese en la pared de la iglesia, la raspó un camión y se llevó la ventana. En algunas fachadas hay golpes también de camiones. Pasan rapidísimo y de noche ni frenan. Un día uno se quedó dormido y vino a estamparse a mi casa".