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Celos, 'whatsapps' y amenazas: así cayeron los cuatro asesinos del concejal de Llanes
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el grupo EMPEZó A PLANIFICAR EL CRIMEN en junio

Celos, 'whatsapps' y amenazas: así cayeron los cuatro asesinos del concejal de Llanes

La UCO centró la investigación en Pedro Luis Nieva tras descubrir que este se había peleado con Ardines al enterarse de que este había tenido una relación sentimental con su esposa

Foto: Detención en Amorebieta del presunto autor intelectual del asesinato del concejal de Llanes. (Jose Mari Alonso)
Detención en Amorebieta del presunto autor intelectual del asesinato del concejal de Llanes. (Jose Mari Alonso)

Los celos delataron al cerebro del crimen de Javier Ardines. La investigación sobre la muerte del concejal de IU en Llanes (Asturias) cogió velocidad de crucero el pasado septiembre cuando los agentes descubrieron que el presunto autor intelectual del crimen, Pedro Luis Nieva Abaigar, había discutido violentamente con la víctima al enterarse de que mantenía una relación sentimental con su esposa. Terceras personas fueron testigos de la disputa.

La reconstrucción de la vida del edil y el análisis de su teléfono móvil permitieron a los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil aflorar ese enfrentamiento y centrar ya todos sus esfuerzos en la línea de investigación que terminó llevándolos el pasado martes a Amorebieta (Vizcaya) para detener a Pedro a las seis de la mañana, la misma hora a la que sus dos sicarios golpearon y asfixiaron al edil hasta provocarle la muerte el pasado 16 de agosto.

Los líos amorosos en el crimen de Llanes.

La información sobre esa enemistad fue clave para reducir el círculo de sospechosos, según han relatado a El Confidencial fuentes próximas a la causa, dirigida por el Juzgado de Instrucción número 1 de Llanes, que ya ha acordado el levantamiento del secreto de sumario tras la detención de los presuntos cuatro únicos implicados en los hechos: Pedro, presunto inductor del asesinato; su amigo Jesús M.B., con quién contactó para encargarle el crimen, y los dos argelinos que acabaron ejecutándolo.

La motivación pasional

En un primer momento, los especialistas del Instituto Armado contemplaron la posibilidad de que el suceso estuviera relacionado con la actividad política de Ardines en el Ayuntamiento de Llanes (el gobierno local que apoyaba había frenado planes urbanísticos y mantenía conflictos con varios colectivos de funcionarios) o incluso que tuviera su origen en alguna disputa de tipo laboral relacionada con su trabajo (era armador de un barco pesquero de 9,52 metros de eslora, el Bramadoria, con amarre en el propio puerto del pueblo).

placeholder Uno de los detenidos como autores materiales del asesinato de Javier Ardines. (EFE)
Uno de los detenidos como autores materiales del asesinato de Javier Ardines. (EFE)

Sin embargo, la toma de declaración a integrantes del entorno más íntimo del fallecido y el contenido de su teléfono móvil provocaron que se impusiera como hipótesis probable el móvil pasional, como adelantó este diario el pasado septiembre. Ardines estaba casado y vivía con su mujer, pero hacía mucho tiempo que no mantenían una relación de pareja. Los investigadores comprobaron que el edil había tenido contactos fluidos con varias mujeres del pueblo y empezó a ganar fuerza la posibilidad de que el responsable de su muerte fuera un marido despechado. Interrogaron a esas mujeres y a sus respectivas parejas para tratar de eliminar posibles culpables, pero Ardines había tenido tantas relaciones que se toparon con un auténtico laberinto amoroso del que parecía imposible salir.

La pista clave

El terreno se allanó cuando los investigadores supieron que, solo unas semanas antes del asesinato, un varón de 48 años que vivía en Amorebieta y veraneaba en Llanes, se había enfrentado a la víctima para reprocharle que hubiera tenido una relación sentimental con su esposa. Fue la pista definitiva. El hombre resultó ser Pedro, que estaba casado con una prima de la mujer del fallecido y regentaba un negocio de instalaciones y suministros eléctricos en las inmediaciones de Bilbao, aunque pasaba largas temporadas en el municipio asturiano junto a su pareja y sus dos hijos. Casualmente, en una casa situada a solo 100 metros de la que compartía el concejal de IU con su esposa. Además, ambas propiedades estaban unidas por el camino en el que apareció el cuerpo de Ardines.

placeholder Vista general de la vivienda del concejal asesinado el pasado mes de agosto, Javier Ardines. (EFE)
Vista general de la vivienda del concejal asesinado el pasado mes de agosto, Javier Ardines. (EFE)

Si una de las premisas de la investigación era que el asesino debía conocer al milímetro la zona y las costumbres de Ardines, por la forma en la que lo interceptaron a las seis de la mañana cuando se dirigía a Llanes desde el concejo de Pría, no había ninguna duda de que Pedro encajaba a la perfección en ese perfil. El principal sospechoso había recorrido centenares de veces esas carreteras y conocía la rutina del edil. Los investigadores comprobaron que entre ambos matrimonios había existido una buena relación, reforzada por el vínculo familiar de las mujeres. Incluso habían hecho planes juntos de los que había quedado testimonio en las redes sociales.

Sin embargo, esa amistad había concluido abruptamente poco antes del crimen. Los agentes confirmaron que la razón fue que Pedro averiguó que su mujer le había engañado con Ardines. No solo se produjo un fuerte choque entre el electricista y el concejal. Su entorno también sabía que ese episodio había provocado otra dura pelea entre Pedro y su mujer, aunque en los meses siguientes su relación no aparentara estar sufriendo ninguna turbulencia.

Mensajes al móvil

Los focos se fijaron aún más en Pedro cuando la UCO descubrió que el presunto autor intelectual del asesinato había enviado mensajes amenazantes a la víctima poco antes de terminar con su vida. Según fuentes próximas al caso, los investigadores consiguieron acceder al contenido de esas conversaciones, que dejaron claro que el motivo de la animadversión entre ambos tenía su origen en la relación extramatrimonial que había mantenido Ardines con la mujer de Pedro. A partir de ese momento, el nombre del empresario vizcaíno quedó subrayado en rojo. El caso se centró ya en reconstruir sus movimientos y relaciones en las fechas clave.

Las diligencias supervisadas por el Juzgado de Instrucción número 1 de Llanes permitieron detectar posteriormente que en el mes de junio, dos meses antes del asesinato, ya habían entrado en contacto los cuatro presuntos implicados en el crimen para empezar a diseñar el asesinato del edil. La UCO también tiene documentadas estas primeras conversaciones, que probarían que el crimen fue absolutamente premeditado.

Los focos se fijaron aún más en Pedro cuando la UCO descubrió que este había enviado mensajes amenazantes a la víctima poco antes del asesinato

De las pesquisas se desprende que Pedro contactó con un amigo de su máxima confianza, Jesús M.B., para pedirle que le ayudara a matar al amante de su mujer. Jesús declinó hacerlo con sus propias manos pero contactó con dos argelinos para encargarles el trabajo. Estos dos últimos habrían sido finalmente los ejecutores materiales del crimen.

Uno de ellos fue detenido el martes en su vivienda del barrio de Altzaga de Erandio, en Vizcaya. El segundo fue arrestado en Suiza por la policía de ese país y ya se han iniciado los trámites para que sea entregado a España, aunque el proceso podría demorarse hasta tres meses. Los agentes localizaron en la vivienda de Erandio un bote de espray pimienta como el que usaron los asesinos aquella mañana del 16 de agosto para tratar de aturdir a Ardines y, de ese modo, dificultar que pudiera huir o defenderse. Tras golpearlo por la espalda y perseguirlo varios metros, lograron darle al alcance y asfixiarlo. El Comercio desveló este viernes que, durante su declaración, el argelino apresado en Erandio admitió que Pedro y Jesús les pagaron 25.000 euros por la muerte del concejal. Sin embargo, aunque reconoció haber participado en el crimen, aseguró que el encargado de asfixiarlo fue detenido en suelo helvético.

Los celos delataron al cerebro del crimen de Javier Ardines. La investigación sobre la muerte del concejal de IU en Llanes (Asturias) cogió velocidad de crucero el pasado septiembre cuando los agentes descubrieron que el presunto autor intelectual del crimen, Pedro Luis Nieva Abaigar, había discutido violentamente con la víctima al enterarse de que mantenía una relación sentimental con su esposa. Terceras personas fueron testigos de la disputa.

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