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Así fue el gol en el descuento de Sánchez en el Congreso: "Los del PP son ingenuos"
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El cabreo en el PP era mayúsculo

Así fue el gol en el descuento de Sánchez en el Congreso: "Los del PP son ingenuos"

Los socialistas prepararon con sigilo la enmienda que reformará la Ley de Estabilidad Presupuestaria a través de la Ley de Violencia de Género

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado (i), conversa con la diputada Isabel García Tejerina, en el pleno del Congreso. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado (i), conversa con la diputada Isabel García Tejerina, en el pleno del Congreso. (EFE)

Cuando se trata de tirar de oficio y veteranía, el PSOE anda bien de banquillo. Puede que en sus horas más bajas tuviera menos políticos conocidos de primera línea, menos caras para las tertulias, pero a la hora de formar Gobierno, cuando Moncloa tocó a rebato, no faltaron altos funcionarios, catedráticos, profesores universitarios y gente con conocimiento de los resortes del poder que acudiera a la llamada, a pesar de la precariedad de la legislatura que enfilaba Pedro Sánchez.

El Gobierno usa una enmienda sobre violencia machista para evitar el veto del Senado en los PGE

Ese conocimiento de la maquinaria del poder es lo que permite encontrar un camino legal donde no parece que lo haya. Así se explica una fuente parlamentaria la enmienda que la noche del martes, al filo de cerrar el registro, presentó el PSOE para modificar la Ley de Estabilidad Presupuestaria a través de la Ley de Violencia de Género. El resultado es un ardid parlamentario que traerá cola, que el PP recurrirá e intentará bloquear y que puede marcar la legislatura. Pero es un gol de última hora al partido de Pablo Casado y a su recién estrenado equipo parlamentario. "Siempre decimos que los del PP son ingenuos y los del PSOE son listos", resume un alto funcionario con conocimiento de las Cortes.

No muchas de las personas del PSOE que habían trabajado en la Ley de Violencia de Género supieron que esa ley iba a servir para reformar otra

La jugada es fina y permite a Pedro Sánchez desbloquear una situación compleja. La Ley de Estabilidad Presupuestaria, aprobada en 2012 derivada de la reforma exprés de la Constitución, estableció un inusual veto del Senado. Normalmente, esa Cámara es de segunda lectura: puede votar en contra de una ley pero luego vuelve al Congreso, que lo levanta. Es decir, que su veto es papel mojado en la mayoría de las ocasiones. Pero en 2012, el PP estableció la singularidad de que puede vetar la ley (pequeño detalle: el Senado es una Cámara donde el PP tiene tradicionalmente mayoría). Así que junto con el artículo 155 de la Constitución es prácticamente la única competencia legislativa real del Senado.

Para aprobar sus Presupuestos y negociar con Podemos, Moncloa necesitaba como primer paso salvar ese veto. Para ello amagó con hacerlo por decreto ley, pero finalmente presentó una proposición de ley, un trámite más garantista pero más largo. La Mesa del Congreso, controlada por PP y Ciudadanos, dio largas a la tramitación de urgencia y parecía que las cuentas públicas de Sánchez navegaban hacia las rocas en el Parlamento.

Foto: La portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, conversa con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, este 18 de septiembre en el pleno. (EFE)

En la reunión del martes por la mañana, la mesa acordó cerrar el trámite de enmiendas de la reforma de la Ley de Violencia de Género. Ningún grupo pidió la ampliación. Se trataba, o eso parecía, de una ley inocua. Nadie se fijó en ello. Parcía un trámite más. En el PSOE vieron el hueco: antes del cierre del registro, los socialistas presentaron una enmienda para reformar en esa ley la de Estabilidad Presupuestaria. El sigilo era fundamental. Ni muchas de las personas que habían trabajado en la Ley de Violencia de Género supieron que esa ley iba a servir para reformar otra.

Superado el primer y gran escollo, introducir la reforma en la maquinaria de una comisión parlamentaria, predecir lo que viene a continuación es sencillo. "Ahora la ley va a la comisión de Justicia, cuya presidenta es del PSOE y manejará los tiempos de la ponencia para aprobarlo rápidamente. En octubre irá al pleno y pedirán la urgencia en el Senado. El Senado lo vetará en 20 días, pero luego volverá al Congreso y ahí lo aprobarán", explica una fuente del Congreso. Por si hay dudas de que Sánchez tiene la mayoría del Congreso con él en este tema, el mismo martes por la noche el pleno aprobó tomar en consideración la otra reforma, la tradicional y que encara un procedimiento infinitamente más complejo.

Puede que el PP no tuviera mucho margen para evitar el gol. Pero si al menos el PP hubiera cerrado el periodo de enmiendas de otra ley, la reforma podría haber ido a otra comisión en la que controlara la presidencia y entonces habría podido manejar los tiempos. Es decir, si el PSOE hubiese colado esa enmienda en la comisión de Interior, por ejemplo, su presidente, el popular Rafael Catalá, seguiría teniendo mano sobre la tramitación. Pero la mesa de la de Justicia tienen mayoría el PSOE y ERC. Además, la Ley de Violencia de Género es sencilla y no es previsible un enorme retraso.

No es ni mucho menos la primera vez que se utiliza una ley para modificar otra. El Constitucional ha llamado la atención sobre esta técnica jurídica, sobre todo cuando el grupo con mayoría aprovechaba el Senado para introducir artículos que no quería que informara el Consejo de Estado u otro órgano consultivo. "La jugada es de listillo", resume una fuente parlamentaria. La oposición empezó anoche a rastrear la jurisprudencia del Constitucional sobre el tema.

El PP vio así, de forma imprevista, cómo perdía su as contra las cuentas públicas de Sánchez, Podemos y demás socios si llegan a aprobarlas. El cabreo en las filas populares era mayúsculo. "A Sánchez le da igual todo con tal de seguir en Moncloa". "Hacerlo lo han hecho, pero es una barbaridad". "Consideramos una barbaridad jurídica que demuestra la incompetencia de este Gobierno". El equipo de Casado ha recibido un gol y empezó a hacer aspavientos. Los atléticos saben lo que duele perder en el descuento.

Cuando se trata de tirar de oficio y veteranía, el PSOE anda bien de banquillo. Puede que en sus horas más bajas tuviera menos políticos conocidos de primera línea, menos caras para las tertulias, pero a la hora de formar Gobierno, cuando Moncloa tocó a rebato, no faltaron altos funcionarios, catedráticos, profesores universitarios y gente con conocimiento de los resortes del poder que acudiera a la llamada, a pesar de la precariedad de la legislatura que enfilaba Pedro Sánchez.

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