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El PP intenta levantar el ánimo de sus bases y salvar su convención del 'caso Cifuentes'
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cospedal: "que no nos roben nuestras banderas"

El PP intenta levantar el ánimo de sus bases y salvar su convención del 'caso Cifuentes'

El respaldo a la presidenta de la Comunidad de Madrid en medio del episodio de su máster consistió en los efusivos saludos de Mariano Rajoy

Foto: Cospedal en la inauguración de la Convención Nacional del PP en Sevilla. (EFE)
Cospedal en la inauguración de la Convención Nacional del PP en Sevilla. (EFE)

Veintiocho años después de celebrar su congreso de refundación y otros siete después de reunir su convención para preparar la vuelta al poder en 2011, el Partido Popular vuelve a Sevilla con el objetivo principal de levantar el ánimo de sus cuadros y bases. Los principales dirigentes del partido, con María Dolores de Cospedal en cabeza, piden a los militantes confianza, empuje y salir a la calle con sus banderas de siempre para dar la batalla sin complejos ante los nuevos partidos "líquidos o gaseosos" (por Cs). Se acercan las citas electorales de 2019, falla la moral y la propia convención tuvo que arrancar con un ensayo de cierre de filas forzoso en torno a Cristina Cifuentes, más de detalles (besos y abrazos) y alusiones indirectas que otra cosa.

El respaldo a la presidenta de la Comunidad de Madrid en medio del episodio de su máster consistió en los efusivos saludos de Mariano Rajoy y los miembros de la dirección y una frase del discurso de la secretaria general: "hay que defender a los nuestros". Cifuentes dio antes una conferencia de prensa en toda regla para repetir que no dimite porque no ha hecho nada irregular ni tampoco ha mentido y los reunidos asumieron la consigna de sus jefes. En los pasillos sí admitían que el calvario de su líder en Madrid seguirá. "No hay otro remedio" o "de perdidos, al río", comentaban resignados.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, a su llegada a la convención del PP en Sevilla. (EFE)

Cospedal, los presidentes autonómicos en ejercicio y los responsables regionales en la oposición se empeñaron en todas sus intervenciones en apelar a la historia de la organización, su hoja de servicios en la gestión de todos los ámbitos del Estado y la fortaleza contrastada en la defensa de la unidad de España, hasta con bajas frente al terrorismo.

Isabel Bonig, Biel Company y Alfonso Alonso se destacaron en proclamar su orgullo "de partido" y referir en cada caso la pugna diaria con los nacionalistas, la izquierda o los tripartitos con componentes de ambos espectros más el populismo.

La secretaria general abrió el camino a ese intento de levantar los ánimos, pero lo hizo con tintes de autocrítica poco habituales en la sede de Ferraz. Pidió confianza en la victoria y espíritu de equipo para representar a la sociedad, además de recordar que el Gobierno del PP sacó a España "de la quiebra" y después supo frenar el intento de golpe de Estado de los independentistas catalanes. Pero al mismo tiempo, recordó a los reunidos que los electores no votan solo por la labor del pasado, sino por las propuestas de futuro, y que el PP no ha sabido adaptarse ni responder a las "nuevas formas de comunicación".

"Tal vez seamos demasiado discretos", añadió la ministra de Defensa para comparar esos fallos en la 'venta' de los logros reales con la habilidad de otros en "colgarse medallas, por una cosa o la contraria, que les da igual". Se refería así a las formaciones "líquidas", sin principios y pendientes de las encuestas, en alusión al partido de Albert Rivera.

Según Cospedal, la confianza de los ciudadanos en los políticos "no es retroactiva", se debe ganar a cada paso y no sobrevive el partido más fuerte, sino el que mejor sabe adaptarse a los cambios. Y en el caso del PP, la receta de su secretaria general consiste en la evolución, pero con respeto a los principios básicos: libertad, patriotismo constitucional, igualdad de los ciudadanos y defensa de la unidad de España.

Ante Rajoy y la mayoría de los miembros de su gabinete, la número dos del PP animó a los suyos a no dejar que les roben "sus banderas", a perseverar en la representación de las clases medias y trabajadoras y a combatir el sectarismo de la izquierda. También a recalcar sus respectivos ámbitos de responsabilidad, que mientras gobierne el Partido Popular "España será una nación de ciudadanos libres e iguales donde se respeta la Constitución y la ley".

El mensaje de Cospedal fue muy aplaudido por los cargos y militantes presentes en el macrohotel de Sevilla que acoge la convención. Sobre todo cuando aludió a la "dictadura social" que persigue el separatismo catalán o citó los nombres de los dirigentes del PP asesinados por ETA con el objetivo de forzar la secesión del País Vasco.

La secretaria general pidió un "cierre de filas" ante "las malas artes" de los adversarios del PP (sin especificar) y cerró su arenga con un último llamamiento a la defensa de los principios y los valores, a "hablar con la gente" como fórmula para ganar las próximas elecciones. En Andalucía, arrancará el ciclo a principios de 2019, si no se adelantan los comicios al otoño, y después, en mayo, llegarán juntas municipales, autonómicas y europeas.

Veintiocho años después de celebrar su congreso de refundación y otros siete después de reunir su convención para preparar la vuelta al poder en 2011, el Partido Popular vuelve a Sevilla con el objetivo principal de levantar el ánimo de sus cuadros y bases. Los principales dirigentes del partido, con María Dolores de Cospedal en cabeza, piden a los militantes confianza, empuje y salir a la calle con sus banderas de siempre para dar la batalla sin complejos ante los nuevos partidos "líquidos o gaseosos" (por Cs). Se acercan las citas electorales de 2019, falla la moral y la propia convención tuvo que arrancar con un ensayo de cierre de filas forzoso en torno a Cristina Cifuentes, más de detalles (besos y abrazos) y alusiones indirectas que otra cosa.

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