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Así han quedado Galicia, Asturias y Portugal después de los incendios
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Así han quedado Galicia, Asturias y Portugal después de los incendios

Ha sido la peor ola de incendios de la última década, y ha dejado tras de sí cerca de 40 víctimas en Portugal y cuatro en Galicia. Así han quedado algunos de los terrenos afectados

Foto: Galicia trata de recuperar la normalidad tras la oleada de incencios forestales (EFE)
Galicia trata de recuperar la normalidad tras la oleada de incencios forestales (EFE)

Las altas temperaturas, el terreno seco, la plantación de eucaliptos y la, por supuesto, quema descontrolada en los montes son algunos de los factores que han contribuido a que los últimos días se hayan convertido en todo un infierno para Galicia, Asturias y Portugal. Además de cerca de 40 muertos —en su mayoría en Portugal, cuatro en Galicia y ninguno en suelo astur—, los fuegos forestales que han tenido lugar en las últimas horas han dejado un panorama de desolación, haciendo perder a las montañas del noroeste de la península ibérica su característico color verde.

Los fuegos en Portugal, desde donde han reconocido que no han sido capaces de gestionar esta crisis, han llevado a la ministra de Administración lusa, Constança Urbano de Sousa, a presentar su dimisión. En España no han provocado ninguna salida de los Gobiernos locales ni de la Administración central, aunque sí le han valido duras críticas a los dirigentes, en especial al presidente de la Xunta, Alberto Pérez-Feijóo, quien durante su periodo en la oposición ya criticó al entonces gobierno bipartito del PSOE-BNG por su mala gestión en el marco de los incendios forestales de 2006.

En Galicia, una de las zonas más afectadas ha sido la que rodea la ciudad de Vigo, donde se registraron multitud de focos y donde se vieron obligados a suspender las clases durante toda una jornada por la extremada presencia de humo. Una de esas zonas en las de Valadares, de donde es Alejandra Álvarez, quien estuvo presente en las labores de extinción de las llamas en la avenida de Europa de Vigo. Así es como ha quedado:

En Ponte Caldelas, en la provincia de Pontevedra, el fuego llegó a alcanzar la zona urbana y varias aldeas tuvieron que ser desalojadas. Así lo mostró el alcalde de la localidad, Andrés Díaz, en un vídeo. Díaz ha anunciado que solicitará la declaración de zona catastrófica después de que las llamas arrasaran con alguna vivienda, además de una cuarta parte de la masa forestal del municipio.

Entretanto, un vecino de Coruxo (Pontevedra) publicó un vídeo en el que explica una de las razones por las que hay zonas que no fueron arrasadas por las llamas y otras que sí. La respuesta: la vegetación autóctona frente al eucalipto.

Por su parte, en Asturias la lluvia ha favorecido, al igual que ha hecho en el resto de incendios, la extinción de las llamas, dejando terrenos completamente calcinados.

También en el concejo de Degaña, muy próximo a Cangas del Narcea, se han extinguido las llamas pero han dejado una situación compleja en una zona en la que se encuentra el 'Mirador del Oso', que alberga una importante colonia de osos pardos.

En Portugal, los incendios han llevado a la titular de Administración Interna a dejar su cargo. Urbano de Sousa estaba siendo cuestionada tanto por la opinión pública como por los distintos partidos políticos, uno de los cuales, el democristiano CDS, ya ha anunciado una moción de censura al Gobierno de Costa por esta crisis. Este martes, incluso el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, llegó a lanzar varias y duras advertencias al Gobierno, en el sentido de que es urgente e inaplazable actuar y "abrir un nuevo ciclo".

Las altas temperaturas, el terreno seco, la plantación de eucaliptos y la, por supuesto, quema descontrolada en los montes son algunos de los factores que han contribuido a que los últimos días se hayan convertido en todo un infierno para Galicia, Asturias y Portugal. Además de cerca de 40 muertos —en su mayoría en Portugal, cuatro en Galicia y ninguno en suelo astur—, los fuegos forestales que han tenido lugar en las últimas horas han dejado un panorama de desolación, haciendo perder a las montañas del noroeste de la península ibérica su característico color verde.

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