“Esta es la cara que se te queda tras 4 horas asfixiándote en los incendios de Galicia”

“Esta es la cara que se te queda cuando pasas cuatro horas con cubos de agua y mangueras, asfixiándote, llevando a gente de un lado a otro con tu humilde moto, y recorriendo todo Freixo y Matamá ayudando a los vecinos a apagar el fuego que le quema sus fincas y casas”, así compartía Rubén Alonso Piñeiro su experiencia durante los incendios que asolaron Galicia, concretamente en estos dos barrios de Vigo. Acompañando al texto, que ya se ha compartido más de 20.000 veces en Facebook, ha publicado una fotografía de su cara, visiblemente afectado por el humo, el fuego y el cansancio.

“Esta es la cara que se te queda cuando ves que hay zonas forestales a donde no puedes acceder y arde todo de forma irremediable, sintiendo la impotencia de saber que un ecosistema al que le cuesta muchísimo tiempo crecer desaparece en segundos. Por solo poner un ejemplo, en Matamá este año por primera vez veíamos jabalíes y ahora toda esa riqueza ecológica se ha ido", lamenta.

Rubén vive en Matamá, barrio de Vigo. Fue el domingo cuando a las ocho y media de la tarde decidió salir con su moto hacia Valladares-Freixo, barrio colindante donde reside su familia y donde el fuego se estaba acercando con más fuerza. “Al llegar allí me encontré una situación dantesca, viendo el monte ardiendo con muchísima fuerza y con todos los vecinos fuera de sus casas con cubos y mangueras intentando apagar el mayor número de llamas posibles”, cuenta Rubén a El Confidencial. “Me uní a ellos, haciendo todo lo posible para parar el fuego, pero veíamos con impotencia cómo la ceniza ardiendo caía en diversos puntos tras nuestras cabezas, propagando el fuego a una velocidad vertiginosa”.

Parte del barrio de Rubén también fue pasto de las llamas. Después de que los vecinos de Freixo sofocaran el fuego tanto como pudieron, se dirigió de vuelta a Matamá, donde observó cómo ardían varios campos de labradío. “Por suerte, los sofocamos rápidamente”. Con el fuego más controlado, Rubén se apresuró a coger su moto y ayudar a los vecinos de la zona. “Di unas vueltas por allí por si alguien se hubiese podido desmayar intoxicado por el humo, que era densísimo, y poder ayudarlo.”

"Vi el monte arder con muchísima fuerza y todos los vecinos fuera de sus casas con cubos y mangueras"

La publicación de Rubén sigue recalcando el papel que tuvo el vecindario a la hora de controlar los incendios: “Esta es la cara que se te queda cuando ves cómo ciertos políticos tienen la desfachatez de, ojo, ponerse medallitas por, según ellos, tener todo controlado. No os voy a decir lo que sí que os gusta tener bien controlado, pero el mérito de que no haya más daño no es vuestro, sino del pueblo que se movilizó para ello, arriesgando su integridad. Esta es la cara que se te queda cuando sabes que el ejército, ese que es tan patriota y profesional, no ha movido un solo dedo por ayudarnos, por lo menos en mi zona”.

Al final de la carta, comparte más experiencias personales: “Esta es la cara que se te queda cuando un familiar ha perdido su medio de subsistencia al arder su negocio sin que los vecinos le hayan avisado de que se le estaban quemando sus instalaciones". Rubén explica que su familiar poseía un pequeño cobertizo donde guardaba maquinaria de su trabajo y que ese día se encontraba a varios kilómetros del lugar. "Está muy afectado, era su medio de vida", asegura. En su post, continúa hablando del tema: "Sobre lo de los vecinos insolidarios y los que se autodesalojaron haría falta un texto aparte, y no sería tan elegante como este.”

El joven cuenta también que, pasada la medianoche, se quedaron sin luz en todo el barrio. "Yo también me quedé sin agua porque dispongo de un pozo privado cuya bomba es eléctrica", explica. "Fue cuando, desesperado, me hice la foto que podéis ver".