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Un 'runner' que soñaba con pilotar y amaba el house: la historia inexplicable de Andreas
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sufrió un episodio de depresión temporal

Un 'runner' que soñaba con pilotar y amaba el house: la historia inexplicable de Andreas

Nació en Montabaur hace 27 años. Siendo un adolescente se metió en el mundo de la aeronáutica buscando cumplir su sueño. Se formó en la escuela de Lufthansa, le gustaba el house y salir a correr

Foto: El piloto alemán Andreas Lubitz
El piloto alemán Andreas Lubitz

“Era un chico normal, con amigos. A veces algo serio. No puedo creerlo”. Andreas Günter Lubitz tenía 27 años y su sueño era ser piloto. Nació en Montabaur, una pequeña localidad del estado federado Renania-Palatinado, a menos de 100 kilómetros de Fráncfort y a unos 169 de Düsseldorf. Se introdujo en el mundo de la aeronáutica siendo todavía un adolescente en busca de cumplir su mayor ambición. Le apasionaban los aviones. Su habitación estaba repleta de pósters con imágenes de aeroplanos. Comenzó trabajando con vuelos sin motor y poco a poco se fue especializando en su modelo preferido: el Airbus A320. Precisamente el mismo tipo de avión que el martes se estrelló contra los Alpes franceses mientras él se encontraba al mando y en el que murieron las 150 personas que iban a bordo del vuelo 4U9525. (Vea las increíbles imágenes.)

[Lea aquí: 'Cronología de la tragedia de Germanwings: un año desde el siniestro en los Alpes franceses']

Lubitz llevaba una vida activa, participaba en carreras populares e incluso llegó a correr una media maratón. Le gustaba la música pop, el house y salir a tomar algo por las noches de acuerdo con los datos de su perfil de Facebook, que fue eliminado el jueves a los pocos minutos de descubrirse su identidad.

El joven copa las portadas de la prensa nacional e internacional y es la imagen de todas las televisiones. Se ha convertido en trending topic y la red pelea por conocer cada detalle de su vida. Todo ello después de que la Fiscalía de Marsella anunciara ayer la principal hipótesis para explicar la inmensa tragedia del accidente aéreo en los Alpes franceses: “El copiloto hizo descender el avión voluntariamente para estrellarlo. Quería destruirlo”. La demoledora conclusión de una investigación que aún sigue en marcha y extraída de la primera caja negra ha consternado al mundo entero, empeñado en averiguar los motivos que llevaron a Lubitz a encerrarse en la cabina primero, impedir que entrara el otro piloto después, y producir el brusco descenso del avión, que acabó colisionando contra el macizo de los Trois-Évêchés. Ni un superviviente.

Una actitud “impecable”

Se formó en la escuela de pilotos de Lufthansa de Bremen, una de las más exigentes que hay, según fuentes del sector. Para ser admitido es necesario someterse a varias pruebas de física, matemáticas, idiomas y test psicotécnicos, además de otros exámenes médicos y psicológicos. Después fue entrenado en Phoenix, estado de Arizona.

Lubitz acumulaba 630 horas de vuelo desde que obtuvo su licencia en 2010 y trabajaba en la aerolínea alemana desde 2013, año en el que fue contratado. Comenzó como auxiliar de vuelo, pasó por la escuela de aviación civil de la aerolínea matriz y trabajó durante algún tiempo en Germanwings, filial low cost de Lufthansa. Según el CEO de esta última, Carsten Spohr, el alumno Lubitz tuvo siempre una actitud “impecable” y “era apto al ciento por ciento para el vuelo” porque, a pesar de que interrumpió su formación durante varios meses, después volvió a someterse a cada examen y los superó sin dificultades.

La aerolínea afirmó “no disponer de datos” sobre los motivos que llevaron a Andreas a solicitar un descanso, pero según la revista alemana Der Spiegel, fuentes cercanas al piloto confirman que pudo “sufrir una depresión y mostrar síntomas de agotamiento”. El CEO de Lufthansa se apresuró a decir que, al existir el “secreto médico” incluso después de la muerte, el cual prohíbe en todo caso hacer públicos datos de este tipo, deberá ser la Fiscalía francesa la que facilite esa información.

Sin embargo, según publica hoy el diario alemán Bild, tras registrar la casa del copiloto, la Policía podría haber encontrado "una pista significativa". Se trataría de una serie de documentos que probarían el tratamiento psiquiátrico por un "grave episodio depresivo" que Andres habría sufrido hace seis años.

Montabaur, el pueblo medieval “desconcertado”

Un castillo de color amarillo chillón es la primera imagen que llega a la mente de un alemán si le preguntan por Montabaur. Se trata probablemente del edificio más emblemático de la localidad, aunque no es lo único. A sus menos de 13.000 habitantes los rodea un paisaje de casas de madera y un trozo de muralla medieval que va resistiendo el paso del tiempo.

En Montabaur viven los padres de Andreas Lubitz, en la misma casa donde él residía hasta que se mudó a un apartamento en la ciudad de Düsseldorf. Pero al pueblo de su infancia le unían muchas cosas, entre ellas el club de vuelo sin motor LSC Westerwald, del que era un miembro muy apreciado.

“Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea. Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida”. Ese era el mensaje que se podía leer en la página web del club el martes tras el accidente. “Comenzó como piloto de planeadores y llegó a pilotar un Airbus A320”, expresaba con admiración un compañero. “Le conocía muy bien y que haya hecho esto es algo inconcebible para mí”, se repetía una y otra vez otro de los chavales. Ahora, esos mismos colegas se niegan a creer la versión –ya oficial– de la fiscalía francesa. De hecho, el presidente del club, Klaus Radke, llegó a rechazarla “hasta que no concluya la investigación”. “Simplemente, no podemos creérnoslo”, afirmó a medios alemanes.

“Era un chico normal, con amigos. A veces algo serio. No puedo creerlo”. Andreas Günter Lubitz tenía 27 años y su sueño era ser piloto. Nació en Montabaur, una pequeña localidad del estado federado Renania-Palatinado, a menos de 100 kilómetros de Fráncfort y a unos 169 de Düsseldorf. Se introdujo en el mundo de la aeronáutica siendo todavía un adolescente en busca de cumplir su mayor ambición. Le apasionaban los aviones. Su habitación estaba repleta de pósters con imágenes de aeroplanos. Comenzó trabajando con vuelos sin motor y poco a poco se fue especializando en su modelo preferido: el Airbus A320. Precisamente el mismo tipo de avión que el martes se estrelló contra los Alpes franceses mientras él se encontraba al mando y en el que murieron las 150 personas que iban a bordo del vuelo 4U9525. (Vea las increíbles imágenes.)

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