Rajoy y Rubalcaba se coordinan en defensa de la Constitución frente al desafío de Mas

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El rechazo del Congreso a la pretensión del Parlamento catalán de hacerse con la competencia constitucional de convocar consultas ha dejado constancia de la coordinación entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba a la hora de defender la unidad de España frente al desafío de Artur Mas. Y también que los nacionalistas son un bloque para exigir su referéndum independentista, aunque luego cada uno tenga una idea diferente sobre sus consecuencias. Jordi Turull (CiU), Marta Rovira (ERC) y Joan Herrera (ICV) hablaron de consultas distintas y Josep Antoni Duran les reprendió por utilizar el término independencia.

“En estos asuntos tenemos acuerdos, es que son muy serios”, reconoció el líder del PSOE desde la tribuna del Congreso ante las ‘acusaciones’ de los nacionalistas y la extrema izquierda de compartir posiciones con Rajoy. Le reprochaban la defensa del marco constitucional, del principio de la supremacía de la ley y que rebatiera las teorías secesionistas sobre el derecho de autodeterminación.

Rubalcaba aprovechó para ofrecer su reforma federal de la Constitución como salida al conflicto abierto por el presidente de la Generalitat, pero sólo le sirve para contentar a los propios, incluidos también los diputados del PSC. En el debate le tocaba presentarse como hombre de Estado y compartió el enunciado de principios, ideas y hasta frases con el presidente del Gobierno. Calcado fue el recordatorio de que Cataluña goza del mayor autogobierno de su historia y que se corresponde justo con el periodo de vigencia de la Constitución que los nacionalistas ahora denuestan, después de participar en el pacto de la Transición.

En el debate todo era previsible y estaba descontado: los argumentos a favor y en contra de la cesión de la competencia, la votación y hasta la falta de respeto de Artur Mas a la Cámara al no acudir a dar la cara por su proyecto. El interés residió más en las intervenciones del presidente del Gobierno y del líder del principal partido de la oposición. Ambos triunfaron ante los diputados propios, que les aplaudieron con ganas (no por cumplir). La novedad es que populares y socialistas también se mostraran satisfechos con los argumentos y el tono empleados por el jefe de filas de los adversarios.

En el Gobierno estaban contentos con el discurso de Rubalcaba. “No estaba pactado”, insistían en medios del Ejecutivo, pero al mismo tiempo que admitían que ambos podían haber hablado antes del debate y que en lo fundamental (la defensa del marco constitucional y el ‘no’ dialogante a Mas) era evidente que estaban de acuerdo.

Rajoy y el secretario general del PSOE compartieron la respuesta al presidente de la Generalitat de que tiene la salida de proponer una reforma de la Constitución, el aviso de que ningún país desarrollado admite el derecho de autodeterminación en su seno y la apelación a los siglos de historia en común de todos los españoles, incluidos los catalanes. Hasta el recurso a los sentimientos fue similar: su amor y admiración por Cataluña, su cultura y sus tradiciones. Rubalcaba sacó además la trayectoria de complicidad con el tripartito y su antiguo entendimiento con CiU.

Derrotada la propuesta con el voto del 85% del Congreso

La votación en la Cámara fue contundente: 299 diputados (PP, PSOE, UPyD y los regionalistas de UPN y Foro Asturias) rechazaron la cesión de la competencia, que sí fue apoyada por CiU, el PNV, IU, los grupos de la extrema izquierda nacionalista y Amaiur: 47 en total. El número de diputados catalanes constitucionalistas superó al de los independentistas y nacionalistas.

Si el presidente del Gobierno y el líder socialista se lucieron con el entendimiento mutuo en defensa del marco constitucional y la convivencia entre los españoles amenazados por el reto independentista, los portavoces nacionalistas dieron la nota contraria con su disparidad de criterios. Los tres enviados de Mas hablaron en nombre del “pueblo de Cataluña”, pero para sostener teorías distintas. Turull, por CiU, cerró cualquier puerta al entendimiento: “No estamos en un callejón sin salida, sino en un camino sin retorno”. Pero eludió la palabra independencia.

Marta Rovira (ERC) no dejó de emplear el término independencia, definió un futuro Estado nacionalista y de izquierdas porque “no nos quieren y el encaje es imposible” y porque los catalanes no caben en “la democracia española”, que es “en blanco y negro”. Joan Herrera fue el menos independentista: incluso renegó de la secesión, pero dio por muerto el actual régimen y se decantó por una fórmula federal (no Estado propio), también de izquierdas.

Para mayor confusión pública pero para dejar claro el grado de división que hay en CiU con la apuesta separatista de Mas, su portavoz en el Congreso, Duran, enmendó la plana a los enviados del Parlamento catalán. Cumplió con el guion para pedir una consulta, pero siempre que fuera legal, y reprendió a un interviniente (Rovira): “Aquí no se discute sobre la presencia o no de Cataluña en España. Esto no es un debate sobre la independencia”.