Los presos de ETA capitulan para tratar de acceder a las ventajas de los reos comunes

El colectivo de reclusos de ETA ha anunciado formalmente que renuncia a la violencia y ha reconocido el daño que ha causado, un paso histórico cargado de simbolismo que allana el camino para la desaparición definitiva de la organización terrorista. Pero bajo esa romántica apariencia subyace un potente componente estratégico que ha influido decisivamente en el contenido y los tiempos de este movimiento. Con esta declaración sin precedentes, los alrededor de 500 miembros de ETA encarcelados en España y Francia asumen las condiciones que les exigía el Gobierno para facilitarles el acceso al estatus de presos comunes y a todas las ventajas que ello implica.

Oficialmente, la declaración del EPPK (Colectivos de Presos Políticos Vascos, en euskera) supone la aceptación de las conclusiones alcanzadas antes del verano por el Foro Social, una mesa de diálogo promovida por la izquierda abertzale y el Partido Nacionalista Vasco. De esos encuentros salió una declaración aceptada por Sortu que reclamaba a los presos de ETA que renunciaran al terrorismo, reconocieran el daño causado y admitieran la vía de la reinserción individual, renunciando así por primera vez a la aministía, una de las aspiraciones tradicionales del mundo proetarra.

Colaboración para los crímenes no resueltos

Con su comunicado de este sábado, que ha generado multitud de reacciones, los reclusos de la organización terrorista hacen el recorrido que ya habían hecho antes las terminales políticas de la banda. El texto leído por Marisol Iparraguirre, la sanguinaria asesina de ETA encargada de la portavocía del colectivo de presos, acepta punto por punto los acuerdos del Foro Social reconociendo la responsabilidad de los terroristas en el dolor provocado. Incluso admite la legitimidad de las leyes españolas y del reglamento penitenciario, otra cesión que termina con cinco décadas de apuesta por la desobediencia, e insinúa la disponibilidad de los presos para esclarecer los crímenes no resueltos.

Eso sólo es la superficie. El comunicado del EPPK va más dirigido al Gobierno que al Foro Social o a su fanática militancia. El Ministerio del Interior ha mantenido desde el inicio de la legislatura que los presos de ETA tienen dos opciones si quieren ser acercados al País Vasco y Navarra, conseguir permisos y acceder a otros beneficios penitenciarios: rechazar individualmente la actividad de la organización terrorista, reconocer sus delitos, colaborar con la Justicia e indemnizar a las víctimas, que ayer se manifestaron en cinco municipios vascos; o simplemente esperar a que ETA se disuelva. Con la última opción, si deja de existir la organización terrorista, lógicamente, los presos dejarían de ser considerados de forma inmediata miembros de ella. Pero esta exigencia implica que la cúpula anuncie oficialmente su disolución definitiva.

Victoria del Ministerio del Interior

Los miembros del EPPK han decidido adelantarse a ese paso lanzando un comunicado que les permitirá adquirir cuanto antes la condición de presos comunes y acceder a ventajas que hasta ahora tenían completamente vetadas por imposición de la dirección etarra. La declaración de este sábado acepta todas las condiciones verbalizadas recurrentemente durante los últimos dos años por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Su departamento, que no se ha movido un ápice en esta cuestión, se apunta un tanto.

No obstante, las consecuencias de este movimiento serán dolorosas. Los presos de ETA podrán solicitar el acercamiento a prisiones navarras y vascas en los próximos días. Las nuevas cárceles de Vitoria y Pamplona, inauguradas en 2011 y 2012, respectivamente, disponen de plazas suficientes para acogerlos. De hecho, fueron concebidas para cuando llegara este momento. Además, los reclusos de ETA también podrán comenzar a disfrutar del segundo y tercer grado penitenciario, es decir, desde permisos de fin de semana a pasar sólo las noches entre rejas o, directamente, llevar únicamente una pulsera telemática.

Instituciones Penitenciarias ya ha estado aplicando estos regímenes más laxos con los terroristas que ya se habían desvinculado públicamente de ETA. Ahora, todos los etarras podrán acogerse a este nuevo estatus. Aunque sus expedientes deberán ser revisados individualizadamente y las medidas se aplicarán de forma escalonada, como admite el propio EPPK en su declaración, lo cierto es que desaparecen los argumentos que ha esgrimido hasta ahora el Ministerio del Interior para seguir aplicando a los presos de ETA un trato diferenciado.

Malestar en el colectivo de presos

El EPPK ha preferido no esperar a que la dirección de ETA entregue sus armas y proclame su disolución, los únicos dos pasos que le queda por dar a la organización terrorista para poner el punto y final a su epitafio. Los presos llevaban meses manifestando su malestar por los escasos avances que había conseguido la cúpula de la banda tras su declaración de cese definitivo de la violencia en octubre de 2011 y por el apego al poder que han demostrado los líderes políticos de Bildu en los dos años que llevan en las instituciones. Ese nerviosismo ha arreciado en las últimas semanas con la excarcelación de más de 70 históricos etarras tras la derogación de la doctrina Parot. El comunicado del EPPK facilita que los más de 500 reclusos que siguen encarcelados puedan regresar a sus casas o, al menos, acercarse a ellas.

El riesgo ahora es que se produzca una escisión en el seno de la banda. No todos los presos de ETA eran partidarios de renunciar a su trayectoria y asumir las condiciones del Ministerio del Interior. A estas disensiones se suman otras que se están produciendo fuera de las prisiones. En las últimas semanas, un sector de la izquierda abertzale está ejecutando de nuevo atentados callejeros contra sedes de partidos políticos y diferente mobiliario urbano. Sortu se ha pronunciado en contra de estos ataques pero no hasta el momento no ha conseguido detenerlos. El sector duro parece estar iniciando su propia andadura.