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¿Ha llegado el momento de Gallardón?
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EL MINISTRO DE JUSTICIA GUARDA SUS CARTAS ANTE UN GOBIERNO QUEMADO EN LAS ENCUESTAS

¿Ha llegado el momento de Gallardón?

El verso suelto del Partido Popular lleva mucho tiempo en un discreto segundo plano, a buen cobijo en el Palacio de Parcent, sede oficial del Ministerio

Foto: ¿Ha llegado el momento de Gallardón?
¿Ha llegado el momento de Gallardón?

El verso suelto del Partido Popular lleva mucho tiempo en un discreto segundo plano, a buen cobijo en el Palacio de Parcent, sede oficial del Ministerio de Justicia. Alberto Ruiz Gallardón, el ministro que comenzó su andadura en el Gobierno con un verdadero ciclón reformista en su cartera y dispuesto a emprender modificaciones de calado en la organización de los jueces o el aborto, ha moderado su paso, tras los seis primeros de Gobierno, para habitar un segundo plano donde no quemarse en la hoguera de la crisis. Es, de momento, el ministro mejor valorado del Gobierno, por encima incluso de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y hay quien lo ve ya como una clara apuesta de futuro político. ¿Ha llegado, finalmente, su momento tan largamente ansiado?

Cualquier respuesta a esa pregunta puede parecer aventurada cuando el ciclo político y la mayoría absoluta del PP garantiza sin problemas cuatro años de reinado marianista por delante. Pero en una coyuntura en la que el ritmo de abrasamiento del Ejecutivo en las encuestas es directamente proporcional al que ha llevado la prima de riesgo en su galope y en el que los acontecimientos se suceden sin que los mercados terminen nunca de saciarse, cualquier cálculo político exige pensar en las posibilidades de futuro que se pueden plantear si Mariano Rajoy no consigue alumbrar una salida al final del túnel y comienza a desgastarse a un ritmo similar la de su predecesor en La Moncloa.  

En esa tesitura, el titular de Justicia tiene, de momento, todo el viento a su favor dentro de un Gobierno en el que abundan los ministros que solo son especialistas de lo suyo y donde dominan los sorayos afines a la número dos del Gobierno, en su mayoría tecnócratas procedentes de la Abogacía del Estado, que ocupan, como en el caso de la generación de La Gloriosa, importantes puesto en los diferentes escalafones de los ministerios.

“El único que quedará en el PP cuando el resto del Gobierno se queme, porque la crisis es un crematorio de políticos, es Gallardón”, sostiene, con total convencimiento, José Luis Álvarez, profesor de Política de Empresa de ESADE y que trabaja, actualmente, en un libro de próxima publicación en el que compara y analiza a todos los presidentes de la Democracia. “Por todo esto –añade-, Gallardón está un poco a la expectativa de ver qué pasa. También, porque tiene poco que decir sobre temas económicos”.

El exalcalde de Madrid, que nunca ha ocultado sus aspiraciones políticas y que ha mantenido en el pasado importantes pleitos internos con su otrora eterna rival, Esperanza Aguirre, compareció este viernes por primera vez en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros para informar de la que será, en octubre, su primera gran reforma legislativa y que afectará al modelo de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y de su presidente. Un tema especialmente relevante después del caso Dívar y que, nada más llegar al Ministerio, Gallardón presentó como una vuelta al modelo de elección de los primeros años 80, en el que estos vocales eran elegidos por los propios magistrados y jueces y no por el Parlamento.

Gallardón justificó el cambio, en enero, por la necesidad de despolitizar la justicia la cuota de partidismo que siempre impera en la elección de los miembros de los órganos jurisdiccionales, una tradición que PP y PSOE siempre han mantenido inalterable, como se ha vuelto a demostrar con la elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional. La reforma, sin embargo, supondría que los conservadores, mayoritarios entre los jueces, controlarían prácticamente siempre el Poder Judicial, independientemente de qué partido ocupe el ejecutivo, por lo que el proyecto contó con frontal rechazo del PSOE y enfrentó a Gallardón con los socialistas en una serie de asaltos de más calado ideológico, como por ejemplo el de la reforma de la ley del aborto, que también se anunció entonces y que parece haberse frenado en parte, según las últimas posiciones defendidas por Gallardón.

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El ministro, el viernes, cambió de opinión y ofreció a los socialistas negociar el modelo de ellección de los vocales del Consejo. ¿Supone eso que el Gobierno renuncia a su propuesta de máximos de modificar el sistema de elección? La pregunta se la hicieron a Gallardón en la rueda de prensa y el ministró contestó de una forma un tanto ambigua: “El Gobierno considera que es extraordinariamente importante el máximo acuerdo y el máximo apoyo parlamentario”, dijo. “El Gobierno va con una postura dispuesto a estudiar y tratar cada punto, incluido el caso de la elección de los vocales”.

Guiños a derecha e izquierda

El cambio de postura del ministro, que deja ese tema abierto, es un nuevo requiebro de quien está acostumbrado a hacer guiños a izquierda y derecha y a contentar a amplios sectores del centro. Una táctica que esconde a un verdadero animal político que difícilmente se puede contentar con culminar su carrera como ministro de Justicia. Un lugar donde, sin incidencia en el gasto y sin capacidad para actuar sobre la crisis, permanece a resguardo mientras sus compañeros de gabinete caen en picado en las encuestas. Según el profesor de ESADE consultado, eliminado Arenas, y con Esperanza Aguirre convertida solo en una líder regional, “¿qué otro político de vocación queda en al derecha?”. La respuesta, sin duda, es Gallardón que, en su caso, “ha demostrado capacidad para ganar elecciones”.

Álvarez, además, entiende determinadas conductas de Gallardón en estos primeros meses como guiños al electorado más tradicional de la derecha y más ideologizado. “En un momento político como este, en el que hay poca ideología y pocas diferencias entre PP y PSOE, hay poca derecha o izquierda y tampoco ha habido grandes medidas de derechas por parte de este Gobierno. En esto salió Gallardón con el tema de que las menores deberían tener el permiso de sus padres para poder abortar. Y eso demuestra que ha sido el único ministro que ha traído cosas que han marcado la diferencia ideológica con el PSOE”, explica. “Ha hecho otros guiños a la derecha como dejar a Ana Botella de alcaldesa de Madrid. El resto es un gobierno de técnicos como el italiano”.

Sea como fuere, Gallardón ha optado en las últimas semanas por permanecer de perfil en los temas clave que dominan la gestión de los últimos meses y que tienen un marcado carácter económico. En comparación con otros ministros no económicos como el titular de Interior, Jorge Fernández Díez, cuya verborrea le ha llevado incluso a anunciar la detención de un etarra antes incluso de que se produjera, Gallardón ha optado por pasar a un segundo plano y medir sus palabras y sus apariciones públicas, que no han sido muy altisonantes ni siquiera cuando el Tribunal Constitucional ha avalado la legalidad de Sortu. De hecho, desde que en marzo dijera aquello de que existe una “violencia estructural” que obliga a algunas mujeres a abortar no se le recuerdan otras salidas de tono que hayan levando asperezas en los sectores más progresistas. 

Otro tema de gran calado ideológico como la anunciada cadena perpetua revisable también se ha diluido con el paso del tiempo al excluirla Gallardón para los pederastas y reducirla solo al ámbito de los terroristas.

Sea como fuere, el ciclón Gallardón, que ha permanecido en stand by, volverá a recobrar fuerza a la vuelta del verano. Concluida la reforma laboral y del sector financiero, será a partir de octubre cuando Gallardón lleve al Consejo sus principales proyectos sobre el CGPJ, la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, la reforma del Código Mercantil o el proyecto de Ley de Jurisdicción Voluntaria. Se espera para entonces que el titular de Justicia adopte un mayor protagonismo en el día a día del Gobierno. Será entonces cuando se pueda precisar mejor si su hora definitiva se va acercando y si es capaz, también, de mantenerse durante largo tiempo como el ministro mejor valorado del Gobierno. Por ahora, obtiene un 4,31 de nota media, según el CIS

El verso suelto del Partido Popular lleva mucho tiempo en un discreto segundo plano, a buen cobijo en el Palacio de Parcent, sede oficial del Ministerio de Justicia. Alberto Ruiz Gallardón, el ministro que comenzó su andadura en el Gobierno con un verdadero ciclón reformista en su cartera y dispuesto a emprender modificaciones de calado en la organización de los jueces o el aborto, ha moderado su paso, tras los seis primeros de Gobierno, para habitar un segundo plano donde no quemarse en la hoguera de la crisis. Es, de momento, el ministro mejor valorado del Gobierno, por encima incluso de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y hay quien lo ve ya como una clara apuesta de futuro político. ¿Ha llegado, finalmente, su momento tan largamente ansiado?