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¿Relocalizarse o depender de terceros países? El futuro de la industria española
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¿Relocalizarse o depender de terceros países? El futuro de la industria española

Eurecat organizó en Barcelona la primera edición de su congreso sobre los retos en la industria de la relocalización, el cambio climático, la innovación tecnológica y la inteligencia artificial

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La pandemia obligó a muchas empresas a relocalizar su producción, al verla peligrar por una excesiva dependencia del exterior. Antes de que esto sucediera, adaptándose a sus necesidades, el fabricante de aparellaje eléctrico Simon tomó la decisión de industrializarse en el territorio al cual destinaban sus productos para reducir costes de materias primas, transporte o laborales. Hoy, el 97 % de la producción de su planta en China se distribuye dentro del país y el resto del continente asiático. Y en Europa se fabrican los productos para Europa.

Gracias a la relocalización las empresas pueden “fortalecer la industria y, por tanto, generar riqueza en el territorio”, según Xavier López, director general corporativo y de operaciones del centro tecnológico Eurecat. Es una de las conclusiones de la primera edición del Congreso Eurecat, que se celebró el pasado 22 de noviembre en el Recinte Modernista de Sant Pau de Barcelona. Bajo el lema ‘El futuro de nuestra industria’, se analizó el papel de la relocalización, los proyectos de alto valor añadido, la dependencia de terceros países o la inteligencia artificial. "Tengo la convicción que hace falta una apuesta firme por la industria en Cataluña, en todas sus etapas", afirmaba Daniel Altimiras, presidente de Eurecat.

No le falta razón. Los últimos datos muestran una mejora del sector industrial en el segundo trimestre de este año, un 2,6 % interanual, que se continúa beneficiando de la caída de los costes de producción, los precios más moderados de la energía y las menores tensiones en los aprovisionamientos. Sin bajar la guardia, "tenemos que ser ágiles con la implementación de los recursos y las políticas; todas las regiones del mundo van muy rápido, incorporando muchos recursos públicos y privados para promover el desarrollo", alertaba por su parte López.

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Foto: Pexels.

Guillermo Dorronsoro, consultor de Zabala Innovation Consulting y experto en gestión de la innovación, reconocía también que "estamos en un momento crítico para la industria", pero que también estamos a tiempo de recuperar un sector que aporta puestos de trabajo estables y, a la vez, lidera las transformaciones sociales. La resiliencia sería, según este, la clave para reforzar nuestras potencialidades y atraer nuevas inversiones, además de priorizar una política industrial hasta el año 2030, aprovechar los recursos de los fondos Next Generation y fomentar la colaboración público-privada.

Por su parte, Carme Poveda, directora de Análisis Económico de la Cambra de Barcelona, añadía una dosis de optimismo: "El peso industrial se ha mantenido constante y un ejemplo de la competitividad es que estamos exportando más de lo que importamos", aunque sin perder de vista el gran punto débil de la dependencia de China en productos básicos. Por ello, “tenemos que ser más rápidos que Europa en su lentitud tomando decisiones; con menos normas y de más calidad”, dijo.

Innovación frente al cambio climático

La emergencia climática y todas sus ramificaciones, en ocasiones poco evidentes, pueden afectar a muchos aspectos de la cadena de valor, como por ejemplo, causar daños a las infraestructuras por inundaciones u otros fenómenos meteorológicos extremos, pero también por un aumento de los costes de producción relacionados con el aumento de temperatura o el encarecimiento de la energía.

La innovación sería aquí una palanca fundamental, según explicaba la coordinadora de Investigación del Área de Sostenibilidad de Eurecat, Irene Jubany. Para esta, el punto de partida de la industria es admitir el daño causado al medio ambiente, “si mantenemos las mismas actividades el planeta ya no se podrá regenerar”. Por lo tanto, “hay que adoptar las ‘climate tech’ o tecnologías orientadas a cuidar el entorno, aunque los retornos de sus inversiones no sean tan evidentes a corto plazo”.

Una de las compañías asistentes al evento que explicó su experiencia en este sentido fue Balearia, que ha tenido que cerrar algunas de sus líneas por el aumento de las temperaturas. Como acciones contra el cambio climático, en 2013 adquirió el primer barco con gas natural y hoy ya cuenta con 11, con lo que han reducido las emisiones de vapor en torno al 25 %. También posee un barco eléctrico para cubrir la ruta entre Ibiza y Formentera y está reduciendo la velocidad de sus navíos para contaminar menos. “Contra la emergencia climática, hemos de consumir lo que necesitamos, apostar por las renovables y que la sociedad las acepte”, apuntó el responsable de transición energética de la naviera, Javier Cervera.

En el caso de Fluidra, mientras el aumento de las temperaturas les ha abierto la puerta a mercados nórdicos, están trabajando para perfeccionar las tecnologías que les permitan mitigar la pérdida de agua por la evaporación o por las limpiezas de los circuitos de filtración. “Queremos llegar a la ‘piscina positiva’, que aporte energía y agua a casa, ya que la piscina se ubica en zonas donde da el sol muchas horas y además puede servir de depósito pluvial”, apuntó el director general de finanzas, transformación y sostenibilidad de la firma, Xavier Tintoré.

Desde Bodegas Torres, su directora de Innovación y Conocimiento, Mireia Torres, habló de los perjuicios en la maduración de las uvas como consecuencia del cambio climático y marcó como soluciones el rescate de especies ancestrales que resisten más al calor, la viticultura regenerativa, que tiene en cuenta la biodiversidad del suelo que rodea a las plantaciones o los grupos de valoración, que aportan experiencia, más allá de las certificaciones, pero también pidió un mayor apoyo de la Administración Pública. El cofundador y socio de Roots for Sustainability, Raimon Puigjaner, por último, habló de la urgencia en sostenibilidad para cualquier compañía que quiera tener éxito y de trabajar esta desde el diseño del producto hasta su reciclaje, en su caso con cooperativas de reciclaje con personas en riesgo de exclusión social que gestionan toneladas de residuos que luego colocan en el sector de la automoción.

"La productividad del futuro se va a basar en la complementariedad del ser humano con las máquinas". José María Lassalle

El congreso finalizó con una charla sobre el papel de la inteligencia artificial (IA) en la aplicación empresarial. Según el consultor, profesor de Filosofía del Derecho en ICADE y consejero en Acento, José María Lassalle, “si las empresas quieren ser más productivas, deben adoptar la IA: la salud, la movilidad, toda la industria 4.0… ya no se entiende sin ella”. Aunque hay que tener claro que “estamos entrando en una transición crítica para la que no tenemos aún gobernanza. Y concluyó: ahora el valor humano está decreciendo y la IA está dañado las competencias de profesionales especializados. La productividad del futuro se va a basar en la complementariedad del ser humano con las máquinas; hay que buscar el valor de cada uno”.

Para Joan Mas, director de tecnologías digitales de Eurecat, “las empresas que aún no han incorporado la IA están a tiempo de hacerlo porque es necesaria como herramienta para mejorar los KPIs industriales, pero hay que tener claro en qué procesos se puede incorporar, qué actividades pueden ser automatizadas”. Y, en todo caso, “siempre hay que ver si dentro de la empresa existe alguien con los conocimientos sobre IA y si no, buscarlo fuera y estudiar si es escalable. La condición sine qua non para implementar la IA es preguntarse si en nuestra empresa tenemos los datos necesarios para construirla”.

La pandemia obligó a muchas empresas a relocalizar su producción, al verla peligrar por una excesiva dependencia del exterior. Antes de que esto sucediera, adaptándose a sus necesidades, el fabricante de aparellaje eléctrico Simon tomó la decisión de industrializarse en el territorio al cual destinaban sus productos para reducir costes de materias primas, transporte o laborales. Hoy, el 97 % de la producción de su planta en China se distribuye dentro del país y el resto del continente asiático. Y en Europa se fabrican los productos para Europa.

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