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Rick Suárez, CEO de AstraZeneca: "No vemos que ahora mismo haga falta la tercera dosis"
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ENTREVISTA CON EL CONFIDENCIAL

Rick Suárez, CEO de AstraZeneca: "No vemos que ahora mismo haga falta la tercera dosis"

El presidente en España de la compañía habla sobre las dificultades para afrontar la vacunación de millones y la nueva carrera que acaba de comenzar: la de los anticuerpos monoclonales

Foto: Rick Suárez, presidente de la farmacéutica en España. (P. J. G.)
Rick Suárez, presidente de la farmacéutica en España. (P. J. G.)

En menos de un año, casi el 50% de la población mundial ha recibido al menos una dosis de una vacuna contra el covid-19. Si la investigación y desarrollo de las vacunas han sido un hito científico, el milagro de su distribución por más de 170 países no se queda atrás, teniendo en cuenta la escasez global de materias primas y la crisis de los contenedores marítimos. Pese a todo, a día de hoy se han inoculado casi 7.000 millones de dosis, eso sí, con enorme desigualdad: frente al 90% de vacunados de más de 12 años en España, en los países en desarrollo apenas el 3% de sus habitantes ha tenido acceso al pinchazo protector.

La película no presagiaba un final tan feliz hace justo 12 meses, cuando el estadounidense Ricardo Rafael 'Rick' Suárez aterrizó en nuestro país para ponerse al frente de AstraZeneca España. En este tiempo, sus ojos han visto la inquietud, primero, por la aprobación de la vacuna para su uso en Europa, más tarde los rifirrafes entre la Comisión Europea y la farmacéutica por los retrasos en la entrega de las vacunas y, por último, la preocupación por los efectos adversos de la vacuna Vaxzevria, sospechosa de causar trastornos de coagulación o síndrome de Guillain-Barré en una minoría de pacientes.

AstraZeneca no ha sido, por así decirlo, la empresa más popular, pero aun así 5.104.756 españoles, deseosos de dejar atrás la pandemia, han respaldado su vacuna, incluso prefiriéndola en segunda dosis a la pauta heteróloga (con Pfizer) que recomendó el Ministerio de Sanidad en un momento dado.

De enemigos públicos a aliados

PREGUNTA. Este último año... ¿ha estado más cerca de ser el peor año o el mejor para ustedes?

RESPUESTA. Ha sido el mejor año, ¿por qué? Porque uso como referencia marzo de 2020, cuando no se veía luz al final del túnel. Nadie esperaba que la industria farmacéutica pudiera tener una respuesta a algo que nunca se ha vivido, y en menos de nueve meses se trajo una gran innovación para poder traer de nuevo la normalidad al mundo.

Es el mejor año para todo lo que estamos viviendo, pero tampoco quiero decir que haya sido el mejor año de nuestra vida.

P. La industria farmacéutica tiene el sambenito de ser avariciosa, pero ustedes optaron por vender la vacuna a precio de coste (5,8 euros en España) incluso en países ricos. Pese a haber vendido millones de dosis, sacar esta vacuna no ha sido un 'boom' de dinero, ¿no?

R. Es verdad. Es una parte de la historia que se ha contado, pero no se entiende. ¿Por qué una empresa que no hace vacunas firma un contrato con un centro académico prestigioso y dedica tantos recursos, tiempo y talento para lanzar una vacuna sin ánimo de lucro? Nuestro CEO global decidió que teníamos que poner de nuestra parte para intentar erradicar el covid-19 y que nuestro foco no debía ser financiero sino más humanitario, por eso se decidió que durante la pandemia no íbamos a tener ningún beneficio, todo se iba a vender sin ánimo de lucro. Eso cambia un poco en cada país, porque depende del suministro y cómo llega el producto, pero al final del día no ha habido para nosotros un beneficio financiero.

placeholder Suárez, durante la entrevista con EC. (P. J. G.)
Suárez, durante la entrevista con EC. (P. J. G.)

Sí ha servido para generar otras oportunidades para la empresa, porque nos hemos vuelto expertos en covid-19 en un tiempo muy pequeño y las inversiones en I+D nos han permitido centrarnos en otros medicamentos que todavía faltan para poder frenar esta pandemia, sabiendo muy bien que esto no se va. La vacuna está jugando un rol muy importante, pero tenemos que ir más allá.

P. En Noruega o Dinamarca se prohibió usar Vaxzevria, en Australia la confianza en esta vacuna es tan baja que hay millones de dosis sin utilizar. En ese sentido, ser presidente de AstraZeneca en España ha sido más fácil, no sé si hablan de estas cosas entre ustedes.

R. Es complicado, porque cada país ha vivido su propia experiencia con las vacunas, no solo con la nuestra. La desesperación, porque todos estábamos desesperados por encontrar la solución, también hizo que hubiera sobre nosotros un foco que confundía más que aclaraba las cosas. Déjeme explicar esto un poco más: cuando por fin hubo vacunas, cualquier reacción adversa se estaba resaltando como 'tenemos que pararlo todo' y cada país empezaba a ponerse nervioso porque todos estábamos aprendiendo a la misma vez, pero se olvidaba que en la industria tenemos protocolos de seguridad muy definidos, nosotros tenemos formas de asegurar el seguimiento de los pacientes y ver los riesgos que un medicamento tiene o no tiene.

"Hubo sobrerreacción, pero merecida, por la poca información que se estaba trasladando"

Lo que pasó en ese momento, en todos estos países, fue una sobrerreacción, pero fue merecida, por la poca información que se estaba trasladando desde algunos gobiernos, medios, lo que sea. La cosa se estaba moviendo tan rápido que era difícil que lo más importante, la ciencia, llegara a todo el mundo. Lo que me alegra de España es que la ciencia se transmitió, y que muchos ciudadanos que recibieron la primera dosis de AstraZeneca dijeron "yo tengo la confianza, porque la ciencia y la EMA apoyan muy claramente en la ficha técnica que la vacuna es eficaz y segura".

P. Ha sido todo muy caótico. En su momento se criticaron también nosotros, desde los medios los ensayos clínicos de la vacuna por no haber incluido suficientes mayores de 65 años, entonces algunos países la restringieron a mayores, luego todos dieron la vuelta y solo la permitieron a esas edades para evitar los efectos adversos, que afectaban más a jóvenes... Debe ser difícil que, incluso cuando la EMA avalaba que los beneficios de la vacuna eran mayores que los riesgos, muchos países la estuvieran limitando. ¿Cómo se gestiona eso desde una empresa? Porque tampoco puedes ponerte a criticar a los gobiernos.

R. Es muy difícil. La cosa que nos ayudó mucho en nuestras conversaciones era el punto de no tener ánimo de lucro. Es difícil charlar con un Gobierno sobre la necesidad de vacunación con ese ruido que a veces llega con la parte financiera, para nosotros ese aspecto no existía, y se sabía que nuestro compromiso era ayudar con la pandemia.

P. Se ha extendido mucho la idea de que su vacuna no es tan buena como las de ARN, incluso ahora muchos países empiezan a recomendar que a los vacunados con AstraZeneca se les dé una tercera dosis de Pfizer o Moderna, pero nunca al revés. ¿Les parece justo?

R. Es una buena pregunta, pero no tiene una respuesta sencilla. Estamos en un momento bueno, pero complicado, con lo que estamos viendo de las evidencias en el mundo real. Sabemos lo que dicen los ensayos clinicos de todas las vacunas que están aprobadas por la EMA: son eficaces, seguras y tienen un impacto grande para la mayoría de los pacientes. Sabemos que lo que tenemos hoy es efectivo para frenar el covid-19. Sin embargo, la 'real world evidence' no dice las mismas cosas que los ensayos clínicos, tenemos que estudiar qué pasa después de un año, si hay que repetir dos dosis, hacer una pauta mixta... Aquí, la ciencia no está muy clara.

AstraZeneca está dedicada a ver la necesidad de una tercera dosis, que por ahora no vemos, pero vamos a seguir estudiando, y también a seguir trabajando en vacunas para las variantes. Hasta ahora, sabemos que es eficaz con las variantes alfa, beta, delta y gamma, pero tenemos que seguir viendo si es necesario modificar la vacuna para otras variantes también. Tenemos que asegurarnos de que tenemos un valor alfa y una significancia estadística que nos diga qué acciones tenemos que tomar. Ahora estamos extrapolando muchas hipótesis que todavía no se han probado que sean las medidas que se tienen que tomar.

"Se están extrapolando muchas hipótesis aún no probadas sobre qué hacer ahora"

Incluso en mi país, Estados Unidos, se están tomando decisiones muy rápidas a las que la ciencia no ha llegado aún. Tampoco para decir que no se deben hacer. Todo el mundo está tomando una serie de riesgos. Nosotros seguimos evaluando las evidencias reales que obtenemos con Vaxzevria para informar a los países y que decidan qué decisiones tomar en el futuro y cómo proteger a ese 1% de personas inmunodeficientes.

P. De hecho, hay estudios que muestran que su vacuna tiene... ¿una mejor inmunidad celular que las otras vacunas?

R. Hay un estudio que hicieron en Oxford que dice que nuestra reactogenicidad dura mucho tiempo y eso apoya que las células T protejan al paciente a largo plazo. Son datos que conviene subrayar para que la gente entienda qué tipo de protección están ofreciendo las vacunas.

P. Lo cual nos lleva a todos estos estudios que están saliendo ahora sobre los 'booster shots' o dosis de refuerzo. Todos dicen que cuando hay un 'booster' suben los anticuerpos, pero no explican cuál es el nivel mínimo de anticuerpos necesario para seguir combatiendo la infección por covid-19.

R. Lo que yo extraigo de eso, en nuestro caso, es que nosotros aprendimos que el intervalo entre la primera y la segunda dosis, que inicialmente era de cuatro semanas, podía extenderse hasta las 10 o 12 semanas. En España fueron 10. Esto ocurrió porque vimos que en ese intervalo, de hasta 45 días entre una y otra dosis, la protección también era adecuada. Vamos aprendiendo muy rápido, por eso tenemos que ser prudentes, no empezar a saltar y decir "ya sabemos lo que pasa, vamos a poner la tercera". El tiempo nos va a ayudar mucho porque todavía hay muchos datos que tenemos que seguir estudiando de la mano de la EMA y la OMS para que ellos puedan tomar esas decisiones de cara a los planes estratégicos de 2022.

Nuestro compromiso es trabajar con ellos, presentar los datos y basar las decisiones en la ciencia. Si nosotros vemos la necesidad de una tercera dosis, seremos los primeros en decirlo.

Países y países

El 30 de abril de 2020, llegó a mi correo electrónico la primera noticia sobre el acuerdo entre la farmacéutica anglosueca y el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford para el desarrollo de la vacuna, por entonces denominada ChAdOx1 nCoV-19. Eran noticias esperanzadoras en un momento en que estaban muriendo en España cientos de personas cada día. Meses más tarde, en agosto, se anunció que gracias a un acuerdo con una alianza de cuatro países europeos (Alemania, Francia, Italia y Países Bajos) la UE obtendría 400 millones de dosis sin ánimo de lucro.

placeholder Rick Suárez, durante la entrevista con este periódico. (Patricia J. Garcinuño)
Rick Suárez, durante la entrevista con este periódico. (Patricia J. Garcinuño)

Aún faltarían muchos meses para que eso sucediera, pero pasó. Hoy, Suárez dice que a nivel mundial han distribuido ya 1.200 millones de dosis. El esfuerzo logístico de cada vial es mayúsculo. Mis padres se vacunaron este verano en un pueblo de Córdoba, por edad, a ambos les correspondió AstraZeneca. Aquellos viales nacieron unos cuatro meses antes. "No puedo hablar de ese lote específico, pero puedo dar un ejemplo", dice el presidente de la compañía en España. "Los cultivos vivos de los que se extrae la vacuna pudieron empezar en Argentina, ahí pasan unos dos meses en los que hay un proceso biológico que produce un rendimiento, ahí nace la vacuna; si todo ha ido bien, podemos decir que va desde Insud Pharma a Chemo, en Guadalajara, donde se realiza el llenado de viales, luego depende del contrato de cada país adonde va esa vacuna, en nuestro ejemplo, viaja hasta Bélgica, uno de nuestros centros de distribución; ahí se monta en un camión refrigerado hasta Italia y, desde allí, hasta el almacén donde está decidido que llegue la vacuna. Desde allí, finalmente, iría al distribuidor que España decide y desde el que, cada día, camiones más pequeños llegan hasta Córdoba y otros sitios en coordinación con el Gobierno y las CCAA con el porcentaje de vacunas que les corresponde".

P. Dentro de esta complejidad, ¿cómo les está afectando esta crisis mundial de suministros y materias primas?

R. Cuando nos aliamos con la Universidad de Oxford, ellos desde el principio tuvieron claro que querían asociarse con una empresa privada que tuviera el conocimiento y los recursos para lograr un suministro global de vacunas con éxito. Nosotros habíamos entrado por primera vez en el mundo de las vacunas y, cuando detectamos que había retos en el suministro, se hizo evidente que no podíamos permitirnos abrir una fábrica y que todo se demorara seis meses, sino encontrar socios con experiencia para, precisamente, poder alcanzar nuestros compromisos con Europa de producir millones de dosis. Los encontramos en Europa, China y Rusia principalmente, pero también con productores locales, como pasó aquí con Chemo, en Guadalajara, que nos hace el rellenado y empaquetado de los viales.

Gracias a Dios, no hemos tenido esos problemas en el suministro y en los materiales necesarios para poder fabricar y distribuir la vacuna.

P. ¿Cómo va la tarea de llevar la vacuna a países en desarrollo?

R. Nuestra vacuna ha llegado a más rincones del mundo que ninguna, 170 países, por dos razones: es sin ánimo de lucro y se puede almacenar de una forma más sencilla, entre 2 y 8ºC. A través de Covax, hemos entregado millones de vacunas, al principio el 90% de las que se entregaban a través de este mecanismo era de AstraZeneca, ahora por suerte otras empresas se han sumado, pero seguimos liderando y más del 50% de todas las vacunas es nuestro.

Estamos trabajando de la mano del Gobierno de España en una estrategia de donación ilusionante, porque muchos de estos países no tendrían una opción de vacuna.

P. Pero eso tiene otra lectura. Recientemente, España ha donado cientos de miles de dosis a Latinoamérica 400.000 a Argentina, 650.000 a Perú, 500.000 a Nicaragua, 900.000 a Colombia—, pero es porque aquí no se han utilizado dado que se priorizó poner Pfizer en todas las franjas de edad.

R. Hay dos cosas ahí. Una es nuestro compromiso con la iniciativa Covax. Sí, hay acuerdos que se hacen entre países con este mecanismo para ayudar. El tema de España es un poco diferente, pero tenemos que ver su estrategia. España tenía el objetivo de llegar al 70% a finales de agosto y el plan estratégico funcionó, gracias principalmente a dos vacunas que ayudaron a llegar ahí: Pfizer y AstraZeneca. En ese momento también, por las pautas de edades que utilizó España y que además se usó AstraZeneca para inmunizar a los policías, a las maestras, a los bomberos... Pero cuando España vio que había comprado 32,5 millones de dosis de nuestra vacuna en su contrato con Europa, ahora está trabajando con nosotros para ver qué más podemos hacer con nuestras vacunas. España está haciendo un gran rol como país en su estrategia de donación y nosotros estamos ahí apoyándolo.

España compró 32,5 millones de dosis de AstraZeneca, pero solo ha usado 10

Esas vacunas son para el uso de España y creo que el país las está utilizando de una forma muy útil sabiendo que no van a utilizarse en este país.

P. Supongo que en esos países no están teniendo mucha reticencia a la vacunación ni movimientos antivacunas.

R. Sí, es un problema de países ricos que se da cuando tienen la opción de elegir una vacuna. También aquí es una opción personal, mi familia y yo hemos ido esta semana a ponernos la vacuna de la gripe, para protegernos nosotros y a los que nos rodean. Ahora bien, hay personas que no se quieren vacunar y es algo que respeto, pero en quienes debemos centrarnos no es en ellos sino en los que quieren vacunarse y no tienen acceso. Quienes viven en estos países, de renta baja, tendrán nuestra vacuna sin ánimo de lucro a perpetuidad.

P. Y para el resto de países, ¿cuándo acaba la oferta?

R. Es una pregunta que me hacen muchas veces, porque siempre pensamos que estamos llegando al final de la pandemia pero llega la siguiente ola. Primero tendremos que controlar la situación y encontrarnos todos en una situación de normalidad, a nivel global. No tenemos fecha, no hay una línea marcando el final. Además, no somos nosotros quienes decretamos el fin de la pandemia, eso deben decretarlo la OMS y diferentes autoridades científicas.

La carrera de los anticuerpos

Podemos discutir quiénes han ganado o perdido en esta carrera de las vacunas contra el covid-19, pero parece claro que la competición parece ya bastante cerrada a la entrada de nuevos participantes. No ocurre así con la nueva carrera derivada de la amenaza pandémica: la de los tratamientos o profilaxis contra el virus y, más concretamente, los anticuerpos monoclonales. A diferencia de las vacunas, este tratamiento no busca una reacción inmune del organismo contra el virus sino que simplemente refuerza con estos anticuerpos sintéticos, que imitan los reales, a personas inmunodeprimidas que carecen de un sistema inmune lo suficientemente fuerte, por lo que son igualmente susceptibles a morir de covid-19 pese a estar vacunadas.

placeholder El presidente de AstraZeneca en España, Rick Suárez. (Patricia J. Garcinuño)
El presidente de AstraZeneca en España, Rick Suárez. (Patricia J. Garcinuño)

Aquí, AstraZeneca también está involucrada, aunque sus rivales ahora se llaman Regeneron, Ely Lilly o GlaxoSmithKline. Su fármaco AZD7442 (el nombre comercial es Evusheld) fue incluido hace unos días en una revisión de la Agencia Europea de Medicamentos para estudiar su posible aprobación.

P. ¿Cómo se antoja esta nueva carrera farmacéutica?

R. Estamos muy ilusionados, porque esta que estamos presentando sería la única opción de profilaxis. Los inmunodeprimidos representan entre el 1 y el 3% de la población, me refiero a personas con comorbilidades, con cáncer, enfermedades cardiovasculares, trasplantados, etc. Sabemos que a esta población la vacuna no les ofrece la protección adecuada.

Nuestra baza con respecto a los anticuerpos competidores es que somos los únicos que hemos ido por la vía de la profilaxis. Tenemos dos ensayos clínicos en marcha, uno de ellos está mostrando que nuestro anticuerpo muestra una reducción estadísticamente significativa del 77% en el riesgo de desarrollo de covid-19 sintomático en comparación con el placebo. Todos los sujetos de este estudio tenían esas comorbilidades que provocan una respuesta inmunitaria reducida a la vacunación.

Esto es una inyección intramuscular que, por ahora, parece que puede proteger durante un largo tiempo, aunque los estudios aún tienen que confirmar esta duración. Posiblemente puede ser hasta un año, pero hay que esperar a que los estudios nos digan más.

P. ¿La protección es parecida a la que proporciona la vacuna o actúa de forma diferente en el organismo?

R. De momento, solo tenemos esos resultados de reducción de enfermedad, habrá que esperar a ver los detalles de los estudios para no entrar en los problemas en que incurrimos en el pasado. Ahora bien, viene un segundo estudio que analiza qué podemos hacer para frenar el covid-19 en un paciente que ya tiene covid, que ya está hospitalizado. Si lo utilizamos, ¿podemos reducir el riesgo de que la enfermedad progrese a una forma más grave o a muerte? Y si puede ser, con una buena seguridad para el paciente.

Lo que hemos encontrado es también muy positivo. Al administrar AZD7442 a un paciente con covid entre siete y 29 días, redujimos en un 50% el riesgo de covid grave o muerte. Ahora bien, si tú tratas a estos pacientes entre cinco y siete días de infección, este riesgo se reduce al 67%. En resumen, es un producto que sirve tanto como profilaxis como de tratamiento, una opción que ahora mismo no existe.

P. Esto enlaza con lo que comentábamos al principio: aunque la vacuna haya sido 'non-profit', la investigación que han hecho del virus y la enfermedad les ha permitido avanzar ahora en el desarrollo de estos anticuerpos.

R. Sí, como dije, aunque la vacuna no tenía para nosotros un beneficio financiero, sí que nos abrió los ojos sobre el papel que podemos tener ahora como empresa farmacéutica.

P. Lo comentaba porque siempre se ha dicho de los anticuerpos monoclonales que tienen dos complicaciones a la hora de llevarlos a la práctica: son una inyección, no una píldora, y la más importante, que son caros de fabricar. Entiendo entonces que la máxima de 'sin ánimo de lucro' que aplicaron a la vacuna no entraría en estos nuevos tratamientos.

R. Para simplificar la respuesta, dos cosas. Por un lado, siempre ha sido nuestro compromiso que la vacuna siga siendo 'non profit' hasta el fin de la pandemia. Nosotros invertimos cada año 5.990 millones de euros en I+D y hemos decidido que este producto, sabiendo que es para una población pequeña —en España serían unos 470.000 pacientes...—, sabiendo eso, tenemos que tener en cuenta cuántos pacientes van a poder acceder a este producto y tenerlo todo en cuenta cuando se decida el precio. No hemos entrado en ese momento, es algo muy complicado y que tiene que ver con la población o las inversiones realizadas.

Lo que sí queremos hacer es trabajar directamente con el Gobierno de cada país; otras empresas farmacéuticas han decidido establecer contratos con Europa, pero nosotros vamos a trabajar con cada país individual, que es más como 'business as usual'. Son enfermedades que sabemos que existen, es algo que sabemos impacta al sistema sanitario de España y las decisiones deben tomarse aquí, asegurarse de que el producto puede utilizarse para estas operaciones y que el acceso al mismo esté aquí.

En menos de un año, casi el 50% de la población mundial ha recibido al menos una dosis de una vacuna contra el covid-19. Si la investigación y desarrollo de las vacunas han sido un hito científico, el milagro de su distribución por más de 170 países no se queda atrás, teniendo en cuenta la escasez global de materias primas y la crisis de los contenedores marítimos. Pese a todo, a día de hoy se han inoculado casi 7.000 millones de dosis, eso sí, con enorme desigualdad: frente al 90% de vacunados de más de 12 años en España, en los países en desarrollo apenas el 3% de sus habitantes ha tenido acceso al pinchazo protector.

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