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Norberg-Hodge: "La mayor parte de la humanidad quiere otro estilo de vida"
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CONVERSACIONES SOBRE SOSTENIBILIDAD

Norberg-Hodge: "La mayor parte de la humanidad quiere otro estilo de vida"

La fundadora de Local Futures insiste en la necesidad de descentralizar, colaborar y trabajar desde lo local para poder mejorar las condiciones de vida de las personas y la biodiversidad

Gobiernos, empresas y sociedad civil están repensando sus modos de actuación y avanzando hacia nuevos modelos más sostenibles a raíz de la actual crisis sanitaria del coronavirus. Según Helena Norberg-Hodge, fundadora y directora de Local Futures —organización sin ánimo de lucro involucrada en cuestiones culturales, económicas y ecológicas desde hace más de cuatro décadas— "necesitamos fijarnos en el impacto que el sistema económico global tiene en el medioambiente y en las personas" e insiste en que la búsqueda ciega de la globalización del comercio y la tecnología son los principales responsables del problema.

Helena Norberg-Hodge ha sido la tercera invitada a los encuentros del proyecto #aBetterWay de la plataforma de sostenibilidad Quiero. A raíz de estas conversaciones guiadas por Sandra Pina, directora general de Quiero, El Confidencial y Banco Sabadell han puesto en marcha el ciclo 'Economía con impacto', cuyo objetivo es analizar el efecto que tienen los modelos económicos actuales en el medio ambiente y en las personas y presentar soluciones que permitan desarrollar sociedades sostenibles.

PREGUNTA. Tu último libro está basado en tu trabajo en el norte de la India, en reflexiones en torno a los efectos de la economía global y en la necesidad de repensar un nuevo modelo económico. ¿Qué mensaje enviarías ahora a los gobiernos, bancos y compañías sobre la 'happiness economy' (economía de la felicidad) y cuáles dirías que son los primeros pasos que se deberían dar?

RESPUESTA. Necesitamos desesperadamente que la gente se fije en el sistema económico global y en su impacto en el medioambiente y en la gente. Prácticamente nadie está estudiando el impacto de este sistema. En vez de eso, los gobiernos parecen seguir ciegamente la idea de que cuanto más comercio global, mejor será para el sistema; o cuanta más tecnología, más riqueza y más empleo. Yo lo discuto: necesitamos ver que la búsqueda ciega de más comercio global y el mayor uso de la tecnología son responsables de enormes problemas de contaminación y de destrucción de la biodiversidad, la salud humana y el bienestar. Yo plantearía que tanto gobiernos como empresas fortalezcan y apoyen a las economías locales en estos momentos: hay que cambiar subsidios, impuestos y regulaciones.

placeholder Helena Norberg-Hodge, fundadora y directora de Local Futures.
Helena Norberg-Hodge, fundadora y directora de Local Futures.

P. ¿Cómo se podría modificar la gobernanza en las empresas para tener en cuenta el medioambiente como otro 'stakeholder' clave? ¿Cómo cambiar el hecho de que cortar árboles para el PIB es bueno, pese a que no podamos respirar? ¿Es posible imitar comportamientos de la naturaleza, como defiende la biomimética, como fuente de inspiración de innovación para resolver problemas humanos?

R. Hay que mirar más a las empresas que se acercan al mundo natural con el que interactúan. La biomimética se usa en ocasiones por parte de empresas grandes y orientadas al beneficio para apoyar un negocio genuinamente sano. Así que mi consejo es que se fijen en el hecho de que ahora también estas compañías están en la misma dimensión de falta de seguridad laboral. Si se continúa apoyando ciegamente la globalización y la desregulación implicará una inseguridad laboral para todos. Necesitamos poner la mirada en una escala más pequeña y de ese modo multitud de empresas podrán generar mejores trabajos y vidas donde todos disfrutemos más.

P. ¿Cómo podemos generar una mayor conciencia ciudadana? ¿Es que no nos damos cuenta de que esto no es 'la buena vida' que se nos prometió? ¿Estamos, como individuos, en una posición diferente a la que pueden tener las compañías y gobiernos?

R. Desde mi punto de vista, la ceguera en torno a lo que está sucediendo ocurre en todos los niveles: el nivel base, el gubernamental y el de las empresas. Normalmente cuanto más subes la escalera hacia un mayor poder (en el gobierno y en las empresas), las personas con mayores responsabilidades ponen más el foco en la información estadística y por consecuencia, existe una mayor despreocupación sobre lo que le pasa a la Tierra, el agua, los animales… En la base, sin embargo, mucha gente es consciente del sufrimiento de las personas, de la vegetación y de los animales, pero muy pocos son capaces de comprender cómo esta situación se vincula con el sistema económico. Hay que realizar campañas de concienciación a todos los niveles para favorecer la visualización de la foto global. Tiene que ver con ser capaces de dar un paso hacia atrás para entender el sistema y trabajar de manera conjunta para hacer cambios. Si asumimos esto, nos daremos cuenta de que la mayor parte de la humanidad quiere otro estilo de vida. Sabemos mucho acerca de qué nos hace felices, qué activa nuestros cerebros y nuestras hormonas. La neurociencia nos dice que necesitamos más tiempo, bajar el estrés. Necesitamos desacelerar.

Es el momento de fortalecer las economías locales y responder a un nuevo mandato económico y social

P. Hablas acerca de la falta de tiempo, el estrés, la depresión y la necesidad de conectar con la naturaleza… ¿Sólo un virus como este nos permitirá darnos cuenta de que es preciso un cambio en el sistema?

R. Creo que esta crisis puede ayudarnos a valorar esa vida más lenta de la que hablo. Estamos ante una bifurcación: la de seguir corriendo tras la tecnología; o la de dirigirnos hacia un estilo de vida más lento. Durante el confinamiento nos hemos puesto a hacer nuestro propio pan, a cultivar nuestra propia comida, en muchos casos los padres y los hijos empezaron a disfrutar juntos… Pero ¿tenemos alfabetización ecológica? Es lo que yo llamo alfabetización económica y ecológica para poder entender realmente cuáles son nuestras opciones en estos momentos. ¿Podremos unirnos para darnos cuenta de que este cambio sistémico nos beneficiará a todos y atenderá todas estas preocupaciones? Esta es la gran pregunta.

P. ¿Cuál crees que será el beneficio para una gran empresa que comprenda que hay una oportunidad en la escala pequeña? ¿Es viable para las multinacionales crear una manera de hacer local? Quizá las pequeñas empresas son más flexibles, ya funcionan en estos niveles, ¿cuál sería el primer paso para enfrentarse a ello?

R. Ante todo, no estamos hablando de ir de lo global a lo local, sino de acortar distancias. Me estoy refiriendo a que cada negocio pertenezca a un territorio, esté basado en el lugar. Y esto mismo aplica para la gran industria. La clave es entender que, si una empresa 'despierta', necesitará trabajar junto a gobiernos y a otras empresas para diseñar, de forma conjunta, un plan que permita la descentralización. Creo que el problema es que la mayor parte de la gente piensa que tenemos que hacer estos cambios a nivel individual. Tanto como individuos, como empresas o incluso como países, de manera independiente. Y esto nunca será tan efectivo. La visión tiene mucho que ver con cambiar del “yo” al “nosotros”. Tener un enfoque descentralizado y estar dispuestos a moverse, como empresas, hacia un nuevo mandato ecológico y social necesario que nos ayude a cambiar de dirección.

P. ¿Podrías comentarnos algunos ejemplos que ya hayan adoptado una colaboración real?

R. A nivel local, los gobiernos están empezando a ver los efectos desastrosos que puede tener seguir solamente indicadores de progreso como el PIB u otros similares. No podemos llamar progreso a la tala de árboles, a la gente que sufre y vive en la calle, a las depresiones y ansiedades causadas por este mismo progreso. La toma de conciencia se extiende al nivel de las ciudades, de los gobiernos locales, de los alcaldes… Muchas grandes ciudades fueron construidas bajo la creencia de que el hombre puede controlar la naturaleza.

placeholder Sandra Pina, directora general de Quiero.
Sandra Pina, directora general de Quiero.

Pero ya estamos viendo cambios en algunas ciudades, grandes y pequeñas, alrededor del mundo. Ejemplos como Portland, Oregón, es una referencia en el movimiento de la localización. El antiguo alcalde de Bristol, en Gran Bretaña, por ejemplo, está haciendo mucho por la economía local, incluyendo la reducción de la dependencia del coche e incluso la implementación de una moneda local. Se están haciendo muchos cambios en todo el mundo, pero ninguno significativo a escala de gobierno nacional. Si embargo, vemos algunos ejemplos menores en Nueva Zelanda, Escandinavia, Islandia o Escocia, con mujeres líderes al frente, que ya están impulsando otra conciencia.

P. ¿Qué hacemos con esos líderes que aún no lo ven? ¿O cómo apoyamos y damos más espacio, por ejemplo, al esfuerzo de esos que están actuando de otra manera?

R. En general, es mucho más estratégico trabajar con quienes están más abiertos. Puedo decir que, a lo largo del mundo, en los movimientos sociales y medioambientales los miembros son principalmente mujeres. Quizás las mujeres tienen una manera más holística y profundamente humana, un entendimiento de psicologías, una comprensión de la inexplicable unicidad de la vida y una manera empoderada, que permite avanzar de forma más rápida en la dirección de la sostenibilidad. Incluso en el Tíbet encontré que era así.

Gobiernos, empresas y sociedad civil están repensando sus modos de actuación y avanzando hacia nuevos modelos más sostenibles a raíz de la actual crisis sanitaria del coronavirus. Según Helena Norberg-Hodge, fundadora y directora de Local Futures —organización sin ánimo de lucro involucrada en cuestiones culturales, económicas y ecológicas desde hace más de cuatro décadas— "necesitamos fijarnos en el impacto que el sistema económico global tiene en el medioambiente y en las personas" e insiste en que la búsqueda ciega de la globalización del comercio y la tecnología son los principales responsables del problema.

Sabadell. Economía con impacto
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