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Luis Isasi, el lobo gaditano de Wall Street, deja paso a sus cachorros de Morgan Stanley
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a un paso de llegar a los 64 años

Luis Isasi, el lobo gaditano de Wall Street, deja paso a sus cachorros de Morgan Stanley

El banquero de inversión deja la presidencia del 'broker' estadounidense en España tras 32 años en los que asesoró a las grandes empresas del Ibex 35

Foto: Luis Isasi. (EC)
Luis Isasi. (EC)

En España, la gente se jubila mal. Los pobres, la clase media, porque suelen verse obligados a vivir los últimos años de su existencia con una pensión tirando a triste, que en cualquier caso no da para cubrir los 2.500 euros mensuales que cobran las residencias de ancianos gestionadas por fondos de ‘private equitys’ y a las que se verán condenados. Los ricos, los hombres de Estado, porque el virus del poder les ciega la razón y se agarran a sus atalayas para seguir creyendo que dominan su universo de influencias. Los casos de César Alierta, Francisco González, Isidro Fainé, y Emilio Botín son buenos ejemplos del comportamiento general de estos hombres ilustres próximos a los 80 años que han gobernado sus empresas como si fuesen suyas pese a que sus participaciones individuales no llegaban ni al 1% del capital.

Dentro de la segunda categoría, algunos, los pocos, han decidido irse a tiempo y con los bolsillos llenos ganados a pulso. Uno de ellos es Luis Isasi Fernández de Bobadilla, un banquero de inversión por cuyas manos ha pasado todo el Ibex 35 español y que ha sido protagonista de las mayores operaciones corporativas de las últimas tres décadas. Transacciones que convirtieron compañías estatales llenas de naftalina en competidores internacionales de primer nivel al extender sus tentáculos a medio mundo, especialmente a Latinoamérica.

Foto: Luis Isasi.

Isasi hizo público este viernes que en febrero de 2020, a un paso de llegar a los 64 años, dejará la presidencia de Morgan Stanley tras 32 años al frente de la oficina en Madrid de unos de los grandes 'brokers' de Wall Street. Jerezano de nacimiento, de buena familia, los mercados de capitales han sido su vida. Con una capacidad de trabajo más típica de un obrero con problemas para llegar a fin de mes, no era extraño verle en cualquier acto público con autoridades donde conseguir potencialmente un cliente entre los asistentes.

Siempre en segundo plano, pero con esa habilidad para susurrarle al consejero delegado de turno, Isasi se ha movido con una discreción tremenda sin dejar un detalle al azar. Asesor de las mayores salidas a bolsa de la historia reciente de España, como Inditex, Criteria Caixa Corps, Iberdrola Renovables, Amadeus, Telefónica Móviles o Ferrovial, y de las grandes compraventas de Iberdrola y BBVA por su relación con Ignacio Sánchez Galán y Francisco González, su figura era habitual en el parqué de la Bolsa de Madrid para ver si su criatura nacía sonriendo o llorando, subiendo o bajando, dispuesto a llamar sobre la marcha a la mesa de 'trading' para intervenir si era necesario o saber qué inversores de los que había captado durante la Oferta Pública de Venta (OPV) compraban o vendían.

Siempre en segundo plano, Isasi se ha movido con una discreción tremenda sin dejar un detalle al azar

Hizo ganar mucho dinero a sus jefes de Londres y Nueva York, liderando todas las colocaciones de empresas inmobiliarias, como Colonial, Fadesa y Metrovacesa, muchas de las cuáles explotaron con la burbuja y le dieron algún que otro dolor de cabeza posterior. Como la compra de AB Asesores, un broker por el que pagó cerca de 300 millones de euros que nunca recuperó. Pero superó todas las crisis del sector, en las que se despedían a miles de banqueros modelo Lehman. Aquí también tuvo que hacer ajustes, cuando el país se puso al borde de la quiebra. Y aunque actuó con la frialdad que le caracterizaba, sufrió desde el punto de vista personal.

Un tipo duro, hosco, difícil, al que había que aguantar la mirada con información precisa para que no oliese la debilidad. Si intuía la sangre, mordía. Un hacedor de equipos, palabra que siempre anteponía al yo, un defecto natural que los banqueros de inversión suelen compartir con los periodistas. Un gremio este último al que rehuía con frecuencia porque, pese a ser muy andaluz y tener incluso momentos realmente graciosos, tenía inoculados los valores americanos de la confidencialidad y el respeto al silencio de sus contratos. Un lobo que siempre utilizaba el plural cuando hablaba de Morgan Stanley para dar lustre a sus cachorros. Jóvenes a los que cuidó, aleccionó, pero a los que, dada su intensidad, taponó en su recorrido.

Por ello, algunos decidieron volar solos. La mayoría de ellos dirigen hoy grandes bancos de inversión, como Joaquín Arenas, máximo responsable de Bank of America Merrill Lynch o como Francisco Bachiller, 'country head' de Mediobanca. Otros son consejeros delegados, como Gonzalo Gortázar, número dos de Caixabank, o han montado boutiques de inversión especializadas, como Jorge Lucaya, líder de AZ Capital, el broker de confianza de Isidro Fainé.

placeholder Entrada a la oficina londinense de Morgan Stanley. (Reuters)
Entrada a la oficina londinense de Morgan Stanley. (Reuters)

Ahora ha dejado Morgan Stanley en manos de Andrés Esteban, uno de los pocos que ha aguantado con él 26 años, y Francisco Fernández Silva, también con más de dos décadas en la casa. Dos personas que le han ayudado lo indecible en los últimos años en los que Isasi ha sufrido mucho por cuestiones personales que a ningún padre le gustaría vivir. Unas desgracias que le han llevado a echar más horas hablando con médicos que con presidentes de compañías a las que asesorar.

Ahora tendrá más tiempo para cuidar de su entorno, al que ha sacrificado durante sus cuarenta años de carrera profesional por esa obsesión por trabajar. Y para jugar al tenis, uno de las pocas aficiones que practicaba, solo en vacaciones y si los clientes lo permitían. Ha hecho mucho dinero. Pero renunció a tener la saca más llena quedándose en España y no yéndose, como hicieron muchos colegas suyos, tipo Emilio Saracho (JP Morgan), a Londres, para beneficiarse de las ventajas fiscales de la City.

Que lo disfrutes.

En España, la gente se jubila mal. Los pobres, la clase media, porque suelen verse obligados a vivir los últimos años de su existencia con una pensión tirando a triste, que en cualquier caso no da para cubrir los 2.500 euros mensuales que cobran las residencias de ancianos gestionadas por fondos de ‘private equitys’ y a las que se verán condenados. Los ricos, los hombres de Estado, porque el virus del poder les ciega la razón y se agarran a sus atalayas para seguir creyendo que dominan su universo de influencias. Los casos de César Alierta, Francisco González, Isidro Fainé, y Emilio Botín son buenos ejemplos del comportamiento general de estos hombres ilustres próximos a los 80 años que han gobernado sus empresas como si fuesen suyas pese a que sus participaciones individuales no llegaban ni al 1% del capital.

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