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'Consultores fake': un directivo español denuncia las mordidas del chavismo
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"en venezuela, las cosas son así"

'Consultores fake': un directivo español denuncia las mordidas del chavismo

Un exdirectivo denuncia que el uso de supuestos consultores era una práctica habitual para ganar concursos en el país

Foto: El economista hispano-alemán Carlos Sousa. (Eduardo López-Jamar)
El economista hispano-alemán Carlos Sousa. (Eduardo López-Jamar)

Carlos Sousa comenzó a sospechar que pasaba algo raro cuando su jefe le dijo que guardase los contratos en casa y no en su despacho. “Si hay una auditoría, serían difíciles de explicar”, le argumentó. Corría el verano de 2009 y el economista hispano-alemán, experto en sacar de los números rojos a empresas en dificultades, acababa de aterrizar como director general de la filial mexicana de la compañía austríaca Andritz, una de las principales empresas del país alpino, que solo en 2018 facturó más de 6.000 millones de euros.

Un año antes, Andritz Hydro, de la que dependía la subsidiaria en México, había logrado, junto con la alemana Voith Hydro (participada por Siemens), un gran contrato para renovar la central hidroeléctrica de Guri, la más grande de Venezuela y que genera la mitad de la energía del país. Dentro de ese gran proyecto, la filial que dirigía Sousa era la encargada de construir los llamados sistemas de excitación, que sirven para controlar los generadores de la central. Este subcontrato tenía un presupuesto de alrededor de 30 millones de euros.

Con el fin de coordinar los esfuerzos de todas las partes implicadas en el proyecto principal, la empresa organizó tres días de reuniones en su sede mexicana, en el estado de Michoacán. En la última de esas jornadas, tuvo lugar el encuentro en el que el jefe de Sousa, entonces director general de Andritz Hydro, Rüdiger Rösch, le recomendó guardar los contratos en un lugar seguro, lejos de su despacho. Además de ellos dos, en el cónclave también estaba presente Peter Magauer, en aquel momento director de ventas de Andritz Hydro.

Con tan solo verlos entrar en la sala, el exdirectivo comenzó a sospechar que se trataba de algo turbio

“Me dijeron que iban a venir dos consultores, con los que íbamos a negociar y firmar unos contratos”, cuenta Sousa. Con tan solo verlos entrar en la sala, el exdirectivo comenzó a sospechar que se trataba de algo turbio. “Aquellos dos proveedores no tenían infraestructura para ofrecer los servicios” por los que se les contrataba, recuerda. Tampoco le gustó que uno de los documentos estuviera datado en una fecha anterior a su propia incorporación a la empresa.

Pero lo que le acabó de convencer de que el asunto era algo bastante diferente a lo que aparentaba es que en las negociaciones con quienes se presentaban como consultores para el mercado venezolano, y a quienes en la empresa se conocía familiarmente como Face y Shoe —Cara y Zapato—, nunca abordaron detalles sobre los servicios que se iban a prestar, sino que se centraron exclusivamente en cómo se iban a hacer los pagos del dinero “prometido”, según el relato de Sousa. ¿Prometido a quién? “A funcionarios públicos venezolanos. El dinero eran sobornos para ellos”, aclara el exdirectivo del gigante austríaco. “Había incluso una lista de nombres que se discutió en esa reunión”.

Tres millones de dólares

Los contratos firmados por Andritz con los consultores, que obran en poder de El Confidencial y del resto de medios que forman parte de la investigación internacional liderada por Correctiv, mencionan servicios como “conseguir el contrato para los sistemas de excitación de Guri II colaborando en las negociaciones” o “interpretar y comunicar las necesidades del cliente”, dada “la complejidad del mercado venezolano” y los “muy intensos contactos comerciales” de los asesores en la república bolivariana. Según lo establecido en esos contratos, los dos asesores se llevarían un total de tres millones de dólares.

placeholder Captura del contrato firmado por Andritz y uno de los consultores.
Captura del contrato firmado por Andritz y uno de los consultores.

Cuando comprendió la verdadera naturaleza de los acuerdos que se habían firmado, Sousa planteó sus dudas a Magauer, uno de sus superiores. “Mira, en Venezuela las cosas son así. Si no lo haces, no ganas ningún proyecto”, cuenta que le espetó.

De eso tuvo constancia directa Sousa varios meses más tarde. “Surgió otro contrato en Venezuela, para la central hidroeléctrica de Tocoma. La filial que yo dirigía preparó una oferta. Entonces, desde la matriz en Viena, me indicaron que debía contar con Face y Shoe”, rememora. “Si no los involucras en el proyecto, las opciones de ganar ese contrato son nulas’, me dijeron”. Sousa se negó a utilizar los servicios de los supuestos consultores y perdió la adjudicación.

Sousa se negó a utilizar los servicios de los supuestos consultores y perdió la adjudicación

A juzgar por su relato de los hechos, Cara y Zapato eran habituales en los tratos de la compañía alpina con Venezuela. Meses después del primer y único encuentro que Sousa tuvo con los dos hombres, los pagos por los trabajos de renovación de Guri comenzaron a sufrir retrasos y las empresas detuvieron las obras. “Me invitaron a una reunión en la sede de Andritz Hydro, con Rösch en persona”, recuerda el exdirectivo. “Se trataba de ver cómo negociar nuestras reclamaciones [ante el Gobierno venezolano]. Y volvió a salir el tema: ‘Si queremos resolver estas disputas con el cliente, tenemos que ver si involucramos a Face y Shoe”.

En el transcurso de ese encuentro, el director general, Rüdiger Rösch, salió de la reunión para discutir el asunto por teléfono con Wolfgang Semper, consejero delegado de Andritz Hydro y miembro del consejo de administración del Grupo Andritz, la casa matriz. “Cuando volvió a la reunión, Rösch nos explicó que lo había hablado con Semper y que, como en un par de días iban a verse con los señores Face y Shoe, lo hablarían entonces con ellos”, remata Sousa. Sin embargo, no solo eran responsables de la empresa austríaca quienes asistieron a estas conversaciones. “En la mesa también estaba Voith-Siemens. Era una reunión de cuatro o cinco personas. Y para nadie pareció ser una sorpresa hablar tan abiertamente del tema”, describe el economista.

De acuerdo con los contratos, los dos hombres a los que todo el mundo se refería como Face y Shoe son Carlos Mijares M. y José V. Rodríguez F.

De acuerdo con los contratos firmados entre Andritz y sus consultores para el mercado venezolano, los dos hombres a los que todo el mundo se refería como Face y Shoe son Carlos Mijares M. y José V. Rodríguez F. Del primero se ofrece un número de pasaporte y una dirección de Florida (Estados Unidos). Al segundo se le vincula con una compañía con sede en Caracas, cuyo nombre está mal escrito, quizá por error.

A partir de estos datos, la investigación periodística internacional que lidera Correctiv ha localizado a Mijares en Madrid, donde tiene una vivienda en propiedad, un apartamento de dos habitaciones en un discreto edificio de seis plantas al norte de la capital. No es el único inmueble que posee: también es dueño de un chalé adosado de 200 metros cuadrados en Boca Ratón, a las afueras de Miami, en el que están o han estado domiciliadas varias empresas a su nombre.

placeholder Edificio en Sanchinarro donde vive Carlos Mijares. (Eduardo López-Jamar)
Edificio en Sanchinarro donde vive Carlos Mijares. (Eduardo López-Jamar)

Mijares aparece además en otra sociedad, también con sede en Florida, como socio de José V. Rodríguez Fortique, a quien admite conocer. “Sí, cómo no”, responde a través del telefonillo de su vivienda en el barrio madrileño de Sanchinarro. Mijares confirma que desempeñó trabajos de consultoría para Andritz en Venezuela entre los años 2001 y 2006. “Llevaba todo lo que es la parte de riesgos, información técnica, también contactos personales… Este tipo de cosas”, explica, aunque niega haber ejercido labores de intermediación ante el Gobierno venezolano. Respecto a la reunión en Michoacán en la que Sousa afirma que participó, asegura que la última vez que estuvo en México fue por el año 1998. En cuanto a José V. Rodríguez F., nadie contesta el teléfono en su empresa de Caracas.

Las empresas implicadas, por su parte, niegan la existencia de un sistema de sobornos para lograr adjudicaciones en Venezuela. Andritz asegura que, tras la denuncia de Sousa, se llevó a cabo “una amplia investigación a través de una auditoría interna que incluía a abogados externos” a la compañía. “Estas investigaciones no dieron como resultado ninguna prueba sólida de pagos ilícitos”, afirma por escrito un portavoz. Voith, a su vez, se escuda en el tiempo transcurrido —10 años— para decir que no puede confirmar ni desmentir la existencia de contratos de auditoría entre su filial Voith Hydro y los consultores Face y Shoe.

En todo caso, afirma que un comportamiento como el denunciado por Sousa “es incompatible con nuestro código de conducta”. Siemens, que posee un 35% de Voith Hydro, alega que, al ser su participación minoritaria, “solo puede tener influencia indirecta sobre eventuales decisiones de su socio”.

Despido fulminante

Después de manifestar su desagrado por cómo Andritz parecía estar consiguiendo los contratos en la república entonces dirigida por Hugo Chávez, Sousa dejó de ser “popular” en la compañía, tal y como él lo describe. Hasta que una mañana de lunes, en marzo de 2012, recibió una llamada mientras se encontraba en Ciudad de México para asistir a una reunión. “Me avisaron de que mi jefe estaba en la oficina de Michoacán y que había hecho una auditoría”, rememora. “Me pidió que, durante los siguientes dos días, no pasara por la empresa”. El miércoles regresó a su despacho y allí tuvo una corta conversación con sus superiores. “Me pusieron delante un papel y me dijeron: ‘Estás despedido. Con carácter inmediato”, asegura que le dijeron. Su permiso de residencia en México estaba vinculado a su puesto de trabajo, de modo que, en cuestión de un mes, tuvo que malvender la casa en la que había invertido buena parte de sus ahorros y abandonar el país.

placeholder Carta que Andritz remite a Carlos Sousa.
Carta que Andritz remite a Carlos Sousa.

Tras su destitución, Sousa hizo llegar a las más altas instancias de Andritz sus quejas ante un cese que consideraba motivado únicamente por no haber querido ser parte del sistema de sobornos que dice haber presenciado. Finalmente, en otoño de 2014, el exdirectivo fue convocado a una reunión con el departamento de cumplimiento normativo de su antiguo empleador. En ese encuentro, repitió sus acusaciones de actuaciones irregulares. Poco después, recibió una carta de Wolfgang Leitner, consejero delegado del Grupo Andritz. En tono conciliador, este admite su disgusto por las circunstancias en que el antiguo responsable de la filial mexicana fue apartado de su puesto. Los reproches sobre su gestión “no parecen tan graves vistos ahora en perspectiva”, escribe el alto cargo.

Leitner aborda también las acusaciones sobre pagos de comisiones: “Hemos aprovechado esto para intensificar las correspondientes medidas de control e investigar los asuntos denunciados”. Sousa aún remitió una carta más, en este caso, al presidente del comité de supervisión del grupo austríaco. “He hecho llegar su escrito al departamento competente y les he pedido que se pongan en contacto con usted”, le responde sucintamente Christian Nowotny en un 'e-mail'. Él asegura que no ha vuelto a saber nada de Andritz.

Esto que yo hago es un suicidio profesional. Mi casa está pagada y mis hijos son mayores. Hace siete años, no me lo hubiera podido permitir

“Estos sobornos tienen consecuencias. Lo estamos viendo con el tema de los apagones. Está muriendo gente”, reflexiona Sousa. “Por un lado, exportamos la democracia desde la Unión Europea a todo el mundo, y por el otro, en nuestras empresas —no todas, solo unas pocas—, sostenemos un régimen que es de todo menos democrático y que conduce a que cierta gente se haga rica”. Cuando se le pregunta por qué no ha denunciado antes este sistema de supuestas comisiones ilegales, el ex director general de Andritz en México responde que solo ahora se ha sentido con fuerzas para hacerlo: “Esto que yo hago es un suicidio profesional. Mi casa está pagada y mis hijos son mayores. Hace siete años, no me lo hubiera podido permitir”, razona. “Ahora ya no tengo miedo”.

Carlos Sousa comenzó a sospechar que pasaba algo raro cuando su jefe le dijo que guardase los contratos en casa y no en su despacho. “Si hay una auditoría, serían difíciles de explicar”, le argumentó. Corría el verano de 2009 y el economista hispano-alemán, experto en sacar de los números rojos a empresas en dificultades, acababa de aterrizar como director general de la filial mexicana de la compañía austríaca Andritz, una de las principales empresas del país alpino, que solo en 2018 facturó más de 6.000 millones de euros.

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