Fiera Capital repesca a Luis Álvarez (BT) para pilotar el cable submarino IslaLink

Ya es oficial. Aunque hace algunos meses que está vinculado al proyecto, desde este febrero Luis Álvarez ejerce de manera oficial como presidente de Islalink, la infraestructura de cable submarino que provee de fibra electrónica la conexión entre la Península y Baleares, según información pública, después del cambio de control producido durante 2018 que valoró la compañía en 150 millones de euros.

El fondo canadiense Fiera Capital ha repescado al ejecutivo español después de una dilatada carrera en el sector de las telecomunicaciones, donde fue durante casi una década director general de British Telecom para España y más tarde consejero delegado, desde Londres, para su división de grandes clientes a nivel mundial, hasta hace dos años. Ahora, su cometido será supervisar la apuesta por IslaLink.

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Jaume Esteve

El 'private equity' sueco EQT vendió la compañía a mediados de 2018 por cerca de 150 millones a la división de infraestructuras de la firma canadiense, especializada en activos a nivel global, tanto en agua, eólico, solar e hidroeléctrico. En el caso de IslaLink, esta operación representa tanto su primera inversión en nuestro país como en el segmento de telecomunicaciones, actividad para la que se apoyarán en la experiencia de Luis Álvarez.

El cable submarino de IslaLink une Sagunto y Valencia con Palma de Mallorca a través de las líneas Rómulo y Balalink. Este operador es un proveedor neutral e independiente alternativo a la red de Telefónica. Como pasa también en el archipiélago canario, Baleares está interconectada a través del cable de la antigua operadora pública: Mallorca está conectada con Menorca e Ibiza, y esta última con Formentera.

El proyecto de IslaLink fue promovido en 1999 por el empresario Alfonso Gajate, con el apoyo financiero como socios de Banco Santander y las cajas Sa Nostra y Bancaja. Desde entonces, la propiedad de la compañía ha pasado por varias manos, desde Corporación Financiera Alba (March) a Cube Infraestructure o el fondo sueco EQT, penúltimo propietario hasta la llegada del gigante candiense, que gestiona 85.000 millones de euros.