Sareb ignora qué pérdidas apuntarse ante los retrasos del BdE y el Consejo de Estado

Nueva muestra de la 'agilidad' de los organismos públicos españoles. Sareb tuvo que preguntar hace un año al Banco de España qué criterios contables debía aplicar para formular sus cuentas de 2013, debido a que el supervisor no había elaborado la circular que regula este aspecto. Un año después, se ve obligada a hacer lo mismo porque esta norma sigue sin estar aprobada y no sabe cuántas pérdidas debe apuntarse. ¿A qué se debe este enorme retraso? Pues a la parálisis primero del Banco de España, que no aprobó el proyecto hasta mayo, y después del Consejo de Estado, donde duerme desde entonces el sueño de los justos.

Aunque el banco malo no confirma que haya hecho ya una consulta vinculante, fuentes del mismo aseguran que es la opción que ha tomado porque debe presentar las cuentas de 2014 y no tiene ningún indicio de que se vaya a aprobar la circular en un futuro previsible. El Consejo de Estado está presidido por el exministro popular José Manuel Romay Beccaría, y en él se sientan sus excompañeros Isabel Tocino, José María Michavila y Ana Palacio, junto a José Luis Rodríguez Zapatero y su vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, así como otros nombres conocidos como Juan Carlos Rodríguez Ibarra (expresidente de Extremadura) o Alberto Aza (exjefe de la Casa del Rey). Aunque quizá lo más chocante en este caso sea que también es miembro del mismo el gobernador del BdE, Luis Linde.

Hay que recordar que la sociedad que preside Jaime Echegoyen tras la salida de Belén Romana mantuvo un duro enfrentamiento con el Banco de España a cuenta precisamente del proyecto de circular. De hecho, cuando el supervisor presentó el borrador, presentó alegaciones para suavizarla, ya que le obliga a realizar fuertes provisiones que garantizan pérdidas en los próximos ejercicios y reducen irremediablemente la rentabilidad prometida a sus accionistas (el 14%): el fondo público de rescate (FROB) y los principales bancos y aseguradoras, a excepción de BBVA.

Tal como está redactado el proyecto, obliga a Sareb a valorar cada uno de sus activos en balance de forma individual y a precios de mercado, y a reconocer el deterioro de los mismos con provisiones que se restan del beneficio o incrementan las pérdidas. Además, debe hacerlo de forma recurrente. Esto se considera injusto por Sareb, ya que tuvo que adquirir esos activos en bloque, no de forma individual, y con un precio fijado por el Banco de España, no por el mercado ni por la propia sociedad (de hecho, Bruselas considera ayudas de Estado la diferencia entre el precio de mercado y el de traspaso). "Si hay que devaluar el activo, lo lógico sería también devaluar el pasivo y que las cajas rescatadas devuelvan lo que han cobrado de más en relación con el valor real de los activos", explica una de las fuentes citadas.

Deteriorar para que las cuentas sean creíbles

El supervisor se defiende con que no quedaba otro remedio para que las cuentas de Sareb sean serias y creíbles, sobre todo fuera de España. "No puedes pretender que el valor de tus activos se mantenga estático durante 15 años, tienes que volver a tasarlos periódicamente y, obviamente, tienes que provisionar las pérdidas de valor como en cualquier empresa", explican. Desde los accionistas, aunque formalmente protestan por la medida, reconocen que "todos sabíamos que esto tenía que ocurrir, e incluso nos temíamos que fuera peor".

Otras fuentes señalan que la dureza de la norma es precisamente lo que está detrás de este enorme retraso, ya que el Consejo de Estado es consciente de que Sareb es clave para el éxito de la reestructuración financiera y para la recuperación del máximo posible del dinero público invertido en ella, a través del FROB. En lo que coinciden todos es en que Sareb prefiere que la norma se retrase –y tener que hacer la pregunta de si finalmente eso sirve para suavizarla– a que salga ya en los términos iniciales.

En la consulta vinculante del año pasado, el BdE obligó a Sareb a deteriorar el crédito promotor, lo que se tradujo en pérdidas de 259 millones, que sumadas a los 144 que se dejó en su actividad, arrojaron un resultado bruto negativo de 403 millones, un quebranto que se redujo a 261 millones gracias a la generación del correspondiente crédito fiscal. El plan de negocio elaborado por KPMG estimaba unas pérdidas de 47 millones en su primer año de actividad.