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Botín, 'concejal' de Urbanismo de Madrid
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TRANSFORMA CANALEJAS Y EDIFICIO ESPAÑA PARA SU VENTA

Botín, 'concejal' de Urbanismo de Madrid

El patrimonio arquitectónico se crea, se destruye o se transforma, según requieran los tiempos o las necesidades inmobiliarias del Banco Santander.

Foto:  El presidente del Banco Santander, Emilio Botín. (EFE)
El presidente del Banco Santander, Emilio Botín. (EFE)

El patrimonio arquitectónico se crea, se destruye o se transforma, según requieran los tiempos o las necesidades. En los últimos meses, Madrid ha visto cómo dos de sus inmuebles más monumentales, con máxima categoría de protección o clasificación como bien de interés cultural, serán sometidos a una profunda y polémica transformación. Y en ambos casos, detrás del Complejo Canalejas (antiguas sedes de Banesto, Banco Zaragozano y Banco HispanoAmericano) y del Edificio España ha estado la mano vendedora del Banco Santander, es decir, de Emilio Botín, propietario durante años de estos activos singulares en pleno corazón de la capital.

Ayer jueves, la entidad financiera comunicó la venta del rascacielos ubicado en Plaza de España al inversor chino Wang Jialin, magnate del emporio de centros comerciales Dalian Wanda, por un importe de 265 millones de euros. El Banco Santander ha tardado nueve años, crisis mediante, en dar salida al inmueble, adquirido en 2005 por el fondo Banif Inmobiliario por 390 millones, pero mucho menos en gestionar los cambios normativos que permitirán transformar el rascacielos a los deseos del nuevo propietario, que pretende desarrollar en los 67.000 metros cuadrados un gran espacio comercial, además de un hotel y varios centenares de viviendas de lujo.

En el caso del Edificio España y del Complejo Canalejas, la administración pública representada por Comunidad y Ayuntamiento de Madrid ha accedido a las solicitudes de vendedor/comprador modificando la categoría monumental de los edificios, clasificación que bloqueaba la capacidad de transformar los activos para dotarlos de nuevos usos. Estos requisitos han sido superados (o serán) gracias a cambios en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), una excepcionalidad que ha desatado las críticas de distintos colectivos (arquitectos, vecinos…), indignados por el visto bueno oficial a una “destrucción” del patrimonio arquitectónico madrileño.

Visto con perspectiva, ambas operaciones han seguido patrones muy parecidos. Del lado vendedor, el Banco Santander ha operado con gran celeridad para ejecutar el pase de estos activos a medida que el interés de los grandes inversores por entrar en el mercado inmobiliario iba desapareciendo. El primero fue el Complejo Canalejas, que tras varios intentos frustrados echó a rodar a la vuelta del verano de 2012, cuando este diario destapó el interés del empresario Juan Miguel Villar Mir por hacerse con la histórica manzana inmobiliaria, aunque no ha sido hasta finales de 2013 cuando el proyecto ha contado con todos los parabienes oficiales.

Resuelto el primer marrón inmobiliario, Emilio Botín reactivó por enésima vez la venta del Edificio España con el arranque de 2014. Para ello, Banco Santander requirió los servicios de los estudios Lamela y Foster, a quienes encargó el proyecto de transformación que deberían aprobar Comunidad y Ayuntamiento para que el rascacielos pudiera ser vendido con otro uso, algo muy parecido a lo que ya se consiguió antes para el Complejo Canalejas, donde el mismo estudio de arquitectura español ha diseñado la reconversión hotelera, comercial y residencial que Villar Mir desarrollará de la mano del operador Four Seasons en una operación de 285 millones de euros.

Para justificar su actuación, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid han apelado al factor económico, como generador de empleo, para dar luz verde a las modificaciones técnicas de los inmuebles, pues considera que estos aspectos deben supeditarse a cuestiones de otra índole, como "favorecer la puesta en valor de un edificio muy degradado (Edificio España) en los últimos años debido a su inactividad". Este argumento es muy similar al empleado para el Complejo Canalejas, cerrado a cal y canto desde que Banco Santander se mudó a la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte y en progresivo estado de deterioro por su abandono operativo.

A la luz de los hechos, las consecuencias de la crisis han permitido al vendedor y a sus compradores reconducir la sensibilidad de la Administración a planteamientos muy próximos a sus intereses. En el caso del banco, a su objetivo único de vender, sí o sí, parte de su ingente patrimonio inmobiliario; y en del comprador, a tirar y levantar tabiques según convenga, a excepción de las fachadas. Para desesperación de los más críticos, la ejecución de estas operaciones inmobiliarias, que han permitido al Banco Santander hacer caja pese a las minusvalías generadas, hacen que Emilio Botín parezca el nuevo responsable de Urbanismo de Madrid.

El patrimonio arquitectónico se crea, se destruye o se transforma, según requieran los tiempos o las necesidades. En los últimos meses, Madrid ha visto cómo dos de sus inmuebles más monumentales, con máxima categoría de protección o clasificación como bien de interés cultural, serán sometidos a una profunda y polémica transformación. Y en ambos casos, detrás del Complejo Canalejas (antiguas sedes de Banesto, Banco Zaragozano y Banco HispanoAmericano) y del Edificio España ha estado la mano vendedora del Banco Santander, es decir, de Emilio Botín, propietario durante años de estos activos singulares en pleno corazón de la capital.

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