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El señor de los capones
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cascajares, en el mercado norteamericano

El señor de los capones

De un pequeño pueblo de Palencia a EEUU, pasando por Europa. En medio, alguna pirueta arriesgada y una apuesta firme por el 'pollo' ganador: el castrado

Foto: Alfonso Jiménez, en 2011, con uno de los capones que se subastaron en beneficio de la Fundación Prodis en el Hotel Ritz. (Efe)
Alfonso Jiménez, en 2011, con uno de los capones que se subastaron en beneficio de la Fundación Prodis en el Hotel Ritz. (Efe)

Del pequeño pueblo deDueñas (Palencia) a Norteamérica, pasando por Asia y Europa. En 1986, con 14 años, un imberbeAlfonso Jiménez Rodríguez-Vila(21-12-1972) cerraba los libros -él mismo reconoce que nunca fue un buen estudiante- y se embarcaba en la cría de animales de granja. Eligió los capones -pollos castrados de carne jugosa-"como afición y para sacarme algunas perrillas vendiéndolos a los restaurantes de la zona, en Palencia y Valladolid".

Lo que emprezó casi como un juego de niños,que emprendió en unos terrenos de la granja de su padre en Zamora,es hoy un transatlántico empresarial que comercializa capones, corderos, cochinillos y pulardas, entre otros productos, en toda España, en buena parte de Europa y Asia, y que esta próxima semanameterá de lleno la cabeza en Norteamérica, concretamente en Canadá. ¿Con capones? No, con pavos, alimento por excelencia dela festividad de Acción de Gracias en el continente que se celebra el cuarto jueves de cada mes de noviembre.

Alfonso Jiménez.Nadie habría dado un duro de los de 1994 por Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias(6-7-1971), su socio,que se pusieron a criar cien capones. Nadie creyó en elloshasta que los vendieron. Luego, cien capones más, y otrosciendespués.Capones que cebaron con las 160.000 pesetas (unos mil euros, aproximadamente, al cambio de hoy) que lograron reunir y ahorrar. Tras el éxito controlado, un 'brote de ambición' estuvo a punto de ser la tumba empresarial de un negocio que sólo había empezado a dar sus primeros pasos.

En 1995 los empresarios más populares de Dueñas hacen una arriesgadísima pirueta comercial. "Se nos va la cabeza; puede más el corazón, y de tener un mercado majo de cien capones que vendíamos sin problemas nos metimos a criar mil de golpe y porrazo". Una vez engordados, vendieron doscientos animales no sin algunas dificultades. Y cien más tocando muchas puertas. Pero había otros setecientosque comían a diario y que se tragaban, literalmente, cualquier posible beneficio.

El inicio

"Estábamos arruinados, con la muerte empresarial encima. Pero ahí nació la solución. Los setecientos capones que no podíamos vender los metimos en latas, sobre todo para que dejasen de comer", dice con cierta picardía. "La teoría era que si los franceses hacían patos confitados, por qué no íbamos a poder hacer nosotros capones confitados. Así que los enlatamos para poder jugar con el tiempo y con los cuatro años de caducidad que nos daba este proceso. Todo salió redondo, pues vendimos la producción enlatada en 15 días. Así empezó Cascajares". La marca toma su nombre de un cardenal vallisoletano cuyo apellidose les vino a la cabeza a Alfonso y Francisco al comprobar que todos los nombres que pensaban para su negocio estaban ya registrados.

Alfonso Jiménezse ríe cuando se le hace ver que intentar hacer crecer una empresa en un 1.000% es una maniobra entre el riesgo y el disparate."Creímos que debíamos hacer eso. Luego vino el pedir en 1998 nada menos que 18 millones de pesetas para montar nuestra primera fábrica (Villamurriel de Cerrato, Palencia), en la que empleamos a chicos con discapacidad (uno de sus objetivos prioritarios en materia social, respaldado por una subasta benéfica de capones a finales de año y una Fundación). Más tarde, en 2004, volvimos al banco a pordos millones de euros más para levantar la fábrica del Polígono Industrial de Dueñas, para vender al mercado europeo y asiático. Después, en 2008,decidimos 'hacer las Américas'; así llegamos a Quebec, donde vamos a vender ochocientaspiezas de pavo este mismo año (allí se come no sólo en Acción de Gracias sino también hasta fin de año). Quebec es la simiente de nuestra entrada en Estados Unidos, donde estaremos en 2014", dice a El Confidencial Alfonso Jiménez Rodríguez-Vila, que sigue mirando de reojo alriesgo aunque, ahora, apostando por lo seguro.

"Fuimos muy valientes, u otra cosa, tal vez, al ir con 24 añines a pedir dinero a los bancos para estas aventuras. Y más cuando con 34 años nos descolgamos pidiendo dos millones de euros", apostilla la cara pública de Cascajares. Su socio se encierra más en el factor financiero del negocio.

Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias, de Cascajares.En 2004, enmayo, los Príncipes de Asturias contraían matrimonio y agasajaban a sus invitados con un convite. De segundo plato se sirvió el capón de Cascajares, dando un espaldarazo a la marca de proporciones incalculables. El último empujón, el premio al Mejor Proyecto Agroalimentario de Palencia que concede la publicación castellano-leonesa La Posada.

"El salto americano tiene una pintaza fabulosa y me juego uno a diez a que el negocio allí se va a hacer más grande que en España. Nos hemos asociado a José Andrés-cocinero español que es una autoridad culinaria en el continente americano- para hacer los pavos de Acción de Gracias. El de EEUU es un mercado posible en el que se mueven cada año 48 millones de pavos en una sola noche, si sólo nos quedamos con el 0,1% de ese mercado estaríamos hablando de 48.000 pavos de Cascajares. Más que de sobra", sentencia Alfonso Jiménez.Los pavos de Cascajares se están moviendo también a toda prisa en España. En 2012 pusieron en los expositores de las tiendas mil piezas; este año habrá otras mil.

Cascajares mueve a través de sus tres empresas siete millones de euros, aunque el Plan Estratégico para dentro de cinco años prevé facturar 15 millones de euros. "No es una cifra descabellada", dice Jiménez. "Pensemos que el mercado americano lo componen 300 millones de personas con un componente mucho más consumista que el de España".

Del pequeño pueblo deDueñas (Palencia) a Norteamérica, pasando por Asia y Europa. En 1986, con 14 años, un imberbeAlfonso Jiménez Rodríguez-Vila(21-12-1972) cerraba los libros -él mismo reconoce que nunca fue un buen estudiante- y se embarcaba en la cría de animales de granja. Eligió los capones -pollos castrados de carne jugosa-"como afición y para sacarme algunas perrillas vendiéndolos a los restaurantes de la zona, en Palencia y Valladolid".

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