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Iglesias y Casado toman oxígeno para el final de campaña en un bronco debate electoral
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SÁNCHEZ ROMPE LOS PUENTES CON CIUDADANOS

Iglesias y Casado toman oxígeno para el final de campaña en un bronco debate electoral

Los líderes de Unidas Podemos y PP se elevan sobre un debate lleno de zancadillas para lanzar sus propuestas. Sánchez renuncia a buscar un pacto con Ciudadanos tras el 28-A

Un debate áspero, desabrido, lleno de interrupciones, con más ritmo y a la vez más largo que el del lunes, dio oxígeno a Pablo Casado y a Pablo Iglesias ante la recta final de campaña. Los dos fueron los que menos se enredaron en las continuas zancadillas: el líder popular mostró más ímpetu en Atresmedia que en TVE, y el de Unidas Podemos se elevó para exponer sus propuestas y salir del barro. "Estoy sufriendo mucha vergüenza por la forma en la que estamos llevando este debate", llegó a decir Iglesias al resto de aspirantes. Albert Rivera, que el día anterior había robado el plano a Casado, subió el tono de su actuación y salió a trompicones, mientras Sánchez se enredó también al verse atacado por tres frentes. El debate dejó dos bloques ya casi irreconciliables, al cambiar Sánchez su versión de campaña y descartar un acuerdo con Ciudadanos después de las elecciones.

Una convocatoria electoral por sorpresa, que hace que la campaña caiga en Semana Santa y con dos debates consecutivos solo días antes de ir a votar con unas municipales un mes después, es el cometa Halley de los politólogos, algo que solo pasa una vez en la vida. Los debates estaban marcados como fundamentales para poder mover el voto en una campaña con un número sin precedentes de indecisos. El día anterior, en TVE, Rivera arrolló a todos y desdibujó a Casado, que ni entró a criticar a Ciudadanos.

Sánchez: "No está en mis planes intentar pactar con un partido que nos ha puesto un cordón sanitario"

El debate del martes, en Atresmedia, moderado por Ana Pastor y Vicente Vallés, se presentaba como algo mucho más modelo La Sexta, con menos reglas y más largo. Más 'pressing catch' y menos esgrima. Más Pedrerol y menos José Ángel de la Casa. Eso, unido a que era la última bala, hacía presagiar estrategias mucho más afiladas de los aspirantes.

El equipo de trabajo de Pedro Sánchez comentaba antes del debate que temían una jugarreta. "A ver si Rivera no nos saca la tesis. Pero entonces tendrá respuesta en otro libro". Alguien había hecho bien su trabajo y así fue. Al poco de empezar, en cuanto salieron las acusaciones entre los candidatos de mentir —fueron innumerables en las dos horas y cuarto de debate—, Rivera se acercó al atril de Sánchez y le entregó la tesis del presidente enmarcada. La tesis es fundamental en la historia entre ambos. Esa tesis terminó de romper la relación personal entre ellos cuando en el Congreso Rivera acusó a Sánchez de plagio. Pero el presidente contraatacó entregándole el libro de Santiago Abascal y Sánchez Dragó. Iglesias criticó el espectáculo: "Aunque estemos en Sant Jordi, los espectadores no se merecen esto".

Foto: Decenas de simpatizantes realizan el seguimiento del debate electoral desde la sede de Ciudadanos. (EFE) Opinión

Casado, que había desayunado con valoraciones casi unánimes en la prensa de que Rivera le había adelantado el día anterior, no quiso que se repitiera. Desde el primer momento elevó el tono, aunque sin llegar al nivel de Rivera. "Sánchez se ha convertido en una muñeca rusa, que tiene dentro a ERC y Bildu". De Otegi, dijo: "Una persona experta en secuestrar sabe pedir cosas a cambio de sus votos". Esta vez no dejó salir limpio a Rivera y sí le atacó por la falta de experiencia de gobierno de Ciudadanos.

Sánchez, que repitió una y otra vez que sufría una campaña de mentiras, repitió que no ha pactado con los independentistas, y si el día anterior tardó media hora en mencionar a Vox, esta vez lo hizo desde el principio. Sánchez bajó más a replicar a sus rivales y a apretarlos. En el PSOE salieron convencidos de que, sin grandes errores, Sánchez ha superado los dos debates y que ese era su objetivo.

Casado limó su perfil más polémico y se distanció de Vox, al admitir que no quería inmiscuirse en la decisión de una mujer que quisiera abortar sino en dar ayudas a las que decidieran seguir adelante con el embarazo. Sánchez se enzarzó con él por la violencia de género, pese a que no había buscado ese trapo. "Usted a mí no me levanta la cara ni el dedo. No voy a tolerar que me señale con la violencia de género. No tiene ninguna superioridad moral en algo en lo que es incompetente en su gestión", replicó el popular.

Foto: Los candidatos a presidir el Gobierno de España, en el segundo debate antes de las elecciones. (EFE) Opinión
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Hubo un episodio cerca del final que resume casi a la perfección la tónica general del debate. Cuando llegó el tramo para hablar de Cataluña —relegado a los últimos minutos, lo que benefició a Sánchez e Iglesias—, PP y Ciudadanos acusaron al presidente de estar en manos de los independentistas.

Sánchez: "No voy a aceptar ninguna mentira. No es no, nunca es nunca y falso es falso. Yo no he pactado con los independentistas y por eso estamos aquí".

Rivera: "¡Qué morro!".

Casado: "¿Pero va a indultarlos?".

Rivera: "Todo el mundo sabe que soy amigo de Torra y Bildu y he gobernado con los independentistas".

Cuando Iglesias medió, lo hizo dando a Sánchez con elegancia, a lo Laudrup, mirando hacia otro lado: "Decir que Sánchez es un golpista o amigo de terroristas es exagerado. El señor Sánchez no es un golpista... Un incoherente, tal vez sí".

Foto: Los líderes del PSOE, Pedro Sánchez d), y de Ciudadanos, Albert Rivera, antes de comenzar el debate. (EFE)

Porque probablemente el protagonista del debate fue Iglesias. El candidato de Unidas Podemos fue de nuevo el único de los cuatro que no vestía traje. Llegó en taxi y esta vez llevaba un jersey azul sobre la camisa. Demostró sus horas de vuelo en tertulias a cara de perro para elevarse sobre las zancadillas y plantear sus propuestas: del alquiler, de prohibir que los políticos fichen por eléctricas, subir las pensiones con la inflación por ley y pensiones no contributivas con un mínimo de 600 euros.

El resultado fueron intervenciones casi a su aire en las que además se permitía criticar a los tres adversarios y llegó a llamar maleducado a Rivera. "El alquiler es caro. ¿Por qué es tan caro? Porque hay especuladores que no son propietarios españoles, que son fondos de inversión extranjeros. Apliquemos el artículo 47 de la Constitución". Ese artículo establece que "todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada". Iglesias llegó a disparar contra Florentino Pérez y Villar Mir, la banca y los dueños de los medios de comunicación en un discurso que tanto gusta a los suyos.

Iglesias, que no llegó a esgrimir su ejemplar de bolsillo de la Constitución, marcó distancias con Sánchez en temas como la reforma laboral y pidió a este que descarte un acuerdo con Ciudadanos, algo que el presidente hizo por primera vez con rotundidad. Si en la entrevista con este diario hace poco más de dos semanas apuntó a un posible pacto tras el 28-A con la formación de Rivera —"Algunos partidos que hoy dicen 'no, nunca, jamás' revisarán sus estrategias"—, en el debate Sánchez fue categórico al renunciar a esa posibilidad: "No está en mis planes intentar pactar con un partido que nos ha puesto un cordón sanitario al PSOE".

Foto: Iglesias, Casado, Rivera y Sánchez, a su entrada al plató de Atresmedia donde se celebró el segundo debate electoral. (EFE) Opinión

Sánchez, que ha pasado del 'no es no' a Rajoy a denunciar "la vetocracia" de sus adversarios, cierra así la puerta a una investidura con Ciudadanos, el pacto favorito de los empresarios. La brecha entre los dos bloques parece infranqueable y el centro ha perdido atractivo a unos días de ir a votar. La campaña comenzó con el veto de Rivera a Sánchez y termina con el camino opuesto.

Iglesias y Casado, los dos extremos presentes en el debate, los que menos planos se llevaron el día anterior, fueron esta vez los que más mensajes colocaron. Casado se centró en criticar a Sánchez, pero no dejó pasar la oportunidad de responder a Ciudadanos. La pelea por la hegemonía de la derecha es encarnizada y ambos se empeñaron en distanciarse en temas como la eutanasia o el aborto.

César Calderón, consultor político y presidente de Redlines, valoró el debate: "Hemos asistido a dos resurrecciones. La primera, la de Iglesias. Y mucho menor, pero también, la de Casado". El debate acabó pasada la medianoche y tampoco hubo propuestas novedosas. "Esto no mueve un voto", pronosticaba otro asesor.

Un debate áspero, desabrido, lleno de interrupciones, con más ritmo y a la vez más largo que el del lunes, dio oxígeno a Pablo Casado y a Pablo Iglesias ante la recta final de campaña. Los dos fueron los que menos se enredaron en las continuas zancadillas: el líder popular mostró más ímpetu en Atresmedia que en TVE, y el de Unidas Podemos se elevó para exponer sus propuestas y salir del barro. "Estoy sufriendo mucha vergüenza por la forma en la que estamos llevando este debate", llegó a decir Iglesias al resto de aspirantes. Albert Rivera, que el día anterior había robado el plano a Casado, subió el tono de su actuación y salió a trompicones, mientras Sánchez se enredó también al verse atacado por tres frentes. El debate dejó dos bloques ya casi irreconciliables, al cambiar Sánchez su versión de campaña y descartar un acuerdo con Ciudadanos después de las elecciones.

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