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Juan Marín, el entrenador que sabe de relojes
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Juan Marín, el entrenador que sabe de relojes

Cuando se convirtió en el cartel electoral de Ciudadanos, hacía ocho años que había dado el salto a la política. Había tenido algún coqueteo previo

Foto: Juan Marín. (Ilustración: Raúl Arias)
Juan Marín. (Ilustración: Raúl Arias)

Le ha prometido a su mujer que cuando por fin reúna unos días libres van a ir a Lisboa. Quizás pueda por fin de año. Este 31 de diciembre se calza los 57, pero con ese flequillo frondoso aparenta algunos menos. El pelo es suyo, bromea, marca Juan Marín, su padre lo tenía igual.

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El candidato de Ciudadanos cuenta la promesa del viaje a la ciudad donde muere el Tajo con solemnidad pero cuando se le pregunta a ella, su pareja hace un gesto de incredulidad y se ríe. La vida ha cambiado mucho en los últimos tres años. Cuando en 2015 recibió la llamada de Fran Hervías empujándolo a ser candidato de Ciudadanos en las elecciones autonómicas no sabía en realidad lo que se le venía encima. O sí. El caso es que aceptó.

Cuando se convirtió en el cartel electoral de Ciudadanos, hacía ocho años que había dado el salto a la política. Había tenido algún coqueteo previo. Era muy joven su padre lo empujó y sin saber muy bien cómo se vio cerrando la lista municipal de Alianza Popular en su municipio. Después militó en el Partido Andalucista pero su verdadera vida en la política comenzó en 2007. Entonces era presidente de la Asociación de Comerciantes de Sanlúcar de Barrameda, su ciudad, su casa, el lugar donde vuelve a dormir cada noche salvo excepción.

El municipio gaditano estaba colapsado por una huelga de basuras. Cuenta que las ratas campaban a sus anchas. Los comercios estaban teniendo muchas pérdidas. Salió de casa con su mujer y fue ella la que se le quedó mirando muy seria mientras Juan relataba indignado contra la situación y los políticos incapaces de solventarlo. Le dijo: "¿Y tú qué, no piensas hacer nada?". Se puso manos a la obra.

De aquello nació Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, CIS, que concurrió a las municipales y a la primera se hizo con tres concejales. Pactaron con el PSOE y acabaron las mayorías absolutas del PP en la localidad. Sus rivales le cuentan las muescas políticas: AP, PA, CIS y gobierno con el PSOE. Ecléctico, le dicen. Marín gobernó como teniente de alcalde dos mandatos con los socialistas antes de pactar la investidura de Susana Díaz en 2015.

Dejó su acta municipal para dedicarse a la política autonómica ya de la mano de Ciudadanos. Cuando el movimiento de Albert Rivera se acercó a su partido para pedirle que se sumaran al proyecto nacido en Cataluña, Marín cuenta que ni se lo pensó. Ya conocía y admiraba a Inés Arrimadas. En una escuela de verano de Cambrils, en 2015, dio el paso definitivo.

placeholder Juan Marín junto a Inés Arrimadas en un acto en Sevilla. (EFE)
Juan Marín junto a Inés Arrimadas en un acto en Sevilla. (EFE)

Marín se precia de ser un hombre amable, de buen carácter, al que es muy difícil ver enfadado. Su equipo lo corrobora. Ni voces, ni gritos, ni malas formas. Ahora está dando clases para mejorar su oratoria, el inglés, un poco de sociología, otro de ciencias políticas. También sale a andar para hacer ejercicio. El corazón le dio un susto esta última legislatura aunque él es un hombre de pocos sobresaltos. Ha sido un socio leal de Díaz aunque su amigo, así lo dice él mismo, es 'Chiqui', Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente del Gobierno andaluz y gaditano como él. Todo iba sobre ruedas hasta septiembre, cuando se les rompió el amor, no sabemos si fue de tanto usarlo. Ahora está muy enfadado con la presidenta y dice que no habrá reconciliación. Veremos.

Presume Marín de que él sí tiene un sitio donde volver cuando acabe la política y de que sabe bien lo que es trabajar en la actividad privada. De lo difícil que es ser autónomo. Empezó relaciones laborales, pero dejó la carrera cuando tuvo que ponerse al frente del negocio de su familia en Sanlúcar al morir su padre. Era una relojería y todavía algún vecino recuerda lo buen vendedor que era, de los que ibas a ponerle la pila al reloj y salías con una correa nueva y una puesta a punto de la maquinaria. Él se ríe cuando se le pregunta si lo suyo eran las relaciones públicas y dice que su verdadera vocación es ser entrenador de voleibol. De camino te cuenta las bondades de la manzanilla de su tierra como si fuera el mejor comercial del vino sanluqueño.

Él se ríe cuando se le pregunta si lo suyo eran las relaciones públicas y dice que su verdadera vocación es ser entrenador de voleibol

Si pone música casi seguro que elegirá algo del carnaval. Cuando debutó en Sevilla en la presentación de Ciudadanos como partido en Andalucía se decantó por Martínez Areas y la letra del pasodoble de Los Piratas: "Andaluces levantaos, desde el trigo hasta la mar, cuatro de diciembre, luchando por nuestra gente, España y la humanidad". A Marín si le dices que tiene más madera de secundario que de líder, que quizás se pasen en el partido poniéndolo como subalterno de Inés Arrimadas y Albert Rivera, que nadie lo conoce, que quizás es demasiado gris... no le enfadas. Solo te dice: "Qué va mujer, eso no es así". Y te trata de convencer. Si hace falta un rato largo, te lo dedica. Y si no te convence, ay, no te escantilles porque en cualquier momento volverá a la carga. Con calma.

Quiso jugar al voleibol pero no se le dio bien y acabó convirtiéndose en técnico del deporte, en entrenador del equipo nacional femenino y en el conseguidor del patrocinio para que el masculino pudiera jugar en la primera liga. Es de equipos. Él recibió un consejo de su padre: "si quieres algo, hazlo" y es el que le da sus dos hijos. "Tengo suerte. Son dos buenos chavales", cuenta con orgullo. Ahí está su debilidad. Se le nota. Es un padrazo. Uno está ya estudiando fuera de casa y el fin de semana Marín le prepara los túper de la semana y le ayuda con la intendencia doméstica. Él no rehúye de las tareas de la casa. Este año no ha podido, cosa rara, dice, cambiar la ropa de verano y de invierno. ¡Y lo cuenta con disgusto! Le vuelvo a preguntar a su mujer y esta vez afirma rotunda: "Sí, sí, es verdad y no sabes como lo echo de menos en casa".

Le ha prometido a su mujer que cuando por fin reúna unos días libres van a ir a Lisboa. Quizás pueda por fin de año. Este 31 de diciembre se calza los 57, pero con ese flequillo frondoso aparenta algunos menos. El pelo es suyo, bromea, marca Juan Marín, su padre lo tenía igual.

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