¿Qué fue del chófer de la cocaína de los ERE, el 'ministro' de las tragaperras?

Juan Francisco Trujillo sigue aficionado a los bares. El ‘ministro’ de las tragaperras tiene devoción por el sonido hipnotizante de estas maquinitas, en Sevilla y en Llanos del Sotillo, una pedanía de Andújar (al norte de la provincia de Jaén) donde vive, en la calle Madreselva. En su pueblo le denominan ‘el ministro’, pero en la capital andaluza era el chófer de Francisco Javier Guerrero, ex director general de Trabajo de la Junta de Andalucía. Todo el mundo le conoce como el chófer de la cocaína.

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Trujillo compareció el pasado mes mayo ante el tribunal de los ERE por haber recibido 900.000 euros en ayudas públicas para proyectos empresariales que nunca se realizaron. Confesó que estas ayudas se destinaron a comprar cocaína para él y su jefe para fiestas y copas. Estas fiestas y, sobre todo, esas copas tenían su centro de operaciones en El Caramelo, ubicado en el barrio de Nervión de Sevilla. Allí se reunía con Guerrero.

[El caso de los ERE]

La Fiscalía Anticorrupción pide 14 años de cárcel para el ex director general de Trabajo Francisco Javier Guerrero y su chófer, Juan Francisco Trujillo, a quien, según el escrito de acusación, se dio sin motivo 1,4 millones de euros de ayudas públicas, que en parte se destinaron a cocaína y copas. El chófer recibió una póliza de 122.468 euros a favor de su madre. Además, junto a otro socio, montó una supuesta granja avícola para la que recibieron 450.000 euros.

Pendiente de sentencia, ha cambiado las tardes en El Caramelo con Guerrero por el restaurante El Churrasco, de Andújar, donde trabaja alguien próximo a él. Su mujer trabaja en la guardería municipal y es militante del PSOE. “Él va bien arreglado, como siempre, como si fuera un ministro, vamos. Por eso le llamamos todos el ministro. Nadie en el pueblo le llama el chófer de la cocaína”, cuenta a El Confidencial un vecino de Andújar.

Dos expresidentes en el banquillo

Este encausado en el escándalo de los ERE, uno de los mayores casos de corrupción de las últimas décadas y que ha sentado en el banquillo a dos expresidentes de la Junta de Andalucía, confesó haber utilizado parte del dinero para comprarse un terreno en la sierra sevillana y un piso en la calle San Luis de la capital andaluza, en el barrio de la Macarena, muy cerca de la basílica de la emblemática hermandad sevillana y del Parlamento de Andalucía. Por este inmueble pagó 233.509 euros.

El chófer de la cocaína falseó un contrato de trabajo con Lladelso Hoteles SL, y a nombre de Lógica Estratégica Empresarial emitió también tres facturas falsas a Comercial Alimentaria Dhul, propiedad de los Ruiz-Mateos, otra a la sociedad Delphi (6.960 euros por cada una), y una tercera emitida a la entidad Estudios Jurídicos Villasís, por 6.000 euros. Las cantidades las recibió Trujillo “simulando haber realizado para estas entidades pagadoras trabajos que no se llevaron a efecto”, como consta en un auto de la jueza Mercedes Alaya de 2012.

La historia del chófer es también la de un hombre que fuma Marlboro, devoto del champán Möet & Chandon, de aspecto (y realidad) de hombre rudo. En El Churrasco se le puede ver algunos días de la semana, a la espera de la sentencia que le condene o no a la cárcel. Atrás quedan esas jornadas de trabajo llevando de un lado a otro de Andalucía a su jefe, a Javier. Y las tardes y las noches, hasta eso de las 22:00 en El Caramelo, soñando con que también en Sevilla le llamaran ministro y no se le conociera como el chófer de Guerrero...