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¿Por qué nadie quiere trabajar en el BOE? Las plazas quedan vacías concurso tras concurso
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PESE AL BUEN AMBIENTE Y CONDICIONES

¿Por qué nadie quiere trabajar en el BOE? Las plazas quedan vacías concurso tras concurso

La agencia estatal no logra cubrir las vacantes con funcionarios de otros organismos por el desconocimiento, la mala localización y los prejuicios que la asocian a empleos rutinarios

Foto: Imagen de la fachada de la sede del BOE. (Google Maps)
Imagen de la fachada de la sede del BOE. (Google Maps)
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Nadie quiere trabajar en el BOE. El Boletín Oficial del Estado no encuentra personal para cubrir las plazas que oferta. En los dos concursos lanzados en el último año, la mayoría de los puestos han quedado vacantes. Incluso algunos lo han hecho por segunda vez consecutiva, pese a los pocos meses que han separado ambas convocatorias. El organismo público encargado —entre otras funciones— de difundir la actividad normativa del Estado tiene una plantilla muy envejecida, pero con una estancia muy larga en la institución por su buen ambiente y condiciones laborales. ¿Por qué resulta imposible, entonces, reponer las plazas de los pocos que se van con otros funcionarios de la Administración General del Estado (AGE)?

La principal respuesta, dicen fuentes de la administración, es el desconocimiento, que algunos llaman opacidad. El origen de esta información sobre las vacantes se encuentra, paradójicamente, en la propia publicación del BOE. Pero eso no quiere decir que el organismo se publicite a sí mismo, sino todo lo contrario. En casa de herrero, cuchillo de palo. Es cierto que la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado difunde sus convocatorias laborales en el BOE, pero para todo lo demás constituye, de facto, un ente ajeno a la dinámica de la Administración... y al resto del mundo. Por no tener, no tiene ni un teléfono para la prensa. La mayoría de los datos que figuran en este artículo han sido obtenidos a través de trabajadores del organismo y la consulta de fuentes secundarias, después de que nadie haya respondido a la solicitud de El Confidencial a través de la única manera que los ciudadanos tienen para contactar: un formulario en su página web.

Foto: Ivana Andrés, en el homenaje en el Bernabéu. (EFE/Hidalgo)

La agencia del BOE depende de Presidencia, pero funciona como un organismo independiente. Sus trabajadores no tienen relación alguna con los del ministerio dirigido por Félix Bolaños, de los que les separan 20 minutos en coche. En realidad, con los de ningún ministerio. Y eso significa renunciar al boca-oreja que permite enterarse de las plazas que se sacan a concurso (cualquier trabajador de la AGE puede participar si cumple los requisitos, que son los habituales en otros procesos de estas características). Si a eso se le suma que es un organismo muy pequeño, con unos 300 empleados, la simple ignorancia lleva a que muy pocos se presenten, a diferencia de los que ocurre en otras instituciones, donde suele haber muchos menos puestos que candidatos.

En el concurso convocado el 29 de septiembre del año pasado, 7 de las 13 plazas ofertadas quedaron desiertas, correspondientes a labores de jefe de sección, jefe de negociado y auxiliar de registro. Tras el fracaso, la agencia volvió a lanzar un nuevo proceso el pasado 29 de mayo, que se resolvió hace unos días con idéntico fracaso: de los 12 puestos ofertados, 7 no fueron adjudicados "por la falta de solicitudes", según reconocía la resolución publicada en el propio BOE hace unos días. Llama la atención que cuatro de los códigos para identificar las vacantes coinciden con los de la convocatoria anterior. En otras palabras: cuatro plazas han quedado desiertas por segunda convocatoria consecutiva.

La jefa de sección de contratación accedió al puesto con menos de la mitad de la puntuación

El número de solicitudes es tan bajo que en el último concurso solo hubo seis que cumpliesen los requisitos. Es decir, solo uno de los aspirantes se quedó sin plaza. La necesidad de cubrir las vacantes incluso ha dado lugar a situaciones delirantes en cualquier otro proceso. La nueva jefa de sección de contratación accedió al puesto tras obtener menos de la mitad de la puntuación total en la evaluación de méritos, pero se benefició de haber sido la única candidata que se presentó. Llama la atención, pero nadie puede discutir la legalidad de la adjudicación, ya que obtuvo una puntuación superior a la mínima en los dos apartados en los que se requería.

En los cafés y corrillos del BOE, la impotencia para cubrir las vacantes es un tema de conversación habitual, y existe un cierto consenso en señalar el aislamiento y la falta de difusión en el resto de la Administración como la causa principal. Una trabajadora con dos años y medio de experiencia en el organismo sentencia: "El BOE es el gran desconocido". Sin embargo, niega que la institución actúe de forma opaca: "Es tan fácil como levantar el teléfono y preguntar. Ha pasado que me ha llamado gente del concurso para venir, han estado aquí y se han convencido".

Muy lejos de todo

A veces, ni siquiera eso resulta suficiente. La localización de la sede principal, donde se encuentra la Imprenta Nacional, además de las oficinas centrales, es otro de los factores que disuaden a los posibles candidatos. El edificio, que acoge a unos 200 trabajadores, se sitúa en el número 54 de la avenida de Manoteras, en Sanchinarro, uno de los nuevos desarrollos urbanísticos del norte de la capital, enclaustrado entre la autovía A-1 y las circunvalaciones M-11 y M-40. Para quienes no conozcan Madrid, tres referencias: está fuera de la famosa M-30, que delimita el centro de la ciudad, al otro lado de las vías del tren y a 10 kilómetros de la Puerta del Sol. Lejos, muy lejos —sobre todo psicológicamente— de Nuevos Ministerios, el privilegiado enclave donde trabajan la mayoría de los funcionarios de la AGE.

"No siempre haces lo mismo. La gente está satisfecha con su trabajo y no es rutinario. Si se queda tiempo en la agencia es por algo"

En cualquier caso, resulta difícil ponderar la influencia de este factor, teniendo en cuenta que hay conexión de cercanías, metro ligero y línea de autobuses, y que en una ciudad como Madrid estas distancias son habituales. "A mí me pilla cerca, vivo al lado y siempre fue mi objetivo, En caso contrario, no me lo hubiera planteado para nada. No conocía la agencia estatal. Conocía la publicación, pero no lo que hay detrás", añade la trabajadora, que ha visto cómo su compañera de la mesa de al lado ha promocionado recientemente sin que su puesto se haya podido cubrir.

Las carreras profesionales en el BOE suelen ser largas, y muchos cambian de puesto internamente. Si se van, suele ser por un ascenso hacia otro organismo de la AGE, y es ahí cuando surgen los problemas para reponer las plazas con otros trabajadores. La mayoría de empleados, de hecho, son funcionarios de carrera. No hay interinos, aunque también abunda el personal laboral en puestos más técnicos, como los de la imprenta, que sigue editando algunas publicaciones, pese a que ya no existen las antiguas rotativas: desde el 1 de enero de 2009, el BOE no se imprime diariamente en papel, y solo se puede consultar a partir de las ocho de la mañana en la página web.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Ivana Andrés y el resto de la selección femenina de fútbol. (EFE/Juan Carlos Hidalgo).

Los trabajadores se organizan en tres turnos (mañana, tarde y noche) para estar preparados ante cualquier urgencia, como sucedió durante los decretos agónicos de la pandemia. Sin embargo, los servicios que ayudan a proporcionar van mucho más allá de la rutina que la mayoría de los lectores estará pensando. Además de la edición, publicación y difusión del BOE y el Borme (Boletín Oficial del Registro Mercantil), se encargan de preparar la legislación consolidada, una herramienta muy útil en el ámbito jurídico para ver la evolución de las normas a lo largo del tiempo, o las publicaciones de la Imprenta Nacional. También proliferan todo tipo de perfiles laborales que no tienen que ver con las actividades específicas de la agencia, pero que son necesarios para mantener su funcionamiento como organismo autónomo (jefes de contratación, jefes de control de pagos, etc.).

En resumen: quienes piensan que el BOE es un nido de lingüistas y juristas grises que se dedican a corregir los errores de los políticos, se equivocan. "No siempre haces lo mismo. En general, la gente está satisfecha con su puesto de trabajo y no es rutinario. Si se queda tiempo en la agencia es por algo", añade la empleada, que tiene una función muy alejada a la que el imaginario colectivo asociaría con el Boletín Oficial del Estado. Puede que el tedio sea uno de los factores que disuada a los posibles aspirantes, pero, de ser así, no dejaría de tratarse de un prejuicio que no se corresponde con la realidad.

De vez en cuando incluso hay salseo, y el BOE sale en las noticias por errores propios o ajenos. Un motivo más para quienes decidan animarse a salir de la M-30 para trabajar en un sitio interesante —o al menos enigmático—, con buen ambiente y condiciones laborales… pero que no encuentra a funcionarios dispuestos a pedir el traslado. A ver si a la tercera va la vencida.

Nadie quiere trabajar en el BOE. El Boletín Oficial del Estado no encuentra personal para cubrir las plazas que oferta. En los dos concursos lanzados en el último año, la mayoría de los puestos han quedado vacantes. Incluso algunos lo han hecho por segunda vez consecutiva, pese a los pocos meses que han separado ambas convocatorias. El organismo público encargado —entre otras funciones— de difundir la actividad normativa del Estado tiene una plantilla muy envejecida, pero con una estancia muy larga en la institución por su buen ambiente y condiciones laborales. ¿Por qué resulta imposible, entonces, reponer las plazas de los pocos que se van con otros funcionarios de la Administración General del Estado (AGE)?

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