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Becas de prácticas: la telaraña que atrapa a los jóvenes españoles en la precariedad
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"El mercado laboral se ha precarizado"

Becas de prácticas: la telaraña que atrapa a los jóvenes españoles en la precariedad

En lo que va de año, solo 8 de cada 100 convenios de formación se han convertido en contratos indefinidos. Una cifra más positiva para los becarios en prácticas: el porcentaje que lo consigue sube al 28%

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"Estuve desde septiembre hasta marzo buscando, sin éxito, un convenio de formación antes de terminar la carrera en junio. Después, si no tienes convenio, hay muchas empresas que no te van a querer". Carlos, nombre ficticio, acaba de terminar una carrera de cinco años en el ámbito comunicacional. Ha realizado tres convenios de formación y habla tres idiomas. Aun así, la consultora donde lleva más de medio año trabajando le ha pedido seguir otros seis meses, aunque esta vez con un contrato de prácticas y un curso pantalla: "Haces un curso 'online', a tu ritmo, y te sale más barato por adquirirlo a través de la empresa". Con este curso de negocios, por el que ha pagado 150 euros, Carlos consigue lo que con la universidad no: seguir más de las 900 horas máximas en la misma empresa.

El de Carlos es uno de esos casos en los que ese contrato de prácticas, que empieza este mismo agosto, podría darle acceso a un contrato indefinido en la empresa. Sin embargo, los datos del SEPE en lo que va de año subrayan que únicamente el 28% de los becarios acaba consiguiendo ese contrato indefinido al fin de sus prácticas. ¿Y para los estudiantes con convenio? La cifra es más pesimista, solo 8 de cada 100 lo consiguen.

Unos datos que, en 2020 (y pese, o gracias, a la pandemia), eran más alentadores, alcanzando al 50% de los becarios, según el promedio, en lugar de al 28,6% de este 2021 —teniendo en cuenta que solo hay datos hasta junio—. Para los estudiantes en prácticas, la tasa de convertidos a indefinidos sí ha mejorado, aunque solo cuatro puntos porcentuales por encima de la del año de la pandemia. Estas bajas tasas de conversión se deben, según el portavoz de RUGE Eduardo Magaldi, a que en España se utilizan estos contratos para "ahorrarse salarios". Un objetivo y una cultura muy diferente a la de Alemania, que destaca como ejemplo de "apuesta por un modelo de formación real" con su Formación Profesional Dual, frente a una España donde "expulsan" a la persona de la empresa y "meten a otra a hacer exactamente lo mismo".

Desde la Fundación Universidad-Empresa (FUE), focalizados en encontrar programas formativos para recién titulados universitarios, destacan que la realidad es que estos acuerdos de formación deberían derivar en la posibilidad de incorporar a los graduados a sus plantillas. "Son muchas las empresas que apuestan por la posibilidad de incorporación posterior a través de un contrato laboral, aunque nos encontramos ante una época de incertidumbre en el ámbito de recursos humanos que, en muchos casos, ralentiza estas apuestas", lamenta su directora de operaciones.

Aunque lo cierto es que, ya en 2019, la tendencia era a la baja con respecto a los cinco años anteriores, tanto para los convenios de formación, como para los contratos de prácticas. Lo que sí es reseñable es que, en 2014 y 2015, los convenios eran mucho más numerosos que los contratos de prácticas y, en 2016, esos números se invierten. Estamos hablando de 139.864 convenios de formación en 2014, frente a los 39.435 que había prepandemia: "Entonces las empresas preferían un contrato de formación antes que uno de prácticas porque tenían más bonificaciones en cuanto a los pagos a la Seguridad Social", aclara Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de Economía y Empresa de la UOC.

"Muchos días trabajaba hasta doce horas en la oficina, haciendo lo mismo que el resto o incluso más, solo que por 600 euros al mes"

La pregunta que surge de estos datos es si actualmente las becas no laborales están cumpliendo con su función de "trampolín" hacia la inserción laboral de los jóvenes españoles. "El mercado laboral ha cambiado y se ha precarizado y las irregularidades han aumentado dentro de este marco de extrema flexibilización, extrema competencia y tendencia general a los abusos", explica Pablo Sanz de Miguel, investigador de Notus, profesor asociado de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de 'Falsos autónomos y falsos becarios: una aproximación institucional al caso español'.

Esa precarización de la que también habla el Sindicato de Enseñanza de la CNT-AIT es uno de los motivos por los que es complicado detectar las irregularidades: "Muchos días trabajaba hasta doce horas en la oficina, haciendo lo mismo que el resto o incluso más, solo que por 600 euros al mes", cuenta un recién graduado en Administración y Dirección de Empresas. Si no se quejó, explica, fue "por si dinamitaba mi oportunidad de quedarme en la empresa". Y es que España es el país de la OCDE con más jóvenes desempleados de entre 15 y 24 años. Dato que se ve drásticamente apoyado por el 22,3% de 'ninis' de entre 20 y 34, según las últimas cifras de Eurostat.

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Otro de los motivos es la dificultad que tiene la Inspección de Trabajo para llegar a todos los casos, sobre todo en las Pymes. De los 3.865 centros visitados por Trabajo entre agosto de 2018 y diciembre del 2020, se regularizó a 3.326 'falsos becarios', es decir, en el 86% de los centros visitados había al menos un caso de fraude laboral. "Hay que poner el foco en anticiparse, no solo en reaccionar, y para eso hay que cambiar la estrategia de las inspecciones de Trabajo", subraya el sociólogo.

La complicación surge de distinguir entre lo que es formación y lo que es empleo. "Entendemos que el tema de las becas es una forma de inserción en el mercado laboral precaria que se utiliza sobre todo para puestos cualificados o semicualificados", apuntan desde el Sindicato de Enseñanza de la confederación. Añaden que lo de aportar formación es una "excusa" para pagar menos por el mismo trabajo que hace un empleado regular, ya que en todos los empleos es necesaria una formación continua y las tareas que muchas veces realizan estos becarios son "muy similares" a las de un trabajador en plantilla. Según Ruiz-Dotras, "este tipo de contratos se llevan a cabo por el ahorro que le supone a la empresa y la facilidad de incorporar a gente nueva sin tener la necesidad de hacerlos indefinidos".

"Hay jóvenes que transitan de una beca a otra y no acceden a un empleo de calidad hasta a lo mejor los 35 años"

De hecho, RUGE, la organización sindical de la UGT, calcula que las prácticas no laborales realizadas por más de 866.000 personas en 2018 supusieron una pérdida en salarios superior a los 4.251 millones y de 1.594 en cotizaciones a la Seguridad Social. Son datos del último informe publicado por RUGE.

¿Otro problema? Que la juventud se acabe quedando atrapada en las becas. "Hay jóvenes que transitan de una beca a otra y no acceden a un empleo de calidad hasta a lo mejor los 35 años", lamenta Sanz de Miguel. Este es el caso de Nico: es publicista, tiene casi 26 años y hace un mes que terminó su último contrato (temporal). Relata vía telefónica que la situación ha estado complicada y que no ha visto "muchos contratos de calidad". "Casi siempre he estado de prácticas, cubriendo una sustitución o, en este último caso, con un contrato temporal de tres semanas", destaca.

Magaldi detalla que muchas ofertas de prácticas no laborales captan a los graduados con el 'compromiso' de: "Si lo haces bien, te acabo contratando". A veces, incluso a través de portales de empleo, como El Mundo del Becario, que no tienen permitido "hacer intermediación en prácticas no laborales" y que está registrada como Agencia de Colocación.

"No podemos hablar de modernizar el Estatuto de los Trabajadores y dignificar el empleo y no abordar las becas no laborales"

A la hora de incentivar la contratación de los becarios, existen una serie de beneficios en el pago de las cotizaciones a la Seguridad Social de aquellos que se conviertan en indefinidos, según las fuentes consultadas. Concretamente, la entidad contratante tendrá derecho a beneficiarse durante tres años de una bonificación de 500 euros anuales en el caso de los hombres, y de 700 en el de las mujeres, descontables de la cuota a la Seguridad Social. Sin embargo, a la vista de los datos, tampoco es lo suficientemente atractiva.

Ahora, la propuesta del Gobierno es limitar el tiempo máximo de las prácticas laborales (diferentes a las que venimos detallando) a un año y a una única empresa y equiparar su remuneración a la fijada en el convenio colectivo para un empleado regular con las mismas funciones y en el mismo grupo profesional. Con esta segunda redacción del artículo 11 del Estatuto de los Trabajadores se pretende terminar con los contratos encadenados que llevan a los estudiantes de una beca a otra, y mejorar su remuneración mensual. Este medio se ha puesto en contacto con el Ministerio de Trabajo y el Consejo Económico y Social, pero no ha obtenido respuesta.

"No podemos hablar de modernizar el Estatuto de los Trabajadores y dignificar el empleo y no abordar las becas no laborales", remarcaba Magaldi.

Y es que el Plan de Choque por el Empleo Joven de 2018, donde se acordaba establecer un Estatuto de las Prácticas No Laborales y atajar este problema con un nuevo marco regulador, no se ha cumplido dos años y medio después de aquella mesa de Diálogo Social.

"Estuve desde septiembre hasta marzo buscando, sin éxito, un convenio de formación antes de terminar la carrera en junio. Después, si no tienes convenio, hay muchas empresas que no te van a querer". Carlos, nombre ficticio, acaba de terminar una carrera de cinco años en el ámbito comunicacional. Ha realizado tres convenios de formación y habla tres idiomas. Aun así, la consultora donde lleva más de medio año trabajando le ha pedido seguir otros seis meses, aunque esta vez con un contrato de prácticas y un curso pantalla: "Haces un curso 'online', a tu ritmo, y te sale más barato por adquirirlo a través de la empresa". Con este curso de negocios, por el que ha pagado 150 euros, Carlos consigue lo que con la universidad no: seguir más de las 900 horas máximas en la misma empresa.

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