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La inflación llega al súper: los precios de la alimentación escalan durante el coronavirus
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La mayor subida desde la burbuja

La inflación llega al súper: los precios de la alimentación escalan durante el coronavirus

A pesar de la caída del IPC general, el precio de la alimentación está experimentando una de las mayores subidas de las últimas décadas por los problemas de oferta y el aumento de la demanda

Foto: Cajera de un supermercado de Zaragoza. (EFE)
Cajera de un supermercado de Zaragoza. (EFE)

Uno de los efectos secundarios de la crisis del coronavirus es que ha despertado el temor a la deflación en los países desarrollados. En España, el IPC registró en abril su primer descenso interanual en casi cuatro años, situándose en un -0,7%. La paralización de la oferta y la demanda en decenas de sectores, unida al hundimiento del precio del crudo, está llevando a los precios a enfilar terreno negativo.

Sin embargo, la realidad con la que se encuentran los españoles cuando van al supermercado es muy diferente. Los precios de los alimentos están escalando con fuerza en las últimas semanas, como ponen de evidencia los datos desagregados del IPC que ofrece el INE. La realidad muestra que el aumento de la demanda y la subida de los costes intermedios están generando tensiones inflacionistas en los precios de los bienes de primera necesidad.

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En concreto, el precio de la cesta de alimentos registró una subida del 4,1% en abril respecto al mismo mes del año anterior. Una escalada que no se veía desde los años de la burbuja inmobiliaria (sin contar el 'efecto IVA' de 2012). La subida la lideran los productos frescos, que son los que han tenido una elevada demanda por parte de los hogares y que requieren que las cadenas de valor funcionen de forma ágil para llevar el producto del lugar de producción al de venta de forma rápida.

De toda la cesta de productos y servicios que monitoriza el INE, los alimentos son, con diferencia, el grupo que más se está encareciendo con el coronavirus (al margen de subidas puntuales de productos concretos). Esto muestra que los bienes de primera necesidad, que son los que necesitan todos los hogares, han sufrido las presiones inflacionistas derivadas del incremento de la demanda y el encarecimiento de la oferta.

El encarecimiento de los productos en los supermercados contrasta con la situación en los mercados mayoristas, que no han sufrido esta fase inflacionista. Los precios mayoristas de la alimentación se ha mantenido estables durante las últimas semanas, según muestran las estadísticas de Mercasa. Esto significa que la inflación no responde a un aumento de los precios de los productores, sino que es el resultado de las decisiones de los supermercados. Por ejemplo, en el caso de las frutas frescas, el INE recoge que los precios se han disparado un 12% en comparación con el mismo mes del año anterior. Sin embargo, el precio de manzanas, fresas, plátanos o limones se mantienen en línea con los precios del año anterior.

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Los supermercados han experimentado un fuerte aumento de las ventas en las últimas semanas como consecuencia de las medidas de confinamiento. Las familias han tenido que sustituir los restaurantes por la comida casera, lo que hace que el proveedor haya cambiado, de los mercados mayoristas a los supermercados. Se ha producido así un aumento de la demanda que ha generado presiones inflacionistas en las cadenas. Pero, al mismo tiempo, estas empresas han tenido que adoptar medidas adicionales de higiene y limpieza que han encarecido los costes. El resultado de los problemas de oferta y el aumento de la demanda se ha convertido en mayores precios para el consumidor. Y las limitaciones a la movilidad han reducido la competencia entre cadenas, lo que ha contribuido a que la transmisión de los costes al precio final haya sido especialmente rápida.

De la huerta al plato

Todas las rúbricas del sector de la alimentación están encareciéndose en estos meses con la excepción de los aceites, cuyo almacenaje es más sencillo y que siguen sufriendo las consecuencias de los aranceles de EEUU. En concreto, el precio de los aceites se ha desplomado un 7% en el último año, con el aceite de oliva sufriendo un desplome del 10%.

Foto: Tiendas cerradas en Madrid durante las primeras semanas del estado de alarma. (EFE)

El resto de rúbricas, todas se encarecen. Las principales subidas se están produciendo en los productos de la huerta. Las familias han aumentado considerablemente el consumo de estos productos ahora que tienen tiempo para cocinar y están concienciadas con hacer una buena alimentación durante la cuarentena. El precio de la fruta fresca se ha disparado un 13% en abril respecto al mismo mes del año anterior. En el caso de las hortalizas y las legumbres, la subida en el último mes ha superado el 10%. Sin embargo, la subida de precio respecto al año 2019 es menor, ya que el sector viene de meses complicados de caídas de precios, lo que provoca que la inflación en tasa anual sea del 6%.

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La escalada de los precios también está siendo intensa en las carnes. El porcino se ha disparado un 8% en el último año; la carne de ave, un 5%, y el ovino, un 3%. También ha aumentado el precio del pescado en estas semanas en las que la recogida se ha complicado por las medidas de distanciamiento. El precio del pescado fresco y congelado ha escalado un 9% respecto a abril de 2019.

La subida de precios de los alimentos frescos ha sido muy superior al de los productos procesados, cuya subida en abril fue del 2%. Por ejemplo, los zumos de frutas han subido un 1,7%, las salsas y condimentos un 1,8% y las legumbres y hortalizas congeladas un 1,9%.

Todo apunta a que la inflación de los alimentos se mantendrá como consecuencia de que las medidas de confinamiento siguen vigentes. No será hasta finales de junio, como pronto, cuando las restricciones se eliminen y comience la ‘nueva normalidad’. E, incluso en ese escenario, se mantendrán limitaciones, en especial en el turismo y la restauración. No es difícil prever que las escenas de restaurantes llenos al mediodía tardarán en volver. Eso significa que los españoles tendrán que seguir bajando al supermercado, por lo que se mantendrán las presiones inflacionistas de demanda, aunque se vayan aliviando las de oferta.

Uno de los efectos secundarios de la crisis del coronavirus es que ha despertado el temor a la deflación en los países desarrollados. En España, el IPC registró en abril su primer descenso interanual en casi cuatro años, situándose en un -0,7%. La paralización de la oferta y la demanda en decenas de sectores, unida al hundimiento del precio del crudo, está llevando a los precios a enfilar terreno negativo.

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