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Invertir no es solo para ricos: así puedes mover tu dinero
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Invertir no es solo para ricos: así puedes mover tu dinero

Si crees que invertir es solo para personas con muchos conocimientos sobre inversión o un patrimonio muy grande, olvídalo. Conoce cuatro puntos clave que tener en cuenta antes de empezar

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Hay una creencia popular que mucha gente tiene en la cabeza: invertir es de ricos, los demás están (estamos) excluidos. Hay muchas personas que cuentan con estabilidad laboral, cierto colchón económico y cierto pulso financiero que dan por hecho que la inversión no es algo a su alcance. O que piensan que los mercados y los asesores financieros les rechazarán por no estar en un escalón lo suficientemente alto a nivel económico.

Sin embargo, la inversión puede estar al alcance de muchos ciudadanos. Si alguna vez te has planteado invertir pero piensas que los inversores solo son esas personas que se pasan el día mirando complejas pantallas con subidas y bajadas de valores, olvida el cliché. Estas son las cuatro preguntas que debes hacerte antes de empezar.

¿Por qué me interesa invertir?

Cada cual puede tener sus propios motivos para invertir o no, pero hay una serie de argumentos que ayudan a tomar la decisión. Para empezar, el ahorro. Los números dicen que si el ahorro es tu única forma de conservar el dinero a futuro, al final, el efectivo disponible estará perdiendo valor a medida que la tasa de inflación sea superior a la tasa de interés que esos ahorros estén generando.

Otra buena razón para empezar a invertir es la jubilación. Según el 'Estudio global de inversión' de Schroders, el 75% de los jubilados españoles necesita más dinero del que dispone en su jubilación para vivir holgadamente. En este contexto, es cada vez más importante ahorrar tanto y tan pronto como sea posible, para evitar atravesar circunstancias financieras adversas durante esta etapa.

¿Es mi situación financiera idónea?

A la hora de responder esta pregunta, tenemos que tener en cuenta que, cuando se va a invertir, el corto plazo será nuestro mayor enemigo. Plantéate: ¿es posible que necesites durante los próximos cinco años el dinero que pretendes invertir? ¿Podrías vivir sin (excesivos) apuros financieros los próximos cinco años?

Si la respuesta es que no, quizá no sea buena idea que inviertas. La mayoría de asesores financieros coinciden en que, si estás sopesando invertir, es aconsejable coger un dinero que no vayas a necesitar en un mínimo de cinco años.

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¿Cuánto dinero necesito?

Aquí, de nuevo, la decisión es tuya, pero la cantidad final dependerá de varios factores: ¿qué objetivos tienes? ¿Qué rentabilidad o dinero final esperas obtener cuando desinviertas? ¿Eres arriesgado o conservador?

Podrás elegir entre dos formas de invertir: la primera, apartar una cantidad más o menos voluminosa de dinero y empezar a moverlo; la segunda, reservar un monto fijo de dinero a final de cada mes e incorporarlo a la cartera. Esta opción es muy recomendable, pues las aportaciones periódicas diluyen el miedo a comprar caro y no empezar nunca. Es imposible saber cuándo es el mejor momento para entrar en un mercado: invertir de manera progresiva y constante nos libera de esa infructuosa búsqueda del punto óptimo.

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¿Dónde y cómo debo invertir?

Un consejo importante que deberían seguir absolutamente todos los inversores es: no pongas todos los huevos en la misma cesta. Es decir, diversifica. Con esto, no solo queremos decir que dividas tu capital en diferentes tipos de inversión (renta fija, renta variable...) sino que intentes, en la medida de lo posible, invertir en diferentes regiones y sectores para reducir el riesgo. Esta labor se simplifica bastante a través de un fondo de inversión, donde un profesional se encarga de seleccionar una serie de títulos repartidos entre varias compañías.

El horizonte temporal con el que cuentas será otro aspecto clave a la hora de definir los activos en los que deberías fijarte. Así, no es lo mismo ahorrar para nuestras vacaciones que invertir pensando en obtener un ingreso extra de cara a la jubilación. Cuanto más alejado esté el horizonte de desinversión, más riesgos podrás permitirte, ya que tendrás tiempo suficiente para recuperar las pérdidas (si las hay). De manera simplificada, podríamos decir que invertir en bolsa puede ser una de las opciones más arriesgadas, y optar por los bonos del Estado, una de las alternativas más conservadoras. Obviamente, los retornos que puedes llegar a conseguir con una u otra opción son diferentes, pero también lo son las pérdidas que puedes llegar a sufrir. Por esta razón, inviertas en lo que inviertas, lo importante es estar diversificado.

Hay que diversificar: las inversiones deben ser variadas y no pertenecientes a un mismo sector

Por otro lado, debes averiguar tu perfil de inversor. ¿Cuánto riesgo estás dispuesto a asumir? ¿Podrás asumir la pérdida de todo el capital invertido o prefieres obtener menos rentabilidad sin correr tantos riesgos? A menudo, pensamos que todas las decisiones que tomamos se basan en la lógica, pero la realidad es que muchas veces actuamos por instinto y esto nos puede llevar a grandes errores.

En Schroders, consideran que es tan importante conocer en qué invertimos como conocernos a nosotros mismos, por eso han creado investIQ, una herramienta de educación financiera y finanzas conductuales que te permite analizar tu perfil de inversor, tus fortalezas y tus debilidades, al tiempo que te da consejos para gestionar mejor las tendencias de comportamiento que pueden estar afectándonos a la hora de invertir.

En cualquier caso, siempre es aconsejable acudir a un asesor financiero que te ayude a definir tu perfil de riesgo, tus objetivos y la mejor estrategia a seguir para conseguirlos.

Hay una creencia popular que mucha gente tiene en la cabeza: invertir es de ricos, los demás están (estamos) excluidos. Hay muchas personas que cuentan con estabilidad laboral, cierto colchón económico y cierto pulso financiero que dan por hecho que la inversión no es algo a su alcance. O que piensan que los mercados y los asesores financieros les rechazarán por no estar en un escalón lo suficientemente alto a nivel económico.

Renta variable Renta fija