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Agag intermedió por Nueva Rumasa para la compra de Clesa a la italiana Parmalat
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COMISIÓN VINCULADA AL ÉXITO DE SU GESTIÓN

Agag intermedió por Nueva Rumasa para la compra de Clesa a la italiana Parmalat

Mayo de 2004. Era la época de plena expansión de Nueva Rumasa y los Ruiz-Mateos no escatimaban esfuerzos de ningún tipo. Interesados en la compra del

Foto: Agag intermedió por Nueva Rumasa para la compra de Clesa a la italiana Parmalat
Agag intermedió por Nueva Rumasa para la compra de Clesa a la italiana Parmalat

Mayo de 2004. Era la época de plena expansión de Nueva Rumasa y los Ruiz-Mateos no escatimaban esfuerzos de ningún tipo. Interesados en la compra del productor lácteo Clesa, propiedad de la italiana Parmalat, la familia recurrió los servicios de intermediación del influyente Alejandro Agag, el yerno del entonces presidente saliente del Gobierno, José María Aznar, para que consiguiera engrasar una de sus grandes operaciones corporativas. Convencidos de sus posibilidades, sólo necesitaban llamar a la puerta necesaria.

Los Ruiz-Mateos pensaron que la amistad y la influencia del marido de Ana Aznar con Silvio Berlusconi, que fue uno de los testigos de la boda de El Escorial, podía servir para cumplir su objetivo. Según la documentación a la que ha tenido acceso El Confidencial, el mandato para el joven Agag era conseguir una entrevista personal con Enrico Bondi, comisario extraordinario de Parmalat e interlocutor necesario para conseguir comprar Clesa, la división española de la firma italiana, cuya venta se terminó cerrando en 2007.

Nueva Rumasa estaba obsesionada por hacerse con la división española de Parmalat tras la quiebra de la multinacional transalpina a finales de 2003, pero los italianos apenas prestaban atención alguna a la familia Ruiz-Mateos. Clesa no era en absoluto el mayor de sus problemas. Para conseguir llamar su atención, el patriarca del clan puso en marcha una auténtica ofensiva que le permitiera llegar hasta el despacho de Enrico Bondi, designado como gestor de la compañía después haber rescatado al gigante Montedison de la ruina.

En mayo de 2004, el director del área internacional de Nueva Rumasa, el joven Álvaro Ruiz-Mateos, envió un correo electrónico a Carlos Perrau, exmarido de Begoña Ruiz-Mateos, para preguntarle por el estado de la operación Parmalat. El antiguo integrante de la familia colaboró con su excuñado para este cometido: “Por fin me respondió Alejandro Agag quien, a su vez, había hablado con Bondi, el administrador de Parmalat. Bondi le dijo que han decidido que, por el momento, quieren seguir con Clesa, por lo que no la ponen en venta” (VER CORREO).

La figura del yernísimo

Eurodiputado junto a Ruiz-Mateos y organizador de su campaña electoral, Perrau transmitió a Agag cuál debía ser su papel: “Le pedí que insistiera ante Bondi en que queremos tener una reunión con él, pues nunca se sabe lo que de un contacto personal puedes sacar. Quedó en que lo iba a intentar y creo que lo va a hacer de verdad,  entre otras cosas, porque si no, no cobra nada”. A pesar de la supuesta influencia, las gestiones de Agag “no fueron concluyentes” para comprar Clesa, como sí lograron tres años después. El marido de Ana Aznar ha reconocido a este diario que recibió el encargo de Nueva Rumasa, pero "no se llegó a formalizar ningun contrato de asesoramiento, ni ninguna comision de exito, ya que en aquel momento Parmalat no queria vender".

En esos momentos, hasta la reciente derrota del PP en las elecciones generales de marzo de 2004, el intrépido Agag era uno de los nombres más populares en el mundo de la intermediación de negocios. Aunque trabajaba como agente libre, su tarjeta de yerno de y amigo de importantes políticos y empresarios le hicieron poseedor de una de las agendas de contactos más cotizadas del mercado, con acceso directo a los despachos más relevantes, aunque con la llegada del PSOE convino en mudarse a Londres.

En esos años dorados, con el PP en el poder, por las manos de Agag pasaron operaciones como la del intento de compra de la inmobiliaria Metrovacesa, controlada por el BBVA, por parte del italiano Gaetano Caltagirone, o la venta de los derechos televisivos de la Fórmula 1 en España cuando comenzaba a despuntar un anónimo Fernando Alonso. Además, ejerció de asesor en nuestro país para el banco luso BPN, siendo Durao Barroso presidente de Portugal, y de hombre para todo en gestiones de los más pintorescas.

Berlusconi no fue suficiente

Visto el poco tino de Agag, en julio de 2004 el pequeño de Nueva Rumasa se dirigió por carta a Berlusconi: “Mi nombre es Alvaro Ruiz-Mateos Rivero y tengo 26 años. Soy hijo del empresario José María Ruiz-Mateos, de quien seguramente habrá oído hablar en alguna ocasión puesto que en 1983 sufrió la tremenda e injusta expropiación de RUMASA, el mayor holding privado de España, por parte del gobierno socialista español. Por aquel entonces RUMASA contaba con más de 700 empresas en 30 sectores diferentes de la economía, la mayoría de ellas líderes en su sector, y más de 65.000 puestos de trabajo que desaparecieron casi por completo con la barbarie cometida por el gobierno socialista”.

Después de esta presentación, con una apelación al “impecable certificado de penales de mi padre” y una reseña sobre cómo la familia había vuelto a levantar un conglomerado industrial (VER CARTA COMPLETA), el joven Álvaro reconoce cómo a pesar del viaje a Milán no logró reunirse con Bondi para “poder transmitirle nuestro gran interés por la empresa española CLESA”. Por ello, los Ruiz-Mateos se permiten pedirle la gestión al hombre más poderoso del país: “Me atrevo a escribirle estas líneas a Usted como máxima autoridad en Italia y reconocido y merecido prestigio en el mundo entero, con la absoluta convicción de que solo a través de su persona podremos llegar a un acuerdo por Clesa”.

Pero los Ruiz-Mateos no se conformaron con Agag y Berlusconi. El 31 de octubre de 2005, la familia se dirigió, también por carta, a la jueza Luiguia Ponti, en cuyo juzgado recayó la quiebra de Parmalat. Álvaro Ruiz-Mateos protesta porque el administrador no escucha sus ofertas: “El pasado 22 de Septiembre, realizamos una oferta formal al Sr. Bondi en donde ofrecíamos 180 millones de euros al contado por CLESA (…). A los tres días, recibimos una carta del Sr. Bondi en la que nos indicaba que no tenían interés en la venta. Por este motivo y ante la imposibilidad de entrevistarme en persona con Sr. Bondi, me atrevo a escribirle estas líneas a Usted como una de las máximas autoridades en el caso Parmalat, con la absoluta convicción de que solo a través de su persona podremos llegar a un acuerdo por Clesa”.

Tras muchas insistencias a lo largo de varios años, José María Ruiz-Mateos vio cumplido su sueño de hacerse con Clesa, por la que pagó 188 millones de euros en mayo de 2007. Quizá fue demasiado tarde. Con la crisis en ciernes llamando a la puerta, el negocio del conocido productor lácteo había quedado relegado a un tercer plano ante la pujanza en el mercado de consumo de las emergentes marcas blancas. Con todo, el holding sí tuvo tiempo de hipotecar la central de la compañía, ubicada en el norte de Madrid, antes de que todo quebrara.

Mayo de 2004. Era la época de plena expansión de Nueva Rumasa y los Ruiz-Mateos no escatimaban esfuerzos de ningún tipo. Interesados en la compra del productor lácteo Clesa, propiedad de la italiana Parmalat, la familia recurrió los servicios de intermediación del influyente Alejandro Agag, el yerno del entonces presidente saliente del Gobierno, José María Aznar, para que consiguiera engrasar una de sus grandes operaciones corporativas. Convencidos de sus posibilidades, sólo necesitaban llamar a la puerta necesaria.