Ulibarri pretendía sacar a bolsa el Grupo Begar cuando facturase 1.000 millones
Los planes de futuro han pasado a mejor vida. Hasta hace poco más de un año, antes de que el ‘caso Gürtel’ estallara en los municipios
Los planes de futuro han pasado a mejor vida. Hasta hace poco más de un año, antes de que el ‘caso Gürtel’ estallara en los municipios madrileños de Boadilla del Monte y Majadahonda, el empresario José Luis Ulibarri se las prometía muy feliz. El grupo de empresas que aglutinaba bajo el paraguas de su constructora Begar iba camino de facturar los 1.000 millones de euros, la meta que este leonés se había marcado para que antes de 2011 su holding fuera una sociedad cotizada en el mercado de capitales.
Desde su implicación como imputado en la instrucción del ‘caso Gürtel’, el fundador de Begar ha desaparecido de la escena pública. Ulibarri guarda un mutismo medido, como reconocen desde su entorno. Espera su turno hasta que se levante el secreto de sumario, paso previsto para este mismo martes, fecha en la que empezara a repartirse entre las defensas de los imputados el texto que recoge las actuaciones presuntamente delictivas de la trama encabezada por Francisco Correa, Pablo Crespo y Antoine Sánchez.
Hasta que el polvorín de Gurtel estalla en la opinión pública en febrero de 2009, el grupo de empresas de Ulibarri, con la constructora a la cabeza, trataba de sortear como el resto de grande contratistas los efectos de la crisis. Hasta entonces, el empresario leonés veía como todos los negocios que iniciaba, cada vez más variados, prometían éxitos garantizados, además de una proyección y notoriedad pública y política imparable. Consolidado como poder fáctico en Castilla y León quería conquistar nuevos espacios.
Según datos de la propia compañía, Grupo Begar cerró 2008 con una facturación total de casi 700 millones de euros, de los que casi 500 millones los aportaba la constructora, que además contaba con una cartera de obras contratadas por valor de 800 millones. Sin embargo, en menos de un año, Begar Concesiones y Contratas no ha podido sortear el concurso de acreedores, después de que el nombre de Ulibarri quedara asociado a la trama Gurtel a ojos de su principal cliente, las administraciones públicas.
Al margen de la obra pública, Ulibarri contaba con una división inmobiliaria, con desarrollos en mercados como China y Polonia, que representaba cerca de un 15% de los ingresos del grupo. Precisamente, es a través de la promotora UFC como Ulibarri aparece vinculado a una de las actuaciones de la trama en territorio de Boadilla del Monte. Allí aterrizó de la mano del equipo de Correa, a quien conocía personalmente y con quien además compartía intereses, junto a otros empresarios, en una sociedad de inversión.
Este tropiezo precipitó la caída del aparejador, que tenía diversificado su emporio con intereses en campos tan variados como el de las telecomunicaciones (la operadora de cable Ono) y las concesiones administrativas (gestión hospitalaria, transporte urbano, aparcamientos, tratamiento de aguas, servicios logísticos), además de participar en sociedades vitivinícolas nacionales (Bodega del Abad, en la región del Bierzo) e internacionales (Bodegas Fournier, con viñedos en Argentina, Chile y Portugal).
Dueño de un pequeño holding de medios de comunicación
Mención aparte requiere su incursión en el mundo de los medios de comunicación. Presente en el negocio de la prensa de papel a través de varias cabeceras regionales, pagó más de 30 millones de euros para hacerse con el Diario de León antes de las elecciones autonómicas de 2007. Además, es copropietario de la televisión autonómica de Castilla y León, socio y accionista de Punto Radio y explota varios canales de televisión digital terrestre en la Comunidad de Valencia a través de Mediamed.
La salida a bolsa era el fin natural del holding montado por Ulibarri. Por un lado, resolvía la cuestión de la sucesión familiar, dejando a sus herederos como principales accionistas de un grupo gestionado de manera profesional, al que había incorporado durante los últimos años a consejeros de la talla del ex presidente de la CNMV, Luis Carlos Croissier, o del financiero Rafael del Valle. Por otro, monetizaba parte de su fortuna, construida a base de obra pública, ladrillo y medios de comunicación.
Los planes de futuro han pasado a mejor vida. Hasta hace poco más de un año, antes de que el ‘caso Gürtel’ estallara en los municipios madrileños de Boadilla del Monte y Majadahonda, el empresario José Luis Ulibarri se las prometía muy feliz. El grupo de empresas que aglutinaba bajo el paraguas de su constructora Begar iba camino de facturar los 1.000 millones de euros, la meta que este leonés se había marcado para que antes de 2011 su holding fuera una sociedad cotizada en el mercado de capitales.