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La épica de Alcaraz tras perder, lesionado, en Río y por qué ya recuerda a los grandes del tenis
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SE ROMPIÓ EN EL SEGUNDO SET

La épica de Alcaraz tras perder, lesionado, en Río y por qué ya recuerda a los grandes del tenis

El español estuvo muy cerca de firmar un milagro en Río, donde jugó lesionado buena parte de la final, pero incluso pudo ganarla, pese a no poder moverse durante muchos minutos. Peleó hasta la extenuación y acarició el título

Foto: Carlos Alcaraz, cariacontecido tras lesionarse y perder la final de Río. (Reuters/Sergio Moraes)
Carlos Alcaraz, cariacontecido tras lesionarse y perder la final de Río. (Reuters/Sergio Moraes)

Carlos Alcaraz tiene motivos para sonreír, pese a perder en la final de Río de Janeiro. El tenista español ha comenzado la temporada de manera casi perfecta, ganando prácticamente todo lo que ha jugado desde que volvió a las pistas tras cuatro meses fuera por lesión. Después de ganar los cuatro partidos que le convirtieron en campeón en Buenos Aires, el murciano no pudo repetir en Brasil... donde una lesión le apartó del título ante Cameron Norrie, a pesar de tirar de épica.

El español cayó derrotado por 5-7, 6-4 y 7-5, en un partido muy igualado que terminó decantándose del lado del británico después de la lesión del murciano. Corría el segundo set cuando notó un pinchazo en su pierna derecha que le impedía moverse en pista. A pesar de ello, no solo no se retiró, sino que peleó hasta el final e incluso tuvo opciones de llevarse el partido, donde solo la mayor capacidad de Norrie para mover de lado a lado a su rival le permitió hacerse con el triunfo.

Foto: Carlos Alcaraz, en el torneo de Río. (EFE/André Coelho)

"Estoy muy orgulloso de mí mismo, no podría haber imaginado un mejor inicio de temporada para mí", afirmaba el español antes de la final. Y lo cierto es que puede estarlo, pues lo que hizo en la final solo lo pueden conseguir los más grandes: jugando cojo, literalmente, sin poder moverse y solo apoyado en su derecha, consiguió sobrevivir en pista más de una hora e, incluso, acariciar el título, que se escapó por detalles. O, lo que es lo mismo, porque Alcaraz, lesionado, no pudo dar más de sí.

Arrastrando claramente la pierna, con una cojera que apunta a una lesión muscular que puede ser importante, el murciano sacó todo su carácter para vaciarse en la pista con lo poco que tenía. Y, a pesar de ello, no se rindió en ningún momento y puso en serios apuros a un Norrie que se llevó el triunfo simplemente por su capacidad de moverse por la pista. Aun así, lo pasó mal y el español, agarrándose como los grandes de la historia, dio una lección de resiliencia en la pista.

"El calendario es muy exigente. Llevo 15 días jugando al máximo nivel, sin parar ningún día. Al final, jugando partidos como el de este domingo, aparecen algunas molestias y te notas cosas. Por prevenir, pides el fisio y te vendan la pierna, pero he sentido dolor en el mismo músculo donde he tenido la lesión el mes pasado. Es difícil de asumir, aunque intenté jugar a mi mejor nivel pese a ese contratiempo", explicaba el español después de la final ante Norrie.

Alcaraz ha demostrado ser muy consistente con el saque, seguro desde el fondo de la pista y agresivo al resto, pero su principal virtud es su capacidad para no rendirse nunca y encontrar una manera de seguir peleando incluso en los peores momentos. De hecho, un dato que confirma su facilidad para saber calmarse, ser frío de mente y entender cuál es el momento de la verdad son sus datos en los tie-breaks, donde se confirma como uno de los mejores en esa faceta.

Según los datos de la ATP, Alcaraz ha disputado un total de 62 desempates desde que es profesional, de los que ha ganado 37 y perdido 25. O, lo que es lo mismo, tiene un 59% de fiabilidad en esta suerte, donde solo le superan tres jugadores del circuito: Novak Djokovic (65%), Rafa Nadal (61%) y Felix Auger-Aliassime (60%). Así, a pesar de ser un recién llegado y de su insultante juventud, puede presumir de ser uno de los jugadores más seguros cuando se la juega en el tie-break.

placeholder Alcaraz se retira el vendaje tras caer lesionado. (Reuters/Sergio Moraes)
Alcaraz se retira el vendaje tras caer lesionado. (Reuters/Sergio Moraes)

De hecho, su capacidad para sacar adelante los partidos en la muerte súbita, precisamente en el momento en el que más puede temblar el pulso —especialmente si eres un recién aterrizado en el tenis profesional—, sirve para hacerse una idea de la fortaleza mental que tiene Alcaraz, uno de esos jugadores que nunca se dan por vencidos, que pelean cada bola hasta la extenuación, tal y como quedó confirmado este domingo en la final del Abierto de Río de Janeiro.

Son numerosos los ejemplos de jugadores talentosos, capaces de hacer locuras con la raqueta, pero que, cuando vienen mal dadas, no son capaces de reaccionar, se bloquean y se dejan llevar hacia la derrota cuando tenían el partido ganado. Pero Alcaraz puede presumir de todo lo contrario: es consciente de que su cabeza es su motor, la que complementa su enorme juego y, por eso, cada vez está más cerca —si no está ya— de los grandes del tenis. Y tiene un enorme margen de mejora.

No en vano, tras ganar el US Open la pasada temporada, logró convertirse en el jugador más joven de la historia en ser número uno del mundo. Es cierto que este logro le pesó demasiado, pero las lesiones le sirvieron para resetear y volver a recordar lo que necesita si quiere hacer historia en el tenis. De momento, ya suma un título y una final, donde solo una lesión le apartó de la victoria. Alcaraz —si su cuerpo se lo permite— está de vuelta y tiene motivos para estar orgulloso.

Carlos Alcaraz tiene motivos para sonreír, pese a perder en la final de Río de Janeiro. El tenista español ha comenzado la temporada de manera casi perfecta, ganando prácticamente todo lo que ha jugado desde que volvió a las pistas tras cuatro meses fuera por lesión. Después de ganar los cuatro partidos que le convirtieron en campeón en Buenos Aires, el murciano no pudo repetir en Brasil... donde una lesión le apartó del título ante Cameron Norrie, a pesar de tirar de épica.

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