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Las cuentas que seguirán pendientes entre Nadal y Nick Kyrgios: enfado y 'vendetta' en Wimbledon
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Rafa dijo adiós al torneo

Las cuentas que seguirán pendientes entre Nadal y Nick Kyrgios: enfado y 'vendetta' en Wimbledon

La retirada del español nos priva de verle enfrentarse al 'bad boy' del tenis mundial, quien arrastra problemas físicos en su hombro, pero que estará en la final del próximo domingo

Foto: Kyrgios, preparando la final. (Reuters/Matthew Childs)
Kyrgios, preparando la final. (Reuters/Matthew Childs)

Rafa Nadal no estará en la gran final de Wimbledon. La lesión en el abdomen, una rotura de siete milímetros, le condiciona demasiado en su juego y, tras pensárselo, junto a los suyos, el balear decidió retirarse. Nick Kyrgios, el 'bad boy' del tenis mundial que llega jugando a un altísimo nivel; estará en su primera final de un Grand Slam tras la retirada de Nadal, donde ya espera a Cameron Norrie o Novak Djokovic. El adiós de Rafa nos evita ver una 'vendetta' de lo sucedido en 2019: un pub y una lección que se le quedaron grabados a fuego al australiano y que le han hecho llegar al punto en el que se encuentra en la actualidad.

Desde que Kyrgios llegara al circuito ATP, todo el mundo pronto descubrió que no se trataba de un tenista normal. Jugador enormemente talentoso, pero poco consistente y, sobre todo, poco centrado en el tenis, lo tenía todo para ser una raqueta de primerísimo nivel… pero eligió otros menesteres. Deportista de mecha corta, que se calentaba con facilidad en la pista, con habilidad para estallar contra los demás cuando las cosas no le salían bien y, sobre todo, no demasiado profesional, era más habitual verle dando la nota y el espectáculo en pista que logrando grandes éxitos para recordar.

Foto: Nadal se despide de la pista central tras ganar los cuartos de final de Wimbledon. (REUTERS/Hannah Mckay)

Así, el australiano tenía facilidad para salirse de los partidos con el más mínimo motivo: con un juez de línea, un grito de un rival, una corrección del 'umpire', un silbido del público… Cualquier razón era buena para hacerle perder el control. Ya ante Nadal había tenido varios enganchones previos, pues le imitó en pista, le envío varios pelotazos desde la red, criticó al juez de silla en su presencia afirmando que tenía trato de favor hacia el balear e, incluso, se rio de sus manías. Pero todo estalló en 2019, donde ambos jugadores se enfrentaron en segunda ronda de Wimbledon y donde el español le 'mandó' un mensaje claro.

Los dos jugadores se vieron las caras en un partido donde el español necesitó cuatro sets para eliminarle, pero en el que la tensión entre ambos se hizo patente. Especialmente, en el momento del partido en el que Kyrgios comenzó a protestar airadamente por entender que Nadal perdía demasiado tiempo entre punto y punto. Y la situación terminó de explotar cuando, tras una subida a la red de Nadal, Kyrgios lanzó la bola contra el cuerpo de su rival, impactando contra él y, por supuesto, sin pedirle perdón por el feo gesto. De hecho, en la propia rueda de prensa posterior al partido, fue claro: "Gané el punto. No me importa. No tengo por qué disculparme".

Solo unos minutos después, cuando compareció Nadal, le dejó una lección que le cambió de por vida: "Tiene muchos buenos ingredientes, pero le falta uno muy importante que es el amor y la pasión por este deporte. Potencialmente, es un ganador de Grand Slam y para estar arriba en el ranking. No creo que sea un mal chico, pero creo que ha perdido un poquito el camino y reconducirlo sería bueno para su carrera", afirmaba. Poco tiempo más necesitó el australiano para comprender que el español estaba en lo cierto.

Ahora, más maduro -aunque sigue teniendo sus ramalazos de 'bad boy'-, Kyrgios se ha dado cuenta de que si quiere brillar en el mundo del tenis necesita pensar solo en el deporte las veinticuatro horas. Solo han pasado tres años desde aquel incidente, pero el finalista de Wimbledon ha cambiado mucho con respecto a ese de 2019. Más centrado, más equilibrado y, a pesar de seguir sacando los pies del tiesto, mejor deportista en el sentido amplio de la palabra. "He recorrido un largo camino desde entonces, he cambiado mucho al respecto. Tengo hábitos diarios que son buenos, tengo un equipo de apoyo increíble. Mi fisio es uno de mis mejores amigos. Mi agente es mi mejor amigo. Tengo a la mejor novia del mundo. Tener a tanta gente alrededor buena te hace mejorar en ciertas cosas", afirmaba.

Lo que poca gente sabía hasta ahora es que, en aquel partido de 2019, Kyrgios jugó prácticamente sin dormir. De hecho, ha sido hace escasos días cuando ha reconocido que tuvo que ser su agente el que le fuera a buscar la noche antes de la disputa del partido, más allá de las 05:00 horas, a un pub para recordarle que al día siguiente jugaba ni más ni menos que contra Nadal en Wimbledon. Esta vez, no podrá haber reedición tras la lesión de Nadal, aunque Kyrgios también se encuentra tocado físicamente.

Tras el partido de cuartos de final, Kyrgios reconocía que tenía importantes problemas en su hombro, al asegurar que lo había pasado muy mal varias veces durante el saque. El australiano es el gran beneficiado de la retirada de Rafa, no solo por evitar el partido, sino porque dispondrá de un descanso extra para su maltrecho estado físico, mientras que Djokovic y Norrie lo dan todo en la pista central de Wimbledon. El último favor que Kyrgios no esperaba por parte de Nadal llega en forma de retirada.

Rafa Nadal no estará en la gran final de Wimbledon. La lesión en el abdomen, una rotura de siete milímetros, le condiciona demasiado en su juego y, tras pensárselo, junto a los suyos, el balear decidió retirarse. Nick Kyrgios, el 'bad boy' del tenis mundial que llega jugando a un altísimo nivel; estará en su primera final de un Grand Slam tras la retirada de Nadal, donde ya espera a Cameron Norrie o Novak Djokovic. El adiós de Rafa nos evita ver una 'vendetta' de lo sucedido en 2019: un pub y una lección que se le quedaron grabados a fuego al australiano y que le han hecho llegar al punto en el que se encuentra en la actualidad.

Desde que Kyrgios llegara al circuito ATP, todo el mundo pronto descubrió que no se trataba de un tenista normal. Jugador enormemente talentoso, pero poco consistente y, sobre todo, poco centrado en el tenis, lo tenía todo para ser una raqueta de primerísimo nivel… pero eligió otros menesteres. Deportista de mecha corta, que se calentaba con facilidad en la pista, con habilidad para estallar contra los demás cuando las cosas no le salían bien y, sobre todo, no demasiado profesional, era más habitual verle dando la nota y el espectáculo en pista que logrando grandes éxitos para recordar.

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