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Deporte vs. cuerpo: la lucha invisible de Pablo Andújar contra sus lesiones
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el calvario del TENISTA ESPAÑOL

Deporte vs. cuerpo: la lucha invisible de Pablo Andújar contra sus lesiones

El tenista español Pablo Andújar relata su experiencia a través de las lesiones de larga duración, mostrando la humanización del deportista profesional en su fase más incómoda

Foto: Pablo Andújar ha jugado muy poco en las dos últimas temporadas por culpa de una lesión en el codo. (EFE)
Pablo Andújar ha jugado muy poco en las dos últimas temporadas por culpa de una lesión en el codo. (EFE)

A través de las palabras de Pablo Andújar (Cuenca, 1986), sincero en su exposición y abierto al detalle, El Confidencial aborda la superficie de un momento invisible: la travesía de las lesiones de larga duración en el deporte profesional. El manchego, que enlazó tres operaciones en su codo derecho a lo largo de dos interminables temporadas, relata su cautiverio entre mesas de quirófano, rehabilitaciones inconclusas y un pulso eterno a la paciencia. En definitiva, vivir forzosamente anclado en una circunstancia indeseable: la necesidad de volver a empezar.

La búsqueda de un pronóstico

En la incertidumbre de un cuerpo sano, el dolor como extensión natural del mismo. La primera etapa del camino llega cuando el físico se topa de bruces con una grieta. En un cuerpo curtido a esfuerzos, acostumbrado al desgaste durante años, las molestias son un permanente compañero de viaje. Es el precio que pagar para buscar la excelencia en cualquier disciplina, un peaje que siempre aparece en el horizonte. Quien osa llevar el cuerpo al límite se arriesga a conocer los límites del cuerpo.

"Pensamos que era el tendón. Se limpió toda la zona que estaba fibrosada, pero con la rehabilitación que hice después no terminé de mejorar. ¡A mí cuando me molestaba era en el saque! Podía jugar a alta intensidad sin problemas, pero no podía sacar. Decido volver a operarme una segunda vez y quitarme uno de los hilos que tenía en el tendón, donde tenía como un clavo. Se pensaba que tiraba de ese tendón y podía ser el origen del dolor. Se me vuelve a operar, se me quita la fibrosis causada por la primera operación y se me quita ese hilo que estaba con el punzón que me habían colocado en ese primer paso por quirófano. Hago la rehabilitación pertinente y resulta que tengo un dolor incluso mayor que antes. En la tercera operación se vio que el nervio estaba muy inflamado. Se hizo una transposición del nervio e hice una rehabilitación algo diferente. No fue radicalmente distinto, pero creo que fue un acierto del médico. Con esta rehabilitación, el trabajo de mis fisioterapeutas, de mis preparadores físicos, el readaptador y toda la gente de mi alrededor, dieron en el clavo y con tesón y fuerza lo sacamos adelante.

Ahora noto que la zona se me carga, pero no padezco dolor. Se me tensa el área, queda algo más rígida de lo normal, pero me permite hacer un saque sin problemas. Nunca he sido un gran sacador, tampoco espero ser Karlovic después de la operación. Lo que está claro es que tenía que jugar sin dolor. Estoy haciendo sets, llevo bastante tiempo de pretemporada poniéndome a tono, hago sesiones buenas con gente de nivel. Ese era un poco el objetivo".

Una prueba psicológica

La lesión para el deportista es la jaula para la fiera: un elemento de reclusión ante el que no cabe rebelarse. Un carácter competitivo, alimentado con ambición de superación personal, se vuelve dócil a la fuerza. Los objetivos se desvanecen, de nada valen los plazos. La realidad pone a prueba como nunca la profesionalidad y la humildad, exigiendo disciplina en una atmósfera de impotencia. Un dilema que Andújar radiografía al detalle.

"Siempre he querido ser muy obediente a todo lo que decían los doctores. Si no haces rehabilitación como debes, las garantías de que salga bien son menores. Quería ser siempre muy incisivo, me marcaba claramente que debía hacer cada serie a la perfección. Con esto me quedaba algo más tranquilo. Aunque me iba a dormir pensando que no había un objetivo claro, porque no iba a poder jugar un torneo en un plazo corto. Sí que tenía el objetivo de seguir siendo obediente, seguir las pautas que me marcaban. Eso me hacía cada día tener ilusión por seguir trabajando. Obviamente hay días peores. Después de la segunda operación tuve un bajón a nivel de sacrificio. Mi cabeza decía: ‘¿para qué ha servido todo el tiempo que he estado haciendo esta rehabilitación?’. Creía que no había servido de nada porque habíamos tenido que volver al quirófano. Pero el objetivo era la obediencia, tratar de curarme con lo que me decía la gente que sabe".

"Los tenistas de élite viven en una realidad paralela. Te llevan a hoteles de cinco estrellas, todo el mundo te trata muy bien", dice Pablo Andújar

Los pies en la tierra

El deporte como fenómeno de gran impacto en la sociedad actual. Si una disciplina desarrollada encumbra a sus protagonistas, envolviéndoles en fama, reconocimiento y trato preferente, el carácter itinerante del tenis alrededor del mundo puede añadir un extra de distancia con las raíces propias. Una lesión puede ser el método más inmediato para interrumpir ese espejismo.

"Los tenistas de élite viven en una realidad paralela. Te llevan a hoteles de cinco estrellas, todo el mundo te trata muy bien. Sentirte algo huérfano de eso te hace ver que eres una persona más. Eso también está bien. Eso me ha servido para valorar que cuando he viajado, cuando he estado en esos torneos y me han hecho sentir así, debía ser consciente de que la vida no es eso. La vida es muchísimo más. Me ha subrayado que mi vida no era únicamente tenis. Mi vida es muchísimas más cosas, entre ellas mi familia, que es mucho más importante que el deporte. Cuando estás metido en la rueda del deporte profesional esto es algo mucho más difícil de ver. Dentro de lo negativo de esta lesión, está lo positivo de estar un tiempo con los tuyos, valorar esos momentos en que puedes estar con ellos, pasar tiempo con amigos… Mira, cuando estás fuera de casa haces sacrificios, pierdes muchísimas cosas… Y este tiempo necesario para tratar a personas que quieres es lo más positivo dentro de una experiencia como esta".

placeholder Pablo Andújar ha jugado dos eliminatorias de Copa Davis con España, la última en julio de 2015 contra Rusia. (EFE)
Pablo Andújar ha jugado dos eliminatorias de Copa Davis con España, la última en julio de 2015 contra Rusia. (EFE)

El día después

Confiar en la luz al final del túnel. Considerar que al otro extremo no haya una salida. Aunque opuestas, esperanza y resignación en un mismo pensamiento. Debatirse en un punto intermedio, sin generar altas expectativas ni dramatizar en exceso. La incertidumbre como un mantra al que resistir con el trabajo diario.

"No sabía si esta lesión me iba a permitir seguir compitiendo. La opción de no poder regresar formaba parte de mi pensamiento. Creo que lo tengo bastante aceptado. Siempre he seguido con la mentalidad de que no me quería retirar con esta sensación. Quería demostrarme que podía dar un nivel que he dado, que podía seguir dándolo. Pero era un tema incontrolable. Tenía la mentalidad de seguir siendo tenista, pero al mismo tiempo no estaba compitiendo. Eso hace que te sientas fuera del circuito y un poco retirado del tenis. En esa vida nueva de deportista que ha dejado su trabajo tiene sentimientos encontrados. Ese querer seguir sintiéndote tenista, pero verte fuera de la competición. Estoy viviendo lo que va a ser mi futuro, una persona normal y corriente integrada en una sociedad.

Sientes impotencia porque es algo que no puedes controlar. Trato de ser una persona positiva, y eso hace que no le dé demasiadas vueltas a la cabeza. ¡Me volvería loco! Tendría pensamientos de '¿por qué me tiene que pasar a mí' o '¡esto es una injusticia!' Simplemente evitaba pensar en eso y centrarme en lo que tengo que hacer ese día: trabajar para ponerme bueno para llegar a estar bien. Al ser algo incontrolable debes centrarte en mantener un orden en lo poco que pueda quedar en tu mano".

Foto: Serena Williams, en su victoria en Australia 2017. (EFE)

Prueba de humildad y tenacidad

Ningún rival es tan fuerte como el que aparece al otro lado del espejo. El que convive en el interior de uno mismo y siente y padece cada paso. Detenerse en seco obliga a conocerse mejor, tomar una medida más definida de lo conseguido y observar con claridad la experiencia triste como una parte más del camino.

"Esta situación me ha puesto a prueba como ninguna cosa en mi carrera. Al final, la sensación de una derrota o una racha de partidos perdidos la puedes compensar con un torneo al que llegas y comienzas al ganar partidos. Eso es así. Eso lo puedes controlar. En este caso, ese elemento de control no existe. Tienes que ser tenaz, tener los objetivos claros e ir día a día. No puedes marcarte más futuros que ese, porque no existe más que el paso a paso buscando curarte.

Valoro todo lo que había hecho antes de 2015. He llegado donde he llegado, he ganado y perdido partidos y todo eso forma parte de mi carrera. Forma parte de mi trabajo y de todo lo que he dejado atrás por el tenis. No voy a decir orgulloso, pero estas cosas forman parte de mi vida. Y esta lesión forma parte también de mi carrera. Nunca sabré qué hubiera pasado si yo me hubiera lesionado, pero al mismo tiempo lo acepto tal y como es y trato de no darle más vueltas. Forma parte de mi trayectoria. Mi trabajo no solo se reduce a 2015, sino que lo logrado antes también era fruto de mi trabajo.

Podría decir que la lesión me ha fastidiado todo el trabajo que había hecho. Eso es algo objetivo. Pero también, el privilegio de haber podido jugar durante tanto tiempo a nivel profesional también me ha generado esta lesión".

placeholder En 2017, Pablo Andújar solo ha podido jugar tres partidos. Ninguno del circuito ATP. (EFE)
En 2017, Pablo Andújar solo ha podido jugar tres partidos. Ninguno del circuito ATP. (EFE)

El regreso

La valentía para intentar llegar al final del camino. En una lucha con elementos fuera de control, donde el éxito no está asegurado, la tenacidad tiene como premio el nerviosismo de un principiante. Volver a sentir la pasión en los detalles más pequeños. Apenas al dar un paso. En un profesional veterano, irónicamente, en el mero hecho de sentirse jugador.

"La palabra es ilusión. El hecho de volver a pisar una pista al 100% ya es una victoria. Poder sentirme pleno y competir para mí es muchísimo. Me produce una alegría tremenda.

Valoraré que no todo es el tenis. Que hay una vida muy bonita fuera de ello, sin dejar de lado el tenis. Espero que todavía me queden muchos años por delante de carrera. Hasta que el cuerpo me diga ‘basta’. Valoro que no todo gira en torno al deporte. Esta lesión formará parte de mi carrera. No va a ser algo que lamente. Es parte de mí y así lo he aceptado".

A través de las palabras de Pablo Andújar (Cuenca, 1986), sincero en su exposición y abierto al detalle, El Confidencial aborda la superficie de un momento invisible: la travesía de las lesiones de larga duración en el deporte profesional. El manchego, que enlazó tres operaciones en su codo derecho a lo largo de dos interminables temporadas, relata su cautiverio entre mesas de quirófano, rehabilitaciones inconclusas y un pulso eterno a la paciencia. En definitiva, vivir forzosamente anclado en una circunstancia indeseable: la necesidad de volver a empezar.

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