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Feliciano llega a su cumbre en la hierba de Queens y ve Wimbledon con esperanza
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es la mayor victoria de su carrera

Feliciano llega a su cumbre en la hierba de Queens y ve Wimbledon con esperanza

El jugador toledano ha tenido el mejor torneo de su vida y se ha impuesto a Marin Ciclis en la final. Es una anomalía dentro del tenis español, su adaptación al césped es asombrosa

Foto: Feliciano López, con su trofeo de Queens. (EFE)
Feliciano López, con su trofeo de Queens. (EFE)

Huele el césped mojado y los sentidos se le despiertan. Feliciano López es un jugador de hierba, uno de los últimos que quedan. Hay otros que, por saque y volea, también juegan bien en esta superficie, pero normalmente también saben trasladar sus bondades a la pista dura para ser competitivos durante más meses del calendario. Es el caso de Marin Cilic, enorme bombardero croata que se oponía a López en la final de Queens. La última víctima del español.

Es el sexto torneo que gana Feliciano, probablemente el mayor de todos. La carrera del toledano tiene más mérito por su resistencia y capacidad para no lesionarse que por el brillo de sus mejores resultados. Es un jugador capaz de estar siempre así, entre los 30 mejores del mundo, nunca entre los diez. Uno de tantos que son capaces de ganarse muy bien la vida con este deporte, de llevarse unas cuantas alegrías importantes en su carrera. Con sus limitaciones y fortalezas, a los 36 años tiene una carrera más que digna. Ahora, también, un título en Queens. Lo cual, sin ser un grand slam o un master 1000, son palabras mayores.

Foto: Rafa Nadal ha entrenado esta semana sobre la hierba del Mallorca Open. (EFE)

Queens es Londres, tradición, hierba, uno de de los torneos más bonitos del circuito tenístico. El club que acoge la cita, que es pequeña por necesidad y vocación, está cuidado en cada brizna de césped, en sus lonas y en sus formas. Pocos lugares del deporte tienen una paleta de colores tan atractiva como la que se ve en este torneo. Un campeonato con enorme tradición aunque ahora se llame Aegon Championship, en una de esas concesiones que se tienen que hacer en todos lados.

Por eso, por el nombre, que resuena en cada aficionado del tenis dejando una buen sabor de boca, como de aperitivo perfecto para el coloso Wimbledon -no encontrarán torneo mejor- esta es con toda probabilidad la mejor victoria de la carrera de Feliciano López. Lo logra con 36 años, lo hace con mucho brillo y controlando mejor que nunca su juego, sabiendo sacar sus bondades y esconder los evidentes defectos que le acompañan.

Feliciano se mueve bien en la hierba, lo cual le convierte en una rareza siendo español como es. En este país, tan de tierra batida, tan de el césped es para las vacas, él no es más que una rareza. Claro, que lo es desde el propio físico. Altísimo, fortísimo, ni siquiera los ojos claros pegan con la tradición patria. Él es diferente, un sacador rotundo cuyos golpes no valen bien para otros lugares.

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Tennis - Aegon Championships - Queen’s Club, London, Britain - June 25, 2017 Spain's Feliciano Lopez in action during the final against Croatia's Marin Cilic Action Images via Reuters Tony O'Brien

El revés cortado, el saque demoledor

Por ejemplo, ese revés cortado que utiliza una y otra vez, también porque su revés normal es un golpe bastante poco efectivo. En las pistas duras no vale de nada, porque la pelota nio se frena y el rival puede hacer con ella lo que quiera. No es un golpee ofensivo, sino todo lo contrario, pero sobre el verde funciona. La pelota casi no bota y obliga al rival, que en hierba normalmente es un tallo que se acerca a los dos metros, a ponerse casi de cuclillas para responder el envío.

La derecha de Feliciano es servicial. No enorme, tampoco es uno de esos golpes que resuenan o de una potencia descomunal. Pero la usa bien, entiende dónde tiene que atacar y cuándo debe de hacerlo, y nunca parece importarle repetir una y otra vez el mismo ritual. Todo eso, claro, no valdría de mucho si no fuese un excelente sacador. Es ese golpe, el primero, el que le ha dado siempre la opción de ser un jugador a tener en cuenta en el circuito.

No solo es la potencia, que ahí está, también una buena colocación. Juega con primeros, lo que permite que sus rivales no se vayan arriba en el resto y poder dominar desde ahí. Feliciano, en la final contra Cilic, no fue capaz de romperle una sola vez el servicio, pero tampoco llegó a necesitarlo, fue poco a poco sacando sus juegos con el saque y después, en el 'tie break' encontró la calma suficiente para ser un poco mejor que su rival hasta llevarse un torneo que le había sido esquivo y en el que ya había sido finalista en 2014. A esto le suma una final la pasada semana en Stuttgart, una de las mejores rachas personales de su carrera.

Lo ha hecho, además, en un torneo en el que ha tenido rivales del más alto nivel. En su cuadro estaban Wawrinka, Berdych, a quien levantó una bola de partido, Dimitrov o Cilic. Jugadores todos ellos que han pasado tiempo entre los diez primeros del mundo, tenistas de la élite, de los que pueden aspirar a ganar un grande. Tenistas que, en principio, tienen más juego que Feliciano pero que esta vez han sido incapaces de batir al de Toledo. Ahora viene Wimbledon y ahí, en el nivel de juego de estas semanas, López puede hacer un gran papel. Ganar suena a exceso, aunque solo sea porque su coetaneo Federer ha ganado en Halle demostrando que su tenis está afilado como siempre. Y eso, cuando llega Wimbledon, son palabras mayores.

Huele el césped mojado y los sentidos se le despiertan. Feliciano López es un jugador de hierba, uno de los últimos que quedan. Hay otros que, por saque y volea, también juegan bien en esta superficie, pero normalmente también saben trasladar sus bondades a la pista dura para ser competitivos durante más meses del calendario. Es el caso de Marin Cilic, enorme bombardero croata que se oponía a López en la final de Queens. La última víctima del español.

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