Rafa Nadal ha vuelto, ¿y ahora qué?
Los dos retos más cercanos son el asalto al número uno de Andy Murray y el intento de recuperar su mejor nivel en Wimbledon. La despedida de Toni marcará la temporada
El tenis de este año encierra una paradoja. De repente, parece más 2005 o 2008. Ha pasado una década y se daban por amortizados a Roger Federer y a Rafael Nadal, dos mitos de la raqueta de quienes ya no se esperaba mucho más. Han ganado los dos primeros 'grand slams' de la temporada y todos los torneos relevantes que se han disputado. Bienvenidos a 2017, el año en el que la biología va perdiendo la batalla de la lógica.
El inicio de temporada de ambos los convierte, automáticamente, en candidatos a asaltar el número uno de la ATP. De hecho, es Nadal quien puede acceder a tan alta posición, porque Federer ha decidido moderar su calendario para que las piernas sigan respondiendo. Tanto es así que en este Roland Garros no ha aparecido y es muy complicado llegar a liderar el 'ranking' sin estar presente en alguno de los torneos clave de la temporada.
Eso coloca al balear en buena posición para, al menos, intentarlo. Y es llamativo, porque con su edad y sus lesiones sería lógico pensar que está más para poder darse un festival de tenis como el de estas dos semanas en París que para la regularidad que se necesita para dominar el 'ranking'. Las circunstancias, sin embargo, le han puesto ahí. Los dos candidatos lógicos, Andy Murray y Novak Djokovic, están demostrando una inconsistencia importante en esta temporada. Y Nadal, todo lo contrario.
Este lunes amanecerá como número dos del mundo, solo por debajo del escocés. Tendrá 7.285 puntos, muchos menos de los 9.890 que ahora mismo colocan a Murray como el mejor jugador del mundo. Pero esa diferencia, amplísima, es algo irreal. El año pasado, Nadal no puedo disputar Wimbledon, por lo que no suma ningún punto de ese 'grand slam', mientras que su rival por el primer puesto ganó el torneo, lo que le obliga a defender 2.000.
Y eso quiere decir que en un mes, cuando la hierba esté en su esplendor, Nadal puede intentar abordar de nuevo la primera plaza de la lista. Murray necesitará volver a ser campeón, porque es casi seguro que el español no le va a dejar respirar. Será, además, especialmente difícil su defensa, porque entrarán en juego las dos leyendas más grandes de la historia del tenis, que el año pasado tuvieron un duro verano. Y son, por lo visto hasta el momento, los favoritos para reinar en el All England Tennis Club.
Volver a dominar la hierba
Pero sería un disparate resumir la importancia de Wimbledon en el mero hecho de poder ponerse primero del mundo. El torneo es, en sí mismo, el epicentro de este deporte y no necesita de mucho más aditamento para desatar las ambiciones de los mejores tenistas del mundo. Londres es un lugar especial para el tenis, el sitio en el que la tradición se nota en la piel. Un objetivo en sí mismo, y, por supuesto, también una meta para Rafa Nadal.
Probablemente, la más difícil. Porque hace ya demasiado tiempo que Nadal no tiene buenas sensaciones en el césped. Lo cual es curioso, porque la hierba fue la primera superficie en la que supo trasladar su espléndido juego de tierra batida. Allí perdió las finales de 2006 y 2007, demostrando que podía ser muy competitivo en pistas que no fuesen de arcilla. Dio un paso más en 2008 y 2010, con victorias ante Roger Federer en lo que es su hogar. Aquel título de 2008 fue un golpe en la mesa como ninguno otro de Rafa, pues demostró finalmente que estaba hecho para ganar en todas partes, no solo en Roland Garros.
Dos años después, lo volvió a conseguir. Sigue siendo la mejor temporada de su carrera, pues aquel año ganó tres grandes —también su primer US Open en septiembre— y completó su mejor año como profesional. El siguiente año llegaría a su quinta final de Wimbledon, aunque fue derrotado por Djokovic, que en aquel momento se mostraba como la estrella emergente, algo que demostraría no mucho después.
Wimbledon está ahí
Desde entonces, nada. Incluso en temporadas en las que ha estado a buen nivel, ha sido incapaz de llegar a las rondas finales. Lleva cinco años consecutivos en los que no ha alcanzado ni los cuartos de final, y en el pasado una lesión le impidió participar en el evento. Tampoco es que los nombres que le han ido retirando del torneo británico hayan sido los más ilustres tenistas. Nadie se acuerda de Lukas Rosol, Dustin Brown o Steve Darcis. Kyrgios, que es más conocido, era poco más que un niño de 19 años cuando se lo quitó de su camino en 2014.
El reto es, por lo tanto, recuperar el camino que le hizo ser grande en Wimbledon. Está jugando como en los mejores momentos de su carrera, por lo que no parece imposible que lo consiga. Necesita hacer las adaptaciones necesarias, intentar ser efectivo en el saque y recuperar la mejor movilidad sobre la hierba, lo que es un arte en sí mismo. Sabe hacerlo, tiene cinco finales en esa pista central, en dos ocasiones ha sido campeón. Pero debe demostrarlo.
Esos son los dos retos principales, los que están más cercanos en el calendario. A partir de ahí, el cielo. ¿El US Open? No llega a cuartos de final desde 2013, cuando lo ganó por última vez. ¿El torneo de maestros de final de la temporada? Es el único gran objetivo que aún no ha conseguido el español. ¿Ser número uno a final de temporada? Un buen sueño, más aún si se tiene en cuenta que aquello era una cuestión casi descartada a principios de año. No es sencillo, y eso lo sabe Djokovic mejor que nadie, pues el año pasado comprobó que se puede hacer una primera mitad de año colosal y no terminar la temporada en la cima del tenis.
Hay una cosa más por la que este 2017 es de una importancia capital en la vida de Rafael Nadal. Será el último en el que Toni Nadal sea su entrenador principal, y eso mediatiza un poco todo lo que pasa en el año. Se vio en Roland Garros donde, en una decisión fuera de lo común, la organización pidió al técnico que bajase a la arena para obsequiar a su sobrino con una réplica única de la copa de los mosqueteros. No era casualidad, Toni es carismático, siempre ha estado presente y ahora se va. El mejor homenaje posible solo puede salir de la raqueta de la leyenda. En eso está, y va a buen ritmo. Tiene año por delante para seguir en esa línea.
El tenis de este año encierra una paradoja. De repente, parece más 2005 o 2008. Ha pasado una década y se daban por amortizados a Roger Federer y a Rafael Nadal, dos mitos de la raqueta de quienes ya no se esperaba mucho más. Han ganado los dos primeros 'grand slams' de la temporada y todos los torneos relevantes que se han disputado. Bienvenidos a 2017, el año en el que la biología va perdiendo la batalla de la lógica.