Nadal sigue fuerte en el Godó y solo le queda por ganar al doble campeón Nishikori

Rafa Nadal sigue con paso firme en su camino hacia el Conde de Godó. Su última víctima es el alemán Kohlschreiber, a quien superó por un doble 6-3 con suficiencia pero sin brillo. En Barcelona, por el momento, no se ha encontrado rivales de peso para ponerle problemas. Por eso llega al último día sin haberse dejado un solo set por el camino. Muy fácil todo.

Cuestión distinta será la final con el japonés Kei Nishikori, que tiene un curioso idilio con el torneo de Barcelona. Un muy buen tenista que parece mejor adaptado a las pistas duras que a la tierra pero que, abril tras abril, hace buenas cosas en el Godó. Ha ganado los dos últimos, aunque quede muy lejos de lo de Nadal, que aspira a su novena corona en el torneo de su club. "Será un partido complicado contra uno de los mejores del mundo, voy a intentar estar preparado y dar mi máximo", comentó Nadal sobre el encuentro, sin ningún afán por evitar el topicazo.

Nadal sigue mejorando poco a poco, encontrando las líneas y desplegando un buen juego, aunque sigue dubitativo en momentos claves como en las bolas de break. Las ataca con menos fuerza de lo que solía hacerlo, es menos depredador de lo que acostumbraba. Aún así, le da de sobra para ganar a un rival que, además, tiene un revés a una mano. Y eso, contra Nadal y en tierra es demasiado lastre. Se le puede preguntar al respecto a Federer. Tiene una explicación técnica, la bola de Nadal, un liftado pesadísimo, vuela muy alta y controlar su fuerza y su giro con solo una mano es muy difícil. No hay un tiro que fuerce más al rival, es la manera que ha tenido el español de convertirse en historia. Especialmente en la tierra, donde la pelota pica más y complica la cosa al rival.

Nadal sí que tuvo una cosa mejor que en la mayor parte de sus partidos: el primer servicio. Tanto que el alemán no estuvo ni cerca de romperle el servicio. Kohlschreiber tuvo solo una bola de break que, obviamente, no quedó en nada. Mientras tanto el mallorquín dominaba con su servicio, jugando con primeros y apretando a su rival. Hay otro detalle que recuerda al mejor Nadal, la capacidad de mover a sus contrarios de un lado a otro, de llevarles siempre al límite. Nadal no busca ganar por fuerza sino por aburrimiento. Es un genio provocando fallos.

El molesto viento

Barcelona, que es un Open500, no puede competir con los grandes torneos en nombres, pero sí en otras muchas cosas. Es un torneo hecho con cariño, con mucha tradición y un público entendido al que le gusta el tenis más allá de los nombres. Es cierto, con Nadal en pista esa película cambia un poco, el jugador siempre tiene una afición que el resto anhelan. "Estoy agradecido por el cariño y el apoyo de la gente, para mí jugar en España es una sensación muy especial", afirma Nadal poco después de haber dejado la raqueta.

Tras el partido, el español reconoció “he tenido menos ritmo que en partidos recientes. No estuve cómodo con el revés y la influencia del viento se nota. Tengo claro que tendré que hacer un gran partido ante Nishikori si quiero ganar este torneo”. “Disputar otra final, rodeado de aficionados que me muestran su cariño, es muy importante para mí porque así me siento arropado”, destacó Rafa, para añadir que “en la gran final daré lo máximo”.

Tiene claro Nadal que “o juegas con contundencia o Nishikori te come”, destacando que “es uno de mejores del mundo en estos momentos y está jugando muy bien. Se mueve con mucha rapidez y su juego es complicado de contrarrestar”. El balear considera que “en este torneo ha firmado victorias concluyentes”, recordando para acabar que “ya me he asegurado 300 puntos y soy segundo -de la temporada en curso, quinto en el ránking mundial- tras Djokovic, lo cual es positivo para mí”.