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"No daban nada por el rugby": el impensable caso de éxito de dos cárceles españolas
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EL BOOM DE LA ESCUELA MADIBA Y LOS ESPARTANOS

"No daban nada por el rugby": el impensable caso de éxito de dos cárceles españolas

"Me dijo que el rugby era un deporte de contacto y en la cárcel había demasiada agresividad como para que funcionase". Como muchas historias de final feliz, el comienzo no fue sencillo

Foto: La cárcel de Estremera con la mirada de Madiba.
La cárcel de Estremera con la mirada de Madiba.

Ocurrió en la noche de un viernes de febrero de 2018. Tristán Mozimán, entrenador argentino del Independiente Rugby Club de Santander, acudió a apaciguar con su enorme presencia un encontronazo en la calle, cuando de repente se encontró encañonado por una pistola. Con mucha sangre fría trató de tranquilizar al portador del arma, al que contuvo con su discurso sosegado durante casi 90 segundos. Entonces apareció la policía y el chico salió corriendo, lo que no le valió para mucho, porque terminó detenido. Aquello dejó "muy mal cuerpo" al rugbier Mozimán.

"Me contaron que lo pilló la policía y terminó en el penal de El Dueso, en Santoña. Pensé mucho en aquello y decidí que tenía que intentar replicar el proyecto de los Espartanos de rugby argentinos en España. Quería ayudar a esa gente a tener una segunda oportunidad porque todos la merecemos", apunta Chucho, apodo con el que se conoce a Mozimán en el ambiente rugbero. "Hablé con Samuel Ruiz, un buen amigo que era además Delegado de Gobierno del Partido Popular y él me puso en contacto con Carlos Fonfría, el director de El Dueso. La primera reacción no fue halagüeña. Me dijo que el rugby era un deporte de contacto y en la cárcel había demasiada agresividad como para que funcionase. Eso sí, me dejaron dar una charla orientativa a la que acudieron 80 reclusos", cuenta el argentino.

La apuesta de los funcionarios

"Los funcionarios me contaron luego que hacían apuestas y que nadie daba un euro por mí y por el rugby. Cuando jugaban al fútbol acababan peleando, cuando jugaban al frontón acababan peleando, cuando jugaban al basket acababan peleando... Debido al éxito de la charla me dejaron intentarlo. El primer día, el martes 7 de mayo de 2018 a las 11 de la mañana, vinieron 11 chicos. El siguiente, 15. Al otro, 18...", narra satisfecho Chucho.

placeholder Los Espartanos entrenando.
Los Espartanos entrenando.

La iniciativa de Mozimán contaba con un precedente, el que había desarrollado con tanta paciencia como tenacidad en la cárcel de Estremera Carlos Solla, un funcionario relacionado desde siempre con el rugby como jugador y como árbitro. Solla propuso la actividad del rugby a la dirección en 2012 y tampoco fue acogida con entusiasmo, pero hoy la Escuela Madiba, el equipo de rugby de Estremera, cuenta con una actividad regular y disputa varios partidos al año con clubes madrileños que viajan a la prisión para medirse a ellos en el abrasivo campo de fútbol del patio de Estremera.

Solla ha visto como no solo ha crecido la implicación de los reclusos, llegando a contar con 50 jugadores en las sesiones de entrenamiento semanales, "si no que además se ha ido gestando una relación entre ellos. Un vínculo que les hace sentirse parte de un grupo y eso es algo que dentro de una prisión no es habitual. No todo el mundo encaja por su perfil o por su agresividad en el rugby, pero todos tienen muy claro que si hay algún tipo de problema se suspendería la actividad de rugby. Depende de ellos y eso es una responsabilidad para todos".

Los clubes de División de Honor, implicados

Si la Escuela Madiba ya está afianzada en Estremera, los Espartanos van cumpliendo etapas. Este sábado se jugará dentro de la cárcel el segundo partido de su historia. El primero fue ante El Salvador, donde ha destacado la implicación de Miguel, uno de sus miembros. En esta segunda ocasión se medirán a los veteranos del Independiente Rugby Club. Lo que sí ha conseguido Chucho es hacerles partícipe de la vida fuera a los que disfrutan de permisos para salir del penal. Los Espartanos participaron en el torneo de rugby playa de Berria, en Santoña, y después tomaron parte en el torneo de veteranos que organiza el club 'Las Vacas' de Santander. Mozimán ha ido más allá integrando en el segundo equipo del Independiente a dos reclusos que formaban parte de los Espartanos. El rugby nacional se ha volcado con ellos y son muchos los clubes que envían ropa de rugby para los reclusos. En el caso de los Espartanos, Mozimán suele regresar de cada partido de División de Honor con una bolsa regalada por el rival: El Salvador, VRAC, Santboiana, Barça, Ordizia, La Vila, Gernika...

placeholder Un patio de la cárcel diferente en Estremera.
Un patio de la cárcel diferente en Estremera.

Chucho llamó a Carlos pidiéndole consejo cuando arrancó esta aventura. Ambos tienen claro que el rugby se ha convertido en un vehículo para rehabilitar a estos delincuentes, un instrumento para reeducar en cierta forma a estas personas de cara a su integración en la sociedad al salir de la cárcel. Para Mozimán, "el problema que tenemos luego es convencer a los empresarios para que sean valientes y les contraten. Tienen perfiles muy definidos para desarrollar oficios como los de cocinero, camarero, panadero, albañil... Pero hay muchos prejuicios y además la crisis no ayuda". Son numerosos los casos de reclusos que siguen jugando al rugby fuera tras recobrar la libertad e incluso hay ejemplos del caso contrario, porque en los Espartanos hay dos jugadores que abandonaron el penal y aún así regresan cada martes para entrenarse con sus compañeros.

placeholder Los Espartanos.
Los Espartanos.

Solla y Mozimán han abierto camino, pero no son los únicos. En estos días arrancan iniciativas similares en Murcia y en Valladolid, esta última impulsada por dos jugadores de la plantilla de División de Honor de El Salvador (Alvarado y Harmatiuk). A Carlos y a Tristán les mueve el amor por el rugby y la satisfacción de "darle una mano a estas personas", apunta Mozimán, que ha nombrado segundo capitán de los Espartanos al chico que le apuntó con la pistola aquella noche de febrero de 2018. "El rugby todo lo puede", concluye Chucho. Si él lo dice...

Ocurrió en la noche de un viernes de febrero de 2018. Tristán Mozimán, entrenador argentino del Independiente Rugby Club de Santander, acudió a apaciguar con su enorme presencia un encontronazo en la calle, cuando de repente se encontró encañonado por una pistola. Con mucha sangre fría trató de tranquilizar al portador del arma, al que contuvo con su discurso sosegado durante casi 90 segundos. Entonces apareció la policía y el chico salió corriendo, lo que no le valió para mucho, porque terminó detenido. Aquello dejó "muy mal cuerpo" al rugbier Mozimán.

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