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"¡Que bote Felipe! Ha sido la leche". El día que el Rey 'invadió' el rugby español
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solo queda rubrircar el pase en bélgica

"¡Que bote Felipe! Ha sido la leche". El día que el Rey 'invadió' el rugby español

La victoria del XlV del león contó con la presencia de Felipe VI, un empujón indudable para el rugby nacional. El monarca se saltó el protocolo y bajó al césped para unirse a los jugadores

Foto: El Rey, en el corro de la victoria del equipo español. (EFE)
El Rey, en el corro de la victoria del equipo español. (EFE)

Se esperaba una invasión de campo, porque en el Central de la Complutense eso es casi como una rutina. Claro que en esta ocasión había que estar con cierto ojo, porque la seguridad no era la de un partido más. No lo era, porque España se jugaba el Mundial de Japón. No lo era, sobre todo, porque el rey Felipe VI observaría todo desde el palco. Y el Central, un campo muy cuco, tampoco está acostumbrado a tan distinguida presencia. Ni el rugby tampoco, la verdad.

Así que como la victoria se daba por descontada, finalmente fue una tunda importante a Alemania, la cosa estaba en cómo hacer para que los artistas se saludasen después del partido con el visitante. La lógica decía que ellos subían la escalerita, daban la mano a las autoridades y departían unos minutos con el monarca, del partido y dos o tres trivialidades más, que tampoco son esas conversaciones las que cambian el mundo.

Eso era lo previsto, pero nada es mejor que romper los planes en añicos. Fue el propio rey, para susto de sus escoltas, quien decidió que no se iba a quedar a la espera de que el XV del León fuese a rendirle pleitesía. Los mismos de seguridad que, durante el partido, bromeaban sobre la posibilidad de hacer un placaje a quien se saliese del guión. El contexto festivo lo propiciaba. El rey, en todo caso, entendió que le tocaba bajar con los protagonistas, meterse en la melé, sentir el contacto de unos deportistas que han logrado una gesta. O casi, que aún queda un partido en Bruselas (el próximo domingo, a las 13:00 horas, por 'Teledeporte') para certificar todo.

Foto: Gautier Gibouin y su mirada a la Webb Ellis. (Foto Twitter  @Ferugby)

En ese momento ya no llovía, pero el rey se bajó al barro. Y los jugadores, agradecidos, le recompensaron con cánticos y algarabía. "¡Que bote Felipe, que bote Felipe!", proclamaban los jugadores, con sus espaldas anchas y la alegría desbordada. Fue un gesto de naturalidad, si la fiesta estaba abajo era mejor no cambiarla de rumbo. No importó que hubiese invasión ¿acaso podría no haberla?

Los jugadores, agradecidos. Lo contaba Jaime Nava, el capitán, cuando ya se había rebajado un poco la euforia. Que esté allí el rey no es un gesto más, es uno muy importante. Le da empaque al partido, pero no solo, también a la propia selección y al deporte entero, que aunque sube como la espuma en el país no deja de ser una cuestión de minorías. La presencia del rey en el Central lo empuja, lo hace relevante. "Antes hacer rugby en España era muy difícil y hoy se nos ha reconocido con la presencia de Felipe VI a pie de campo", explicaba en sala de prensa.

"Ha sido la leche"

La conversación, de todos modos, no difirió mucho de la que se hubiese dado si ellos hubiesen subido la escalera: "Nos ha dado la enhorabuena y nos ha dicho que estaba muy orgulloso de nosotros. Ha sido 'la leche'. El hecho de que estuviese aquí el rey es un acontecimiento a favor del rugby. El rey es un símbolo y es muy importante que haya estado aquí hoy". Alguno recordaba que, en este caso, no importaba la ideología, ser monárquico o republicano, el empujón que les daba su presencia era independiente a lo que se piense de la institución.

También lo sabía Santi Santos, el seleccionador, que motivó a la tropa recordaron que había un invitado especial, algo que no suponía una presión añadida sino un aliciente porque, de algún modo, era la representación de un país entero que está feliz por lo conseguido por una selección a la que no se esperaba en el Mundial. No al menos con tanta autoridad en el camino.

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GRAF9592 . MADRID, 11 03 2018.- El Rey Felipe VI felicita al jugador de la selección española de rugby Jaime Nava tras el partido que el combinado español disputó hoy en la Ciudad Universitaria de Madrid contra la selección de Alemania correspondiente al penúltimo partido clasificatorio para el campeonato mundial Japón 2019 .El equipo español ganó por el resultado de 84-10. EFE Juanjo Martín

Un árbitro rumano

Le dio a Santos hasta para guardar jugadores de cara a Bruselas. La paliza a los alemanes permitía hacerlo y ese partido, el último de todos, es también esencial. Hay que ganarlo, y aunque España es favorita es mejor no confiarse. Es curioso, el encuentro lo arbitrará un rumano cuando es Rumanía la que puede beneficiarse de un tropiezo español. Esa paradoja, que en otros deportes resultaría inadmisible, en el rugby se acepta sin mal. No hay mala fe posible, el árbitro es una parte del juego, nunca un enemigo o un sospechoso.

Bruselas es la siguiente parada, la escala obligatoria hasta Japón, y a buen seguro los 'rugbiers' españoles no la harán solos. En el tercer tiempo algunos sacaban el móvil y miraban vuelos para la próxima semana. Acompañar al equipo, como lo ha hecho Felipe VI esta semana pero con el añadido de conocer o revisitar una ciudad preciosa como la capital belga. Es bueno el plan, y quizá por eso merecía la pena echar un vistazo a las líneas aéreas, no hubiese un chollo.

El rey fue el gran invitado, pero no el único que pasó por el Central. También apareció en el campo la Webb Ellis Cup, el precioso trofeo que distingue al campeón del mundo de este deporte. Está de ronda, porque la copa se pasa la vida girando por el mundo, para que todos la vean y la anhelen. Actualmente pertenece el título a Nueva Zelanda, pero en otoño, en Japón, se dirimirá quién es el nuevo campeón. Y España, por segunda vez en su historia, estará presente en la batalla. No para ganar, el nivel aún no es ese, pero el pasaporte al país del sol naciente ya es bastante en este caso.

La Webb Ellis, dorada y preciosa, es también intocable. No crean que esto es una frase en sentido figurado, nada más lejos. Ni siquiera al soberano pudo tocarla, aunque sí se hizo una foto rápida con ella. Las dos guardianas que la acompañan a todas partes se cercioran de que nadie que no haya sido campeón la toque con sus manos desnudas. Ellas mismas -son un grupo de cinco que se rota- no manipulan el trofeo sin unos guantes puestos. Porque en esto del rugby la tradición es importante. Y si no existe ya harán para inventarla.

Se esperaba una invasión de campo, porque en el Central de la Complutense eso es casi como una rutina. Claro que en esta ocasión había que estar con cierto ojo, porque la seguridad no era la de un partido más. No lo era, porque España se jugaba el Mundial de Japón. No lo era, sobre todo, porque el rey Felipe VI observaría todo desde el palco. Y el Central, un campo muy cuco, tampoco está acostumbrado a tan distinguida presencia. Ni el rugby tampoco, la verdad.

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