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Arena, agarres y olor a mar: visitando la lucha canaria en El Hierro, el deporte más místico
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más maña que fuerza

Arena, agarres y olor a mar: visitando la lucha canaria en El Hierro, el deporte más místico

En la isla, aún se puede disfrutar de la lucha canaria. Loreto, quien practicó durante muchos años la lucha canaria y ahora ejerce de entrenador, habla con El Confidencial

Foto: La mística de la lucha canaria. (Gema Rodrigo)
La mística de la lucha canaria. (Gema Rodrigo)

En Guarazoca huele a mantequilla y a mar. Lo de la mar es fácil de entender, porque aquí, en El Hierro, todo son océanos, y nieblas, y laurisilva llorando madrugones, y cabras a lo lejos, y silbares que son códigos. A todo eso huele en El Hierro. Así que lo de la mar es fácil de entender.

Pero es que en Guarazoca, además, puedes oler dulce. Es por las quesadillas, invento malévolo que tienen estos muchachos de El Hierro, manzana edénica, tentación continua. Pequeñas tartas con molde como un piñón de bici, textura suave y suficientes calorías para no contar. Aquí las hacen en un pequeño obrador que hay al mismo pie de carretera, apenas un ventanuco donde compras relamires y arrepentimientos. Ah, fuera tienen bien de leña apilada. Confíen siempre, háganme caso, en los sitios donde fuera tienen bien de leña apilada.

Foto: Norman T. Whitaker, en plena partida con J. H. Smythe Jr. (Wikimedia Commons)

Cuidado, que nosotros no vinimos aquí por las quesadillas. Otra cosa es que ya puestos... Pero, no, hasta Guarazoca nos hemos acercado para hablaros de lucha. De lucha canaria. A Jorge todos le llaman Loreto, así como suena. Y de usted, porque aquí el usteo está muy extendido. Bueno, por eso y por respetar al profe.

A Jorge, a Loreto, nos lo encontramos en el campo de lucha que hay en Guarazoca. Él está en las gradas, asientos de plástico, color amarillo, aquí entrarán unas 800 personas, "aunque últimamente vienen a vernos la mitad o así". Loreto me da la mano (enorme la del antiguo luchador, diminuta la de quien se dedica a escribir), sonríe, nos sentamos juntos, mirando al círculo. Allí hay arena marrón, muy oscura, mullida. Alrededor, como si fueran lindes, colchonetas de color azul.

Allí hay, ahora, 10 chavalines. Siete niños, tres niñas. Los miro. Visten camisas amplias (el mismo tono del mar, más apagado o más vivo), el cuello abierto hasta más allá del pecho, como los camioneros de mi infancia, esos que paraban en bares con serrín y huesos de oliva. Ah, y puedes leer su nombre en la espalda, cual futbolistas. Los nombres del luchador, digo, no de los camioneros. Algunos llevan pantalones cortos, a otros les caen hasta los tobillos.

placeholder Loreto, explicando cómo funciona la lucha canaria. (Gema Rodrigo)
Loreto, explicando cómo funciona la lucha canaria. (Gema Rodrigo)

Es fácil hablar con Loreto, por lo de las sonrisas, el buen humor, la gestualidad. Acompaña cada frase con un mover de manos que explica y acota. Gafas, pelo corto y cano, pelo que parece duro como trenzas de pastor. Espaldas anchas, anchísimas. En silencio... Vaya, en silencio impone. Pero es que luego es tan dulce su discurso...

Loreto es el entrenador de todos estos chavalines, pero él también practicó antes, claro. Cuando era un crío; más tarde, desde los 17 o 18 años, ya de forma definitiva. Dos décadas y media. "Lo dejé con 42, y ya me puse a entrenar, sí". Lo hace en el Club de Lucha Concepción, que es el único, hoy, que existe en El Hierro. Compite en la Liga de Tenerife, tercera categoría. Un total de nueve equipos... Pido a Loreto que me explique un poco cómo va el asunto, porque soy neófito. Mientras habla, los mozos juegan a la cadeneta para calentar. Al pañuelo, después. Velocidad, pericia, un punto pícaro. Mímesis a lo que habrá de venir.

"Esto es cuestión de equilibrio... de que pierda el equilibrio tu rival antes de que tú lo hagas"

"Mira, aquí no solo le decimos luchar, sino también agarrar. Una luchada es una agarrada. Se empieza con esa postura, mano izquierda al pantalón del contrario, mano derecha sobre arena. Es el único momento en que puede la mano tocar suelo... A partir de entonces, solo las plantas de los pies se apoyan. Ni palma, ni rodilla, ni gemelo... Nada. Así que esto es cuestión de equilibrio... de que pierda el equilibrio quien lucha contra ti. Más maña que fuerza", asegura.

Miro el cuello de algunos mayores que empiezan a llegar hasta el campo. Más maña que fuerza, vale, pero a mí no me engañen... Loreto continúa: "A veces, en la agarrada inicial, uno de los dos es zurdo. Eso le decimos luchar a izquierdas, cambiar a zurdo. Es igual, pero debes buscarte la vida para tornar y llevar agarres a tu mano buena. Al principio es difícil, pero, si eres hábil, puedes convertirlo en ventaja, porque el contrario queda desprotegido...".

placeholder Varios luchadores, entrenando. (Gema Rodrigo)
Varios luchadores, entrenando. (Gema Rodrigo)

Pregunto: 'Oye, Loreto, aquí... ¿pasta?'. Él sonríe, entre divertido y resignación. "Nada, eso prohibido. Hay gratificaciones, sí, pero no pagos". Pienso en el significado de ese "hay gratificaciones", me sonrío yo también, me traiciona la curiosidad. Él sigue. Los luchadores de élite siempre acababan de guardias municipales, o como bomberos, donde estaban sus clubes. Los luchadores de élite, repito. 'Y tú, Loreto... ¿eras de élite?'. Vuelve a sonreír. ¿Han visto alguna vez a un hombre adulto, a un hombretón de espaldas como volcanes, caer en el sonrojo? Pues Loreto se sonrojó. O, al menos, tuve la impresión. Aunque solo fuera un instante.

A ver, empieza... "Bueno, bueno era Francis, ese sí que era... Francis, de aquí, de El Hierro. El Hierro es pequeñito, pero hemos dado algunos de los mejores en lucha canaria, sí. Y este Francis... Mira que hasta fue después a Corea, a competir en un formato que tienen ellos de lucha muy parecido al nuestro. Es que la lucha canaria es el deporte más efectivo de entre los que consisten en derribar al contrario... La técnica es superior, muchos que empiezan con lucha canaria luego triunfan en otros deportes. Pero el más grande fue Francis. Porque... joder con Francis".

Foto: En el Mundial de Lucha Canaria hubo una importante representación de luchadores coreanos. (EFE)

Francis es Francisco Pérez, al que decían el Pollito de Frontera. Y tampoco se explica causa para el mote, porque el paisano... casi dos metros, casi 140 kilos de puro músculo, equilibro y fuerza. Dicen que, estando activo, levantaba más de 450 en prensa, así que imaginen patas. Lo de Corea... Francis combatió con el campeón de Ssireum, Francis ganó al campeón de Ssireum, y la Federación de allá le ofreció fortunas para que fuese hasta el Extremo Oriente a repartir espaldazos y zancadillas. Nah, mucho viaje. Se quedó en Canarias y ganó 14 títulos de Primera, 12 de ellos consecutivos.

Ocho veces estuvo en esos entorchados, con él, Loreto. Vamos, que Loreto fue buenísimo, mejor de lo que quiere admitir. Club de Frontera, uno de los puntales en la isla. Cada semana, saltar a este sitio o aquel. Buenas condiciones, ojo, no como antes. "Yo, de crío, iba desde El Hierro hasta Las Palmas en barco y tardaba, no sé... igual tres o cuatro días. El paquebote, sí. Una parada aquí, otra parada allá... Se te iba la semana en eso. Ahora dice mi mujer que vayamos de viaje, que nos cojamos unas vacaciones para irnos lejos. Yo me río. Si es que ya viajé mucho antes, sin salir de Canarias".

Antes hubo hasta cinco equipos en El Hierro, me cuentan. Hasta cinco. Hoy, solo queda este

Y sonríe, pícaro. Antes hubo hasta cinco equipos en El Hierro, me cuentan. Hasta cinco. Hoy solo queda este, de Guarazoca, y 2023 es el primer año en que vuelve a competir allende la mar, tras el parón del covid. Yo veo entrenar a chicos y chicas, porque en categorías jóvenes hay equipos mixtos. Y, ojo, ellas no desmerecen en absoluto, al contrario. Son duras y rápidas, muy rápidas. Perfecto para estos rollos.

placeholder El campo de lucha, visto desde arriba. (Gema Rodrigo)
El campo de lucha, visto desde arriba. (Gema Rodrigo)

90 segundos de agarrada

En El Hierro hay cinco campos de lucha, que también les dicen ruedos o terrero. Este de Guarazoca, donde estamos (hace frío, hay goteras), y otros en El Pinar, en Valverde, en Frontera, en Isora. Todos están cubiertos menos uno (y a otro le quitaron techumbre). Ese al aire libre está en Frontera, y es el que sale siempre cuando buscan "ruedo-lucha canaria-El Hierro" en internet. Por la estampa, porque salió en la famosa serie, y ya saben... Redondo, unos 10 metros de diámetro en arena, gradas alrededor. Situado frente al letime de El Golfo, casi aferrándose a un cachito de volcán como si tuviera miedo a caerse. Al lado, una ermita (una ermita cruel, inmisericorde, una ermita que está en un picacho, una ermita con escaleras en piedra negra que pincha, con escaleras empinadas, la treintena suman, que uno no puede ni contar por la falta de oxígeno). Entorno paradisiaco, muy de subir fotos a redes sociales. Allí está el terrero, rojos los asientos, arena negra, cartel indicando precios de bebidas y bocatas (oigan, muy bien eso, eh, muy bien). Hay afición, cabida para unas 1.000 o 1.200 personas. Impacta.

Nos fijamos ahora en los chavales, que empiezan a luchar por parejas. Cada agarrada dura 90 segundos máximo y el asunto tiene mucho de danza (una danza salvaje, agresiva), de engaño, de falsa seducción. El uno contra uno, los movimientos casi coreografiados, la sorpresa que salta cuando menos esperas, la aparente inmovilidad del principio rota por pies y manos rapidísimos... Estético, muy estético. Sumen a eso la arena (arena marrón, arena humedecida con agua y sudores), que se queda sobre cabellos y cejas, que son granitos de esfuerzo colgantes.

Cada lucha empieza única y exclusivamente tras el toque de silbato. Quien lo hace es Loreto, y algunos lo apremian. Loreto, ¿me pita, por favor? Entonces sí. Antes había piques entre pueblos, me comentan, y puedo entenderlo. Es deporte noble, pero duro y resulta fácil identificarse con este o aquel. Las caídas son fuertes, escuchas quejas (la acústica de los recintos cerrados es ideal para quejas), ves rostros de esfuerzo, muecas, gruñidos. ¿Violento? No, ni mucho menos. Pero debe doler mogollón.

placeholder Agarre entre dos jóvenes que entrenan. (Gema Rodrigo)
Agarre entre dos jóvenes que entrenan. (Gema Rodrigo)

Sobre todo porque llegan los mayores, y los mayores... En fin, los mayores tienen ese aspecto que usted está imaginando. Cuellos de toro, espaldas como para planchar camisas, gemelos Roberto Carlos style. Alguno, por terminar rápido, supera el metro noventa. Escalofriante. Calientan, se van poniendo por el terrero, la cosa pinta a más seriedad. Es rápido, muy rápido, con piernas que se entrelazan como si fueran juncos en día de nordeste, con mañas, con zancadillas segando a ras de suelo cual dalle. Cuando cambian agarrada (cuando sus manos enormes cogen la camisa del otro con diferente ángulo), suena como tronar de invierno. Espaldas llenas de marcas rojizas, dedos tatuados que se irán marchando con las horas.

Loreto grita, corrige, anima. Sal de ahí, tira a la de allá, cambia mano, juega pa'lante, ahora juega pa'trás, la cabeza, empuja con la cabeza. Pronto hay virutas de transpiración que salen desde los luchadores, vapores blancuzcos que juegan a enroscar. Las frentes brillan. Hace frío aquí (en Guarazoca hay rocíos y rieles a partes iguales por las noches), pero ellos sudan mucho. A veces, en mitad de un movimiento, la arena salta, y se encabrita, y parecieran guerreros tras una cascada marrón que manase al revés, del suelo hasta el cielo.

placeholder Equilibrio, fuerza y mucha técnica. (Gema Rodrigo)
Equilibrio, fuerza y mucha técnica. (Gema Rodrigo)

La lucha en sí es, sobre todo, enganche y ataque por sorpresa. Con los pies, fundamentalmente, aunque varía mucho dependiendo del tamaño y corpulencia del paisano. A veces hay fintas, engaños, se busca el revés del contrario, cogerle desprevenido. Ahora Loreto aconseja tras cada movimiento. En voz baja, tranquilidad, amable. No es Mourinho, eso seguro, y mejor... Lo más habitual es que alguien acabe con la espalda en el piso, lo de rodilla o cadera se ve menos. Así que caídas... las notas. Pasa un rato y tras cada agarrada empiezan a tocarse los hombros, las rodillas, las caderas. Huele a Reflex, que es algo muy de deporte arcaico, de deporte tradicional. Calambres en un gemelo, gemidos, se tumba en suelo, otro luchador estira la pierna con fuerza, tendones tensos como cuerdas de arpa. Mientras uno sufre, el resto ríen. Afuera va cayendo la niebla, yo me encojo en el asiento. Es el baile más bonito que nunca veré.

En Guarazoca huele a mantequilla y a mar. Lo de la mar es fácil de entender, porque aquí, en El Hierro, todo son océanos, y nieblas, y laurisilva llorando madrugones, y cabras a lo lejos, y silbares que son códigos. A todo eso huele en El Hierro. Así que lo de la mar es fácil de entender.

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