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Historia de un divorcio en MotoGP: Maverick Viñales y su continua huida hacia delante
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Historia de un divorcio en MotoGP: Maverick Viñales y su continua huida hacia delante

Viñales, un piloto necesitado de ayuda, naufraga en el Monster Energy Yamaha, el equipo menos empático de todo el paddock que ahora acusa al español de intentar dañar su moto

Foto: Maverick Viñales, antes de una carrera. (Efe)
Maverick Viñales, antes de una carrera. (Efe)

Nunca había asistido un espectáculo tan dramático como el de esta semana: un equipo emitiendo un comunicado oficial en el que acusa a uno de sus pilotos de dañar a propósito su moto. Dudo que una fábrica del nivel de Yamaha se atreva a realizar acusaciones de tanta gravedad sin pruebas. Y las tienen, porque la telemetría de las motos registra absolutamente todo lo que sucede. De hecho, ya el pasado domingo muchos de los que estaban en pista se dieron cuenta de que algo raro sucedía con Viñales, que en las tres últimas vueltas seguía exprimiendo el motor de su Yamaha M1 a pesar de la entrada del limitador, el sistema que evita que el motor gire a un régimen mayor del que corresponde.

Foto: Maverick Viñales, en una imagen de archivo. (Efe)

Aparentemente, viendo sus cifras de velocidad máxima y sus tiempos, Viñales seguía en 5ª en vez de meter 6ª en el punto más rápido del circuito, pasando de vueltas el motor. Y en el último giro optó por entrar en el pit lane sin tomar bandera, con acelerones en vacío que no son nada buenos para la vida del propulsor.

La suspensión de Viñales para este Gran Premio, a la espera de ver qué sucede en las siguientes carreras, es la culminación de una continua falta de comunicación entre el piloto y el equipo. Los desencuentros entre ambas partes se han sucedido en escalada hasta culminar con el comunicado del jueves. No es algo reciente, no es de esta temporada, ni de la anterior. Arrancan casi desde el debut de Maverick Viñales con Yamaha, exitoso en 2017, ganando las dos primeras carreras a pesar de tener que correr con una moto que no le entusiasmaba, y que no tenía nada que ver con la Yamaha a la que se subió por primera vez en el otoño de 2016. Viñales quería aquella moto, pero Yamaha decidió poner en pista un modelo diferente, siguiendo las indicaciones de Valentino Rossi.

placeholder Maverick Viñales, en su Yamaha. (Reuters)
Maverick Viñales, en su Yamaha. (Reuters)

Desde el primer momento a Viñales le ha costado encajar en la estructura de Yamaha, y lo ha demostrado con una actitud contradictoria. Con frecuencia, tan pronto se descolgaba con unas declaraciones quejosas, como ofrecía un punto de vista conciliador, esperanzador, lleno de confianza hacia el resultado en la siguiente carrera. Se quejaba de los problemas, pero al mismo tiempo confiaba en su próxima resolución. Así una temporada tras otra.

Cuando Viñales llegó a Yamaha estaba destinado a ser el anti-Márquez. Los periodistas nos hartamos de escribir sobre ello, ansiosos por contemplar el primer duelo Márquez-Viñales, una pugna que, a día de hoy, no ha llegado a producirse. Era la apuesta de Yamaha de cara al futuro, con un Rossi ya amortizado a sus, entonces, 38 años de edad. Y sin embargo, parecía que la autoridad de Viñales para marcar el camino estaba siempre en cuestión, una temporada tras otra. Y es que, la sombra de Rossi en el garaje de Yamaha es alargada. Solo el carácter frío y pacífico del piloto español ha impedido que se repitiera el encendido enfrentamiento del pasado entre Rossi y Lorenzo. Y cuando parecía que por fin se había librado del lastre de tener a Valentino al otro lado del box, ganando la primera carrera de 2021, las complicaciones han vuelto y se ha visto superado por su nuevo y joven compañero, Fabio Quartararo, por el que el equipo bebe los vientos como nunca lo hicieron por Viñales, ni siquiera cuando lo ficharon en 2017.

Descubriendo a Maverick

Maverick Viñales tiene una personalidad compleja, necesitado de un ambiente cálido y cómodo para trabajar. No es muy distinto a los demás pilotos. Es un piloto necesitado de ayuda, de mimo, pero por desgracia para él ha ido a caer en el equipo menos empático del campeonato, porque la escuadra oficial de Yamaha nunca ha sido un lugar plácido. Que se lo pregunten a Lorenzo, el hombre que desde 2010 ha dado los mayores éxitos a la marca, y sin embargo le señalaron la puerta de salida sin el menor decoro. No cabe duda que la gestión deportiva en Yamaha no es un ejemplo. Así que podemos decir que en esta problemática relación la culpa ha de estar repartida.

Foto: Valentino Rossi, en acción. (EFE)
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El colmo de esta relación llena de desconfianza llegó con el forzado cambio de responsable técnico impuesto por Yamaha en el pasado Gran Premio de Cataluña, sustituyendo a Esteban García, amigo y persona de confianza de Viñales, por el veterano Silvano Galbusera, hombre de la casa, que ha pasado por el equipo de SBK, la estructura de Rossi, y el equipo de pruebas. Aquello marcó el límite de lo que Viñales podía aceptar. En Sachsenring elevó el tono de sus críticas, y luego llegó la ruptura de mutuo acuerdo.

El segundo puesto de Assen permitió ver a un Viñales más relajado y tranquilo, con una aparentemente recuperada serenidad. Pero el desencuentro ha ido a más al regreso de las vacaciones. Por si no fuera suficiente, ha habido derivadas entre Estiria y Austria que han echado más leña a este incendio descontrolado, como la ruptura unilateral del equipo Viñales Racing Team con Yamaha en el Mundial de Supersport 300. Dirigido por Ángel Viñales, el padre de Maverick, este decidió dejar la marca el pasado 10 de agosto, tras la carrera del Mundial de SBK disputada el pasado fin de semana en Most coincidiendo con la cita de Estiria. Aunque al parecer Maverick ha dicho que se enteró de su suspensión al llegar al Red Bull Ring el jueves, no podemos desestimar que no haya relación entre uno y otro acontecimiento.

placeholder Maverick Viñales, en una imagen de archivo. (Efe)
Maverick Viñales, en una imagen de archivo. (Efe)

La decisión de Yamaha es dura, es grave, y tiene consecuencias negativas para la propia fábrica. Si renuncian a Viñales, si lo apartan definitivamente del campeonato, Yamaha renunciará a competir por el título de fabricantes y escuderías, clasificaciones que también lidera. Como fabricante, solo dependerá de los resultados de Quartararo, y ante un posible fallo del francés los hombres de la Yamaha satélite no están en condiciones de aportar mucho. Y como escudería, un equipo en el que puntúa un único piloto pierde muchas opciones, porque aunque sustituyan a Viñales, difícilmente encontrarán alguien tan competitivo como él.

Viñales habla después de lo sucedido

Viñales rompió su silencio en una entrevista concedida a Sky Italia en la que pidió perdón a Yamaha porque "canalicé mal mi energía y tuve un comportamiento equivocado". Asimismo, también aseguró que está muy triste, ya que es una situación "muy difícil de gestionar por la frustración derivada de los resultados en las carreras. Fue una explosión de emociones que no supe contener". De momento él cumple con su contrato: está presente en el circuito, luciendo los colores de su marca, disfrutando de los entrenamientos a pie de pista. En sus redes sociales también ha escrito: “Una pena verlo desde fuera. En cuanto pueda, os daré detalles de lo sucedido”.

placeholder Viñales en acción. (EFE)
Viñales en acción. (EFE)

Posteriormente, Massimo Meregalli, director deportivo de Yamaha, dio más detalles sobre el caso. "No oí la entrevista. Nos gusta lo que ha dicho Maverick. Lo que teníamos que decir ya lo dijimos con el comunicado. No tenemos más que decir. Tendremos en consideración lo que ha dicho, pero no sé lo que pasará tras Austria. Tuvimos un encuentro con Maverick, decidimos tras hablar con él. Seguimos teniendo un acuerdo con él". Mientras Viñales siga siendo piloto de Yamaha cumplirá con su compromiso contractual. Qué pena que se haya llegado a una situación así, y lo peor de todo es el perjuicio para la imagen del piloto. Alguien de su entorno no ha hecho bien su trabajo, no ha sabido asesorarlo bien, porque todo lo sucedido en las últimas semanas no es la mejor referencia para buscar equipo de cara a 2022.

Dorna también tendrá que tomar posición: no es bueno que se rompan los contratos, no da buena imagen precisamente en un periodo de crisis, porque la pandemia está afectando económicamente a las formaciones. Petronas, uno de los patrocinadores que había crecido en los últimos años llegando a MotoGP, reduce su presupuesto. El Sky VR46 también está en dificultades económicas, descuidando en ambos casos su atención a las categorías inferiores, como ya sucediera con Estrella Galicia, que abandonó su estructura en Moto3 por patrocinios puntuales. En medio de un periodo de renovación generacional, cuando han desaparecido las referencias de la última década (Stoner, Pedrosa, Lorenzo, Crutchlow, Dovizioso) y va a desaparecer una figura de la talla de Rossi, cuando el hombre de referencia absoluta, Marc Márquez, pasa por un momento crítico, que una de las figuras claves del campeonato como Maverick Viñales esté en cuestión, supone un duro varapalo. La crisis Viñales-Yamaha es un problema algo mayor de lo que acertamos a ver.

Nunca había asistido un espectáculo tan dramático como el de esta semana: un equipo emitiendo un comunicado oficial en el que acusa a uno de sus pilotos de dañar a propósito su moto. Dudo que una fábrica del nivel de Yamaha se atreva a realizar acusaciones de tanta gravedad sin pruebas. Y las tienen, porque la telemetría de las motos registra absolutamente todo lo que sucede. De hecho, ya el pasado domingo muchos de los que estaban en pista se dieron cuenta de que algo raro sucedía con Viñales, que en las tres últimas vueltas seguía exprimiendo el motor de su Yamaha M1 a pesar de la entrada del limitador, el sistema que evita que el motor gire a un régimen mayor del que corresponde.

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