James, Müller y Robben no tienen la 'suerte' de Messi y se quedan sin premio
La FIFA da el balón de oro del Mundial a Leo Messi. Una decisión salomónica con la que desmerecen las grandes actuaciones de James Rodríguez o Robben
Quizá fue porque Robben se marchó destino Holanda tras sacar los colores a Brasil, quizá porque James Rodríguez sólo tenga en mente abandonar Mónaco para compartir vestuario con Cristiano, Bale y demás estrellas del firmamento balompédico. El caso es que Blatter volvió a estrechar la mano de su admirado Leo Messi en el palco de Maracaná. Claro que Argentina cayó derrotada gracias a la elegancia de Mario Göetze (1-0). Pero había que repartir el premio al mejor jugador del torneo. Y ahí estaba Leo Messi, inexpresivo, hierático, junto a los diez jefes de estado que llenaron de infamia de la zona noble de la catedral del fútbol brasileño. Sabía que la pitada que dedicó la grada no era para él. No es su culpa. En la clasificación le acompañaron el alemán Müller y el risueño Robben,que miraba incrédulo el televisor en la otra punta del mundo.
¿Y los goles de James Rodríguez? Insuficientes, al menos para el comité de sabios encargado de repartir condecoraciones. Después de dejar con la boca abierta a medio mundo, el colombiano se conforma con llevarse el honor de ser el máximo artillero del Mundial. Seis goles, por delante de Müller (5) y los cuatro de Van Persie, Neymar y Messi, repartidos en todos y cada uno de los cinco partidos que la selección cafetera disputó en un Mundial que abandonaron con buen sabor de boca. Sus galopadas y su frenesí han colmado de alegría los corazones de los amantes del fútbol. Un atacante desbordante a quien le augura un futuro prometedor. Pese a que la FIFA se olvidó de sus goles, su rostro aniñado será recordado como la revelación de este Mundial. Y eso también es una gran satisfacción.Por cierto, ironías del destino, pese a la lesión de Neymar, Colombia fue galardonada con el premio al juego limpio.En otro orden de cosas, el francés de la Juventus fue nombrado mejor jugador joven y el alemán Neuer mejor guardameta del evento.
El caso de Robben también es discutible. El extremo del Bayern ha rayado a un nivel más que destacado durante todos los partidos de una Holanda que, además, despegó de Brasil con la condición de invicta en el bolsillo por primera vez en su historia. Un resultado obtenido en buena parte gracias al cuchillo del jugador del Bayern casi en cualquier zona del césped. "Nosotros no perdimos, nosotros sólo no nos clasificamos por los penaltis", reivindicaba un Louis Van Gaal que hizo gala de un gen ganador admirable durante la cita mundialista. Dos tandas, ante Costa Rica en cuartos y Argentina en el último envite, donde el ‘11’ tulipán mostró una sangre fría insultante para batir a Keylor Navas y Sergio Romero, dos de los hombres encargados de reivindicar la figura del portero en el Mundial más goleador de la historia junto con el de Francia ’98 (171 goles).
Claro que sólo marcó tres goles (dos ante España y uno ante Australia) y dio una asistencia, pero nadie duda de que su influjo fue la mecha que prendió la llama de una escuadra naranja que sorprendió cuando todos la creían agotada. Para muestra un botón: el ingenuo penalti provocado a Rafa Márquez en el partido ante México rubricó una remontada exprés que salvo de la quema a los suyos. Porque si la ‘Oranje’ se fue de Brasil sin ser derrotada lo hizo gracias a un jugador en plena forma, sin miedo al fracaso.
Se nos va un Mundial que nos deja a Alemania con su cuarta estrella en la solapa y un puñado de nombres sobre los que centrar la mirada. Eso sí, hay que reconocer que ninguno de ellos lo ha hecho de forma especial, por encima del resto. Y ahí es donde reside el carácter salomónico de la decisión de la FIFA. Decisivo en algunos momentos del torneo, el jugador del Barcelona no brilló como se esperaba en las últimas citas con la albiceleste. Tras su fogonazo en la prórroga frente a Suiza en octavos, ante Bélgica no pasó del aprobado raspón y ante Holanda, en un partido marcado por el miedo de ambos contendientes y que nadie parecía querer jugar, cubrió expediente con el primer penalti de la tanda. Ya en la final, Messi se desinfló y, pese a dos acciones exuberantes, se fue diluyendo cual azucarillo. En su zurrón, cuatro goles (dos a Nigeria, uno a Bosnia y otro a Irán). Las incursiones de Robben, el descaro y la impertinencia de James Rodríguez… y balón de oro para Messi. El bacalao está vendido. La vida sigue, no hay tiempo para el lamento. Así son las cosas y así se las hemos contado.
Quizá fue porque Robben se marchó destino Holanda tras sacar los colores a Brasil, quizá porque James Rodríguez sólo tenga en mente abandonar Mónaco para compartir vestuario con Cristiano, Bale y demás estrellas del firmamento balompédico. El caso es que Blatter volvió a estrechar la mano de su admirado Leo Messi en el palco de Maracaná. Claro que Argentina cayó derrotada gracias a la elegancia de Mario Göetze (1-0). Pero había que repartir el premio al mejor jugador del torneo. Y ahí estaba Leo Messi, inexpresivo, hierático, junto a los diez jefes de estado que llenaron de infamia de la zona noble de la catedral del fútbol brasileño. Sabía que la pitada que dedicó la grada no era para él. No es su culpa. En la clasificación le acompañaron el alemán Müller y el risueño Robben,que miraba incrédulo el televisor en la otra punta del mundo.