La historia se cita con Colombia y se vuelve cruel con Costa de Marfil

Fue una jornada de nombres propios. Grecia y Costa de Marfil se veían las caras con Ibrahim Touré en la mente de todos. Los marfileños querían brindar la clasificación al fallecido hermano de Yaya y Kolo, pero cuando ya celebraban el pase, Samaras acaparó todo el protagonismo. Los once metros que le separaban de la portería de Costa de Marfil nunca se hicieron tan cortos para Grecia y tan largos para el país africano (2-1). Los helenos se cruzarán con Costa Rica en octavos mientras que Colombia lo hará con Uruguay tras golear a Japón (1-4). La selección ‘cafetera’ recuperó a un errático Jackson Rodríguez y aupó a James al grupo de jugadores que ya han firmado tres dianas aunque las miradas fueron para el portero Faryd Mondragón, el jugador con mayor edad (43) que disputa un Mundial.

Costa de Marfil salió con todo. Lamouchi no reservó a Drogba, quiso usar toda su capacidad intimidatoria del capitán desde el principio por delante de Salomon Kalou, Yaya Touré y Gervinho. Toda una armada. Grecia tuvo que cambiar el guion antes de tiempo por las tempranas lesiones de Samaris y del meta Orestis Karnezi. Fue el primero de estos el que hizo que los griegos volviesen a soñar con la clasificación. El equipo de Fernando Santos ya había avisado y fue con una contra culminada por Samaris como cambió el curso del partido. Eso sí, Grecia cometió el mismo error que su rival: creyó tener el control y se encontró desarmado en una rápida jugada de ataque que terminó con un pase de Gervinho a Wilfried Bony.

La historia hizo acto de presencia. Los helenos habían intentado todo, pero no habían contado con este factor. En el 93, un ingenuo penalti cometido por Sio y lanzado por Samaras dejó a Costa de Marfil sin su premio de la forma más cruel y colocó a Grecia en los octavos de un Mundial por primera vez. El país helénico no fue el único que escribió una página gloriosa en los Mundiales. También lo hizo Faryd Mondragón de la mano de Colombia: dejó atrás al camerunés Roger Milla y se convirtió en el jugador con mayor edad (43) que disputa una cita de este calibre. El portero fue la guinda perfecta a un pastel en el que la selección ‘cafetera’ acumula pleno de victorias. Una inyección de moral para afrontar los octavos ante Uruguay, fase que nunca han superado.

A Japón sólo le valía ganar. El problema es que frente a ellos estaba un equipo que esperaba preparado el ímpetu nipón. A ello se adoptó el equipo de Pekerman, afianzado atrás. Con las líneas juntas a la espera de cualquier error japonés para aprovechar la velocidad de Adrián Ramos y Jackson Martínez. Colombia se encontró con el partido de cara: una contra acabó con Adrián Ramos derribado dentro del área por Yasuyuki Konno. Juan Cuadrado se encargó de transformar la pena máxima. Japón se agitó y en la última jugada de la primera parte llegó el empate. Colombia perdió el balón y Honda tiró de talento desde la derecha para poner la pelota en la cabeza de Shinji Okazaki, fuera del alcance del portero sudamericano.

Colombia había escuchado la respuesta nipona, pero no era suficiente para aguarles la fiesta. Aumentaron la presión, la intensidad y se aprovecharon del individualismo de los jugadores de Japón. Fruto de esta nueva posición en el escenario, llegó el gol que arrojó luz al errático caminar de Jackson Martínez. La reacción nipona no llegaba y aunque encerraron a Colombia intentado aguantar los arreones, las ocasiones del equipo ‘cafetero’ fueron claras: Jackson Martínez culminó una de ellas primero para, después, redondear la fiesta al completar con clase una acción personal.